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“Acepté pagar una mordida en la SCT a cambio de un contrato…"

 Constructor comparte el modo de operación de funcionarios de la dependencia en concursos carreteros. Se autodescribe, “embarrado” por la corrupción

contratos (segunda parte)

Carreteras

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Manos inquietas. Rubor. Mirada extraviada, esquiva. “No podemos eludir nuestra responsabilidad como empresa. Somos corresponsables de la corrupción. Como quiera que sea, estamos embarrados".

La voz es de Francisco R., dueño de una constructora. Lo dejaremos así, por ahora. “No quisiera tener más dedos encima ni afectar aún más a mi familia”.

Llegamos a su oficina, al norte de la ciudad, después de un primer contacto y una frase de enganche: “Acepté pagar dinero a funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para que me dieran un contrato. Hoy, ni dormir puedo”.

Se convino el encuentro presencial con la condición no sólo de compartir con este reportero todos los detalles de la transacción ilegal: con nombre y apellido, sino de acceder al contrato, conocer la obra involucrada y sus montos, así como grabar la conversación.

La experiencia resultó, además de inédita, singular, porque el empresario terminó entre sollozos, zarandeado por culpa, desesperación y arrepentimiento. No sería, a lo largo de la investigación, el único testimonio. Pero esta vez nos concentramos en la charla con Francisco, porque revela -sin maquillaje- el modo de operación…

“De por sí no había bonanza. Habíamos participado en un proyecto con Grupo Carso que no salió bien y nos dejó pérdidas. En 2019 empezó a bajar el trabajo en el ámbito carretero y luego se vino la pandemia. No bajamos la guardia: participamos en todos los concursos que se abrían, contabilicé más de 100, pero sólo ganamos uno”.

“En varios cumplimos con todos los requisitos, éramos la mejor opción y los declararon desiertos o nos descalificaron. Volvían a convocar, y veías que sólo se les asignaban a unos cuantos. ¿Cómo? Si somos muy conocidos en este ámbito, si tenemos miles y miles de kilómetros en proyectos carreteros”.

-¿Qué hicieron?

-Decidimos ir con Jesús Luna Ríos, el Director de Contratos, quien lleva ya muchos años en la Secretaría. La idea era que nos explicara qué pasaba, si estábamos cumpliendo. En algunos fallos se argumentaba falta de experiencia, cuando llevamos en esto más de 30 años. Nos dijo que eran nuevos tiempos, que debíamos seguir afinando el lápiz. Casi al final, cuando nos despedíamos, nos sugirió: ´Vayan a verlo con Ernesto, él es quien está manejando lo de las calificaciones´.

Se refería a Ernesto Anastacio Hernández Hernández, analista de obra de la SCT y responsable de evaluar -con el método de puntaje- las propuestas técnicas de los concursantes.

“Los socios fuimos a platicar con él. Y era el mismo choro: ´analicen bien su presupuesto´. Pero con el paso de los días fue orillando las conversaciones y reuniones a que hubiera más confianza, hasta que nos soltó: ´hay una forma, que le entren con otra empresa, que se asocien´. Y nos empezó a hablar de una empresa desconocida en el medio, teníamos que meterla con nosotros para que adquiriera experiencia. Y se comprometió a soltarnos una cantidad por donde debía andar el presupuesto base: era muy bajo, pero lo aceptamos porque teníamos el agua hasta el cuello”.

-¿Y?

-Le hicimos caso, quedamos en primer lugar y fallaron a nuestro favor, pero obviamente a cambio de dinero.

-¿Cuánto?

-El 8 por ciento del monto total del contrato. A pagarse en el transcurso de las estimaciones, que son los pagos parciales que va dando la Secretaría.

-¿Cómo se maneja eso?

-Como siempre: en efectivo, para que no quede huella. Entregado en una cita directa. Eso, fiscalmente, genera una salida de dinero de la cual no se tendrá comprobante, por lo que la empresa debe absorber un pago adicional del 38 por ciento sobre la cantidad del moche, porque se va a utilidad.

-Con respecto a la filtración del presupuesto base, ¿no debería éste conocerse con anticipación?

-Se supone que, por ley, están obligados a entregar a los concursantes ese presupuesto base, hacerlo transparente, pero no se hace, se lo guardan como un as bajo la manga. El que lo filtren, te da una ventaja. Ellos lo que hicieron, como tienen acceso a todos los concursos, fue sacar un promedio de los montos que iban ganando.

-¿Están coludidos quienes hacen el presupuesto base?

-No. Esto va hacia arriba, hacia los directores de Contratos y de Carreteras, porque son sus subordinados quienes lo están operando.

-¿Es la misma corrupción que se vivía antes?

-Corrupción siempre ha habido. En los anteriores gobiernos lo que hacían más era invitaciones restringidas a tres empresas, pero simuladas, porque la empresa favorecida vía mordidas era la que debía dar el nombre de sus competidoras, servían como simples comparsas, porque todo estaba arreglado. También se manejaba apoyo de otra naturaleza: pago de hoteles, de boletos de avión, de vacaciones a funcionarios.

-¿Por qué una empresa se presta a estos tratos deshonestos?

-Es la necesidad, la desesperación de no tener trabajo, de no tener ni para la quincena de los trabajadores; es aferrarse a que el negocio no se vaya al traste. Hemos estado a punto de cerrar, tenemos deudas. La empresa creció con mucho esfuerzo, sacrificio…

De repente, se quiebra la voz de Francisco. Suspira, lloriquea durante varios segundos.

“Perdón, pero yo no quiero cerrar, me llevo entre los pies a mucha gente, a mis hijos, a mi esposa. La falta de trabajo nos ha orillado. Me hago corresponsable de esta mierda”.

-¿Por qué ventilarlo ahora?

-Porque no puedo mirar a los ojos a mis hijos, porque no puedo ni dormir, porque durante décadas traté de actuar con rectitud: ni una sola vez me han cancelado un contrato o he tenido reclamaciones. En el fondo, soy de los que creo que la corrupción es el principal mal del país y, mírame ahora, siendo parte de ella.

-Debe ser un gran clavo enterrado…

-Una daga, diría yo. Muy triste… Alguien lo pudiera ver muy simple: ´si tanto afecta, no le entres´. Le buscamos, concursamos y nada. Si lo cuento, es porque quiero que la corrupción se vaya acabando. Seguro sabrán quién soy, y si tengo que pagar, ni modo. Se le está haciendo un gran daño a la construcción y a la ingeniería con poner las obras en manos de empresas que no saben trabajar, creadas para hacer negocios y que luego desaparecen. Soy pieza de la corrupción, y me duele.

Crónica logró identificar los nombres de algunas empresas involucradas en esta maraña. Serán parte de este relato de trampas y desfalcos…