Sol Salama, fundadora y única editora de Tránsito, recuerda su camino hacia los libros como una ruta inesperada. Tras estudiar traducción y dedicarse varios años a la fotografía documental, una sensación persistente de insatisfacción la llevó de vuelta a su pasión más genuina: la literatura.
Su paso por un sello de Penguin fue decisivo: allí aprendió de todos los departamentos y de la versatilidad que requiere ser asistente editorial, pero también comprendió que no podía trabajar con libros en los que no creyera profundamente. Esa certeza —y la muerte de su padre, con quien planeaba abrir una librería— detonaron la creación de Tránsito en 2018. El perfil del sello es, justamente, el rostro de su papá: un homenaje íntimo convertido en proyecto editorial.
Una editorial nacida desde la militancia personal
Tránsito publica exclusivamente a mujeres. El gesto, que Salama reconoce político y visceral más que programado, tiene raíces en su experiencia dentro del mundo de la fotografía, donde sentía que el techo de cristal era evidente y asfixiante.
La editorial se construyó así como un espacio para amplificar voces que históricamente han tenido menos oportunidades, con énfasis en la narrativa —ficción y no ficción— que incomoda, sacude y aborda las violencias sociales y existenciales que atraviesan la vida de las mujeres.
“Literatura salvaje”, la llama: libros fuertes, incómodos, que interpelan desde el lenguaje y desde la forma, y que dialogan con lo que sucede en el mundo.
“La azotea”, una declaración de intenciones
El primer título del catálogo marcó el ADN de Tránsito: La azotea, de Fernanda Trías. Una novela intensa, inquietante, que habla de violencia desde la ficción de manera frontal.
A partir de allí, Salama construyó su catálogo recuperando autoras latinoamericanas ya publicadas en sus países, pero inéditas en España: Margarita García Robayo, Arelis Uribe, entre otras. Hoy Tránsito supera los 50 títulos —casi 60 en España— y se expande hacia América Latina, con presencia en Argentina y México.
Cómo se arma un catálogo que no concede: hallar joyas y escuchar a las autoras
Para Salama, el trabajo editorial es un ejercicio de búsqueda constante: escarbar en catálogos extranjeros, viajar, leer en varias lenguas, dejarse sorprender. Algunas autoras llegan a ella; otras las encuentra en librerías o en rescates editoriales europeos.
Pero la parte central del proceso ocurre cuando un manuscrito tiene potencial y comienza el “editing”. Salama trabaja desde el diálogo, no desde la imposición: pregunta, cuestiona, señala zonas difusas. “Es un intercambio íntimo”, dice, donde la vulnerabilidad de la autora es tan importante como la creatividad de quien edita.
Traducción y equipo: la otra columna vertebral
Aunque estudió traducción, Salama no traduce para Tránsito: dirigir un sello exige tiempo completo. En cambio, trabaja con traductoras que considera fundamentales y a quienes coloca en portada como un acto de reconocimiento. Regina López Muñoz, por ejemplo, ha traducido títulos del francés, italiano y portugués para la editorial.
Los retos de sostener una editorial independiente
Publicar libros que mantengan la identidad de Tránsito implica grandes desafíos: elegir obras fieles al espíritu del sello, sostener una presencia constante en librerías y, sobre todo, navegar la complejidad del mercado latinoamericano.
La distribución, admite, es una de las pruebas más grandes. Cada país funciona de manera distinta y requiere años de entendimiento. México, donde Tránsito lleva menos de un año, representa un territorio inmenso con lógicas variadas entre cadenas, librerías independientes y ferias.
Aun así, la editora está convencida: vale la pena.