
El pasado 26 de enero en el número 13 de la calle Lago Mask, cerca de Marina Nacional en la colonia Anáhuac, un festejo de cumpleaños con 20 personas, se convirtió en el pretexto para una artera agresión policías que significó la reaparición del mal afamado Borus, agrupamiento de la Secretaría de Seguridad Ciudadana famoso por su violencia y desapego a cualquier protocolo. También hizo su reaparición Ezequiel, un policía capitalino que se hizo viral en redes por patear a una mujer.
"Estábamos empezando a cenar, había llegado la banda y unos pocos familiares, cuando de pronto escuchamos helicópteros y sirenas de policías", mencionó Irma, de 51 años y madre de la cumpleañera; "a los 10 minutos mi hermano tocó la puerta y vimos a los policías que pedían que se dejara revisar lo mismo que a su automóvil".
El hermano de Irma aceptó dejarse revisar para que el asunto quedara hasta allí, pero cuando terminaron de catearlo, los uniformados pidieron entrar a revisar a todos los invitados "por supuestas detonaciones de arma de fuego y droga". Irma decidió que lo mejor era aceptar la revisión a su invitados, a la entrada del domicilio si los policías prometían irse después de revisar el lugar. Los policías aprovecharon para irse metiendo al sitio donde se llevaba a cabo la fiesta. Algunos de los familiares, ofendidos, pedían a los policías una orden para entrar a un domicilio. Los policías, muchos de ellos encapuchados y con metralletas en mano, respondieron: "nosotros podemos hacer lo que queramos".
Por radio, los oficiales "pidieron refuerzos" para poder catear a las invitadas. Policías mujeres llegaron con ese fin, "prepotentes, groseras, altaneras y burlonas, quisieron revisar a una señorita de 15 años, yo pregunté si era obligatorio que la revisaran, a lo que respondieron que sí", rememoró Irma, "bajo mi supervisión permití que la revisaran y cuando terminaron les dije que ya se podían retirar".
Los policías no sólo no aceptaron irse, sino que querían registrar el patio donde se realizaba la fiesta y la casa aledaña. Michelle Coba, también de la familia y dueña de la casa, fue localizada por los policías que para entonces ya tenían otra preocupación: pidieron que les mostrara donde se almacenaban los videos de las cámaras instaladas en el predio.
Ese fue el momento en el que la esperanza de que se retiraran se esfumó y en la que Borus y Ezequiel comenzaron a ser los agresores principales.
"Ellos me aventaron y subieron las escaleras a las habitaciones, yo corrí por qué arriba estaba mi perro, cuando llegué me comenzaron a dar órdenes, que me quitará los tacones, que les diera los videos de la cámara que no me iban a dejar ir, revisaron cajón por cajón del closet, me sujetaron entre varios, me tocaron los pechos, se robaron papeles de identificación de mi suegro; encontraron el sistema de las cámaras y se robaron el DVR, perfumes y bolsos de marca".
Los policías comenzaron finalmente a salir de allí, pero se llevaron a tres hombres: Carlos (43 años), Francisco (19 años) y Mihael (21 años). Los acusaron de tener un arma de fuego en su poder y de haberla disparado.
Llevados al MP, los tres invitados detenidos. Ezequiel fue el primero en darse cuenta que las mentiras no estaban siendo aceptadas por el agente ministerial. "Ya la cagamos, arréglense", les dijo a otros uniformados. El cinismo llegó al grado de que, delante de la familia afectada que se aglomeró en la agencia del MP, los oficiales platicaban abiertamente entre ellos de cómo justificarse o inventar un para encarcelarlos.
La familia desembolsó 150 mil pesos en el MP para liberar a los detenidos. Para entonces, cada invitado había hecho recuento ya y había celulares, dinero en efectivo en las carteras e instrumentos musicales de la banda robados.
Los sistemas de localización de los celulares robados mostraron que algunos de los aparatos estaban "casualmente" en la caseta de policía México-Tacuba.
Ezequiel ya se ha visto involucrado en distintas denuncias y se le conoce como "El golpeador de mujeres".
"Ya lo hemos visto en más páginas, las personas que se han enterado de nuestro caso nos han contactado y dicen que aunque lo han denunciado con las autoridades el sigue trabajando", comenta Irma, "me abrió la frente, no solo él nos golpeó, varios elementos con distintos uniformes nos agredieron físicamente, sexualmente y nos robaron nuestras identidades, si eso hicieron al meterse a una fiesta tranquila no puedo imaginarme que harán con nuestros papeles".
"¡Queremos justicia! que nos ayuden con nuestro caso, no es posible que las personas uniformadas que supuestamente nos cuidan y protegen, sean de las que debemos tener cuidad", afirmó Irma.
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