
Una vieja máquina de coser Olivetti es el motor económico de la familia Sánchez que vive de confeccionar vestidos para muñecas Barbies, negocio en el que han estado por 30 años. Su casa es su taller y el punto de venta es el tianguis de Tonalá, donde cada domingo colocan en un puesto, rodeado de artesanías, las prendas confeccionados para vestir a la moda a una figura de 30 centímetros de estatura.
La matriarca de la familia es la encargada de crear los vestidos: largos de noche, cortos de coctel y además prendas deportivas, todas hechas a mano y con la creatividad de una mujer mayor de 70 años que no ha parado de coser, es su hijo, Alberto, el encargado de llevar sus creaciones al tianguis de Tonalá cada domingo.
Mantenerse de la venta de vestidos para muñecas no es un negocio muy redituable, los vestidos van en precios desde los 20 hasta los 60 pesos, pero les permite por lo menos obtener las ganancias suficientes para mantener los gastos del hogar, y así era hasta que la pandemia COVID-19 detuvo la economía de Jalisco.
“Difícil por la pandemia, dejamos de vender tres meses. Lo poquito ahorrado se nos fue. Vendíamos ahí en la casa, pediditos que nos hacían para llevar, nos llamaba la gente y así la fuimos sacando, fue la manera de salir adelante porque de otra manera no. Nuestro gobierno que no nos deja trabajar por la pandemia, esa que cosa que yo no les creo, en fin”, expuso el señor Alberto.
Cuenta que la idea de vender vestidos para muñecas surgió su madre hace 30 años, cuando ella trabajaba haciendo muñecas en una fábrica, notó que hacía falta “variedad en la ropita para vestir a las monas”, por lo que renunció a su empleo para emprender.
Los conocimientos de cosido y confección de ropa los adquirió en la misma fábrica y su casa fue escuela para perfeccionar sus piezas. En su puesto además cuentan con zapatillas de plástico de diversos estilos y colores para hacer juego con el vestuario, tienen en exhibición la línea de ropa para hombre, hechas para el compañero de Barbie: Kent, con trajes deportivos, casuales, de vestir y de acción, estos no son hechos en su taller, sino que son comprados “en la fayuca”, también tienen variedad de ropa para “muñecos estilo Nenuco”.
“Está flojo, está malito. Va a tardar uno en restablecerse otra vez como antes, eso va a durar rato. De plano nos frenaron. Además, la gente anda amolada, no tienen tampoco para gastar, vienen al tianguis más de paseo que a comprar, y entiendo, no hay trabajo, mejor no gastan. En noviembre se empieza a mover más, por la Navidad, es la buena fecha, pero a ver cómo se pone con esto (la pandemia)”, expuso.
Aunque parezca lo contrario, existe un mercado importante de personas que gustan de comprar vestidos para Barbies, buscan renovar sus vestuarios con la temporada y piden diseños en particular, como la señora Claudia Parés, madre de tres niñas con edades de entre seis y 12 años, que tiene un guardarropa para sus muñecas tan amplio que ya perdieron la cuenta de cuántos tienen.
“De toda la vida, desde que era niña me ha gustado coleccionar mis Barbies, y ahora mis hijas también tienen el gusto. Compramos muñecas, vestidos, ropita, accesorios, muebles, todo lo que se pueda comprar, y también cuando lo podemos comprar, porque tampoco es como que tengamos mucho dinero”, afirmó la señora Claudia.
Alberto confiesa que no sabe coser y no tiene interés en aprender el oficio, a pesar de la avanzada edad de su madre, pues "llega mucha mercancía de China" para tener surtido su puesto en el tianguis.
ijsm
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