En la actualidad alberga uno de los centros culturales con mayor actividad de la ciudad, pero el pasado que cuentan sus muros y jardines es amplio e interesante de conocer. Su nombre surge de la Orden de los Oblatos de San Ambrosio, fundada en 1578 por San Carlos Borromeo.
Fue Juan de Santiago de León Garabito quien a fines del siglo XVII estaba a cargo de la diócesis de Guadalajara y destinó las tierras de esta zona a los monjes de la orden, según narra en sus investigaciones Víctor Sánchez Ramírez.
La Hacienda de Oblatos comenzó a construirse a finales del siglo XVIII y de acuerdo con un mapa de la época, el pórtico y la capilla se levantaron en 1787, de éstos, hoy en día se conserva muy poco de la estructura original así como algunas bodegas, el pequeño templo, la arquería y un molino.
A través de los años, la Hacienda luego de la desaparición de la orden, también conocida como “Oblatos del Salvador”, pasó por las manos de diversos dueños y en algún punto de la historia, ésta incluso llegó a conocerse como Hacienda San Andrés de Buenavista. A finales del siglo XIX y principios del XX, fue incautada por el Gobierno y posteriormente, estas tierras y otras propiedades pasaron a formar parte de una serie de ejidos registrados en la zona.
Finalmente en 2003, la Ex Hacienda de Oblatos fue adquirida por el Ayuntamiento de Guadalajara, y al año siguiente comenzó su restauración, la cual concluyó en febrero de 2006, dando paso a una serie de actividades que incluso iniciaron meses antes de que se cortara el listón inaugural.
La Ex Hacienda de Oblatos hoy Centro Cultural con el mismo nombre continua siendo el centro de actividades en la zona Oriente del municipio, pues una gran cantidad de personas acuden a tomar cursos y talleres en diferentes disciplinas e incluso la plazoleta cercana sigue siendo punto de reunión entre los habitantes.
(Fotos: Andrea García)
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