
Robert Evans, figura de Paramount y estandarte del Nuevo Hollywood que impulsó películas como El padrino o Chinatown, murió el sábado a los 89 años, según informó Variety. Aunque tuvo un gran peso en la génesis de obras maestras de la gran pantalla, el productor cinematográfico estadunidense también fue muy conocido en la industria por su conflictivo carácter y sus problemas con las drogas.
El pasado mes de julio, puso punto final a su relación contractual con Paramount, que se extendió por más de medio siglo. Siendo apenas un treintañero, Robert Evans se hizo cargo de la producción en Paramount a mediados de los años 60, justo a tiempo para el surgimiento del Nuevo Hollywood, un movimiento que cambió la anticuada industria de los grandes estudios para apostar, en su lugar, por nuevas temáticas, como el sexo y la violencia, y por una generación de cineastas y actores con ganas de cambiar las cosas.
Su conflictivo carácter también fue muy famoso en Hollywood. Robert Evans se casó y se divorció en siete ocasiones y se hundió en la depresión y las adicciones a partir de los años 80. En los 90 volvió a la actividad profesional, pero sin el brillo de su época dorada.
Además, publicó una autobiografía titulada The Kid Stays in the Picture que en 2002 se convirtió en un documental. Peter Biskind, en su libro Easy Riders, Raging Bulls, describió el gran legado cinematográfico de Robert Evans, pero también su complicada y agitada vida.
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