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“Le pedimos a la virgen que el Tren Maya no destruya nuestras casas, es lo único que tenemos”…

Fueron artífices del boom de la Riviera Maya, pero los arrumbaron en casas resquebrajadas y diminutas, del lado opuesto a la playa, por donde ahora se ha proyectado la estructura ferroviaria.

testimonios

Akumal

Akumal

Les dicen “los arrumbados”. Fueron artífices del boom de la Riviera Maya como uno de los principales destinos turísticos del mundo: llegaron de distintos puntos de la Península y otros estados desamparados del país para sumarse a la construcción, mantenimiento y servicio de los colosales hoteles de playa o parques recreativos.

Los proyectos se extendieron por años. Como la orden de los inversionistas era laborar día y noche, los trabajadores fueron formando humildes comunidades aledañas a los desarrollos, las cuales fueron creciendo con la incorporación de sus familias.

Eran, al fin, terrenos costeros, de gran valía para especuladores de tierra, en su afán de extender complejos o levantar casas y condominios de lujo.

“Dijeron que ya no podíamos estar ahí, porque iban a construir o a vender esos terrenos. La gente protestó porque durante muchos años les habíamos servido y nos querían mandar a la calle. Hubo dueños que prometieron ayudarnos a conseguir un lugar, pero nunca del lado de la playa, tenía que ser pasando la carretera, donde ya no les interesaba”, cuenta don Gaspar May, quien durante décadas trabajó para un hotel y hoy vive apretujado en el pueblo de Akumal, en la parte continental de la Riviera, donde el gobierno federal ha anunciado la reubicación del Tren Maya para no afectar a los hoteleros.

“Desde entonces se nos quedó lo de arrumbados, y a lo mejor, con lo del tren, seremos los doblemente arrumbados”.

En algunos casos los patrones les gestionaron pequeños terrenos e incluso casas diminutas edificadas de manera exprés por el Infonavit, formándose distintos pueblos en la franja continental como Akumal, Chemuyil o Chan Chemuyil. Hoy sus habitantes, de escasos recursos -algunos de los cuales siguen trabajando en la zona hotelera como meseros, mucamas, cocineros, jardineros y demás- sortean la incertidumbre de no saber si serán afectados o incluso desplazados por la nueva ruta del tren.

Ahora los pasos van hacia Chemuyil, donde las mujeres han abandonado unos minutos la elaboración de tamales para reunirse en la Iglesia de Guadalupe, la cual llevan años construyendo con las módicas aportaciones de los feligreses locales. Su santa patrona es la Guadalupana, a la cual le organizan en su día música de banda y pavo en escabeche.

“Le pedimos a la virgen que el tren no vaya a destruir nuestras casitas, es lo único que tenemos”, dice doña Lina Palomo.

Una iglesia en Akumal

Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, en Chemuyil

La villa se conforma de unas 300 casas, en las cuales viven unas 700 familias: quienes lucharon hace 15 o 20 años por un pedazo de tierra hoy ya son abuelos. Las viviendas son estrechas: con una sola recámara, sala-comedor y baño. “Vivimos como sardinas, pero es lo que pudimos obtener. Tenemos hijos y nietos y todos vivimos amontonados ahí, con hamacas en todos los cuartos”, dice don Ángel Ucan Pech, quien laboró mucho tiempo en el Parque Xel-Ha.

-¿Y por qué, si hay tanto terreno, no se extienden un poco? -se le pregunta.

-Lo hemos intentado hacer, pero nos vienen a sacar. Dicen que toda esta área ya tiene dueño, y que nosotros debemos limitarnos a nuestras casitas. No somos libres de agarrar ni un centímetro más. Y encima, ahora nos aventarán el tren.

La casa, cuenta, le costó hace 20 años 35 mil pesos, pero hoy le debe 500 mil al Infonavit. “Cuando nos las entregaron no tenían ni división, si salías por la parte de atrás dabas a la puerta del vecino. Ni un pedo te podías echar a gusto. El agua potable es muy cara: en Akumal pagan 80, en Playa del Carmen 100, y aquí 200, pero si te atrasas y llegas a 600, te lo duplican a mil 200”.

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-Al menos tienen muchos paisajes y recursos naturales para disfrutar…

-¿Cuáles? Sólo nuestros cenotes. Estamos enfrente de los lugares más hermosos de la Riviera, pero no los podemos visitar. Ya está todo privatizado por hoteles y clubes de playa. Vivimos aquí, sin derecho a nada: antes podíamos disfrutar con nuestras familias de un espacio en el mar al que llamábamos Chemuyil playa, estaba bien padre, pero también se privatizó y ya no podemos pasar. Lo mismo Xcacel: vino un supuesto biólogo y comenzó a cobrar la entrada.

Rosendo Xooc, un hombre singular por arrojado y malsonante, ex empleado del hotel Akumal Cancún, ha comenzado a organizar a los vecinos: “El tren pasará por encima de nuestras casas. Vamos a defenderlas”.

En Akumal, narra, los pobladores invadieron tres veces, hasta lograr el financiamiento de 150 mil pesos por una reducida parcela, a 200 metros de la carretera 307, por donde originalmente se montaría la estructura ferroviaria. Ahora también se encuentra en riesgo, ante la modificación del trazo.

“Nosotros invadimos y la presidenta municipal nos vino a cuentear con unas constancias para comprar terrenos que resultaron mentira. Nosotros, de pendejos, nos salimos. Luego vino la gente del gobernador Carlos Joaquín a prometernos un pedazo, pero ya no volvieron. Y hace seis meses nos mandaron una inmobiliaria, que nos está cobrando 250 mil por un terreno de 7 x 15, un pinche gallinero, y quiere además 70 mil pesos de enganche y 3 mil 500 mensuales. ¿A dónde madres vamos a sacar si estamos jodidos?”.

-¿Dónde están esos terrenos?

-Cerca de la carretera, por donde ahora dicen que pasará el tren. A un costado de Chan Chemuyil, donde hace algunos años nos querían vender unas casitas, pero las dieron tan caras que ninguno acá pudo comprarlas, y se las terminaron vendiendo a un grupo de americanos.

-¿Y de quién son esos terrenos?

-Del gobierno, los administra el IPAE (Instituto del Patrimonio Inmobiliario de la Administración Pública del Estado de Quintana Roo), pero meten a una inmobiliaria para chingarnos. Al fin, somos los jodidos, los arrumbados.

La mayoría de las casas del Infonavit crujen por el deterioro. Con cimientos frágiles, construir más niveles ha representado un riesgo.

-Si empiezan a taladrar y a meter maquinaria, se nos van a caer -dice don Carlos Beh, dedicado de siempre al mantenimiento hotelero.

“Si el gobierno va a meter mano, al menos que avise, pero nadie se ha acercado. Sí, nuestras casas están feas, viejas, chiquitas, con rajaduras y ni muros tienen, pero son nuestro único patrimonio”.

-¡Ah -se corrige don Carlos-, y nuestros cenotes. Esos sí no vamos a dejar que los toquen, estaría muy cabrón…

Estaciones proyectadas en el tramo 5 del Tren Maya:

*Cancún Aeropuerto

*Puerto Morelos

*Playa del Carmen

*Tulum

Paraderos proyectados:

*Xcaret

*Puerto Aventuras

*Akumal