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A 204 años de su fallecimiento, el legado del valenciano Manuel Tolsá (1757 – 1816) vive en el Palacio de Minería, en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, en la escultura ecuestre de Carlos IV, El Caballito, así como en las réplicas de esculturas importantes que embaló y fueron transportadas en 76 cajones desde España hasta la Real Academia de San Carlos de la Nueva España, donde aún permanecen algunas, señaló en entrevista el arquitecto y académico de la UNAM, Elías Terán Rodríguez.
Según el texto Las misiones de Manuel Tolsá del investigador Jorge Vázquez Ángeles, los modelos en yeso de estatuas griegas y romanas que embaló Tolsá fueron solicitadas desde 1783 por el entonces director de la Academia, Jerónimo Antonio Gil y fueron realizadas tiempo después por José Panicci.
“Tolsá embaló las esculturas en galeones desde el puerto de Cádiz en 1791, las cuales llegan a Veracruz y se trasladan a lomo de mula hasta México. Iban tan bien preparadas que sólo tuvo que hacer unas cuantas reparaciones”, apuntó Terán sobre el viaje de estas piezas que duró aproximadamente un año desde el 29 de febrero de 1791, cuando se embarcaron.
Jorge Vázquez Ángeles apunta que, por el peso y tamaño de las estatuas, éstas se encontraban seccionadas como un gigantesco rompecabezas y fueron repartidas en los cajones, debidamente sujetadas por correas de cuero y cubiertas por paja y papel para evitar que se dañaran durante la larga travesía que les esperaba.
“En el documento número 4 de la Cédula Real del año 1790, número 33, folio 62, se desglosa el contenido de cada cajón. Por ejemplo, el marcado con el número uno contenía “’los muslos y pedazos del medio con los dos brazos del Ídolo Egipcio: la cabeza de Platón, la del Mercurio que tiene el bolsillo en la mano: la del Remo y la de Rómulo, y de la Musa”’.
En el mismo año, el 18 de septiembre es nombrado como director de escultura de San Carlos, por lo que recibiría un sueldo de mil 800 pesos. Así que Tolsá viaja a la Nueva España el 24 de diciembre de 1790 y llega en julio de 1791.
“La Catedral se inicia en el siglo XVI, pero se termina en 1813 y fue Manuel Tolsá quien la terminó y vino a unificar todos los estilos que tiene, desde gótico tardío, manierista, barroco y neoclásico. La Catedral tenía una cúpula barroca, chaparrita y muy obscura, por lo que va a hacer la gran cúpula neoclásica y la linternilla que le va a dar más luz; asimismo, hace el frontón central y sobre él va a poner un reloj, así como las esculturas que se cayeron en el último temblor que son: fe, esperanza y caridad”
Por ello, este edificio tiene el programa arquitectónico de una escuela, ya que los estudiantes y maestros de tiempo completo ahí se quedaban; “incluso contó con un laboratorio”. “Todo el proyecto de minería es hermoso porque alterna los órdenes dóricos, jónicos y corintios; tiene un pario central majestuoso, además de otros patios; tenía un gran vestíbulo y escaleras, así como una capilla dedicada a la virgen de Guadalupe”. “Lo chistoso la capilla de Minería la dedica a la Virgen de Guadalupe, cuando la virgen del Ejercito Realista es la Virgen de los Remedios”.
Manuel Tolsá realizó más obras en la Nueva España como el Palacio del Marqués del Apartado e introdujo las grandes esculturas de paisaje urbano, pero murió el 24 de diciembre 1816. “Afortunadamente muere antes de la Independencia porque él era realista, de hecho, hizo fundición de cañones contra los insurgentes. Murió leal al rey, tanto a Carlos III como a Carlos IV”.
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