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Mexicali, ciudad santuario de migrantes

Autoridades de EU prefieren repatriar por esta frontera, que se caracteriza por no violentar a deportados, como ocurre en ciudades cercanas a Texas, señala la organización Ángeles sin Frontera

Personas sin hogar esperan en fila para recibir comida
Personas sin hogar esperan en fila para recibir comida Personas sin hogar esperan en fila para recibir comida (La Crónica de Hoy)

Abandonados a su suerte en tierra amiga, millares de mexicanos que constituyen la cara más dramática del desarraigo sufren a diario en la frontera bajacaliforniana las consecuencias de la deportación desde Estados Unidos —a razón de uno cada 15 minutos tan sólo en la garita de Mexicali—, dedicados a labores precarias para subsistir mientras reúnen el dinero suficiente para intentar de nuevo la emigración y reencontrarse con sus familias.

Enrique Morones, activista pro migrante, recordó que durante su primer periodo en la Casa Blanca, Barack Obama dictó un cambio de rumbo en la política de deportaciones: desde 2011 debió darse prioridad a los casos de indocumentados criminales, por encima de aquellos que tienen un historial limpio.

En referencia a eso, manifestó que a la fecha, el ICE (autoridad norteamericana encargada de las repatriaciones) afirmó que “la mayoría de los deportados” (59 por ciento, en los reportes oficiales) tiene condenas por delitos previos.

Sin embargo el líder social indicó que más de la mitad de esos “deportados criminales” son en realidad responsables de ofensas menores según las cataloga la ley, como el manejar bajo la influencia el alcohol o la violencia doméstica.

A pesar de lo anterior, José Luis Pérez Canchola, asesor comisionado en Derechos Humanos del gobierno estatal, sí hubo un incremento en deportaciones de ilegales con antecedentes penales.

Como ejemplo, expuso que entre las deportaciones enviaron a miles de ex convictos que pertenecían a grupos criminales y pandillas en Estados Unidos, incluso muchos que no eran mexicanos, sino de Centroamérica o Sudamérica, pero se hacen pasar como originarios de este país.

Por lo anterior, precisó que se dio el ingreso de integrantes de la pandilla Mara Salvatrucha a territorio bajacaliforniano, así como de otros grupos criminales que operan en Estados Unidos.

”La frontera en esta zona es fuertemente vigilada y Mexicali no tiene la reputación de violencia contra migrantes y deportados como otras ciudades cercanas a Texas, donde secuestradores esperan nuevas llegadas de personas para poder extorsionar a sus familiares en Estados Unidos”, declaró el activista.

Incluso dio a conocer que se establecieron acuerdos con la Policía Municipal, a efecto de que no extorsionaran ni molestaran a los migrantes como sucede en otras ciudades con los cuerpos de seguridad.

En ese mismo sentido, de acuerdo al cónsul de México en Calexico, Carlos Flores Vizcarra, de un total de 70 personas que en promedio son deportadas diariamente por la garita con Mexicali, el 60 por ciento son indocumentados detenidos en San Diego y Yuma (Arizona).

El funcionario federal comentó que menos de la mitad de los deportados son detenidos en el condado del Valle Imperial, zona limítrofe con la frontera de Mexicali, pero no lo consideró una situación negativa ya que por cuestión estratégica se hace de esta manera, además que la atención que se les da en el centro de repatriación en la capital del estado es de las mejores.

Ricardo Arias, quien fue deportado hace un mes desde Michigan, describió que uno de sus principales temores era que lo repatriaran por alguna ciudad de Tamaulipas, Coahuila o Chihuahua, pues son conocidos los relatos de migrantes que ahí son secuestrados y extorsionados.

Cuando pisó Mexicali se sintió extraño, pues es una zona geográfica que prácticamente no conocía, pero con el transcurso de las semanas se ha sentido a gusto en la ciudad, pues prácticamente no ha sido molestado ni sufrido de inseguridad.

“La policía no te molesta, los polleros si no quieres sus servicios tampoco te dicen o hacen nada. En el Hotel de Migrante me han tratado muy bien y la gente en la ciudad es amable. Aún no sé si volver a Estados Unidos o irme a Jalisco, de donde soy. Tengo familia tanto allá en Estados Unidos como acá en México”, narró.

En el derruido edificio de lo que fue un hotel de paso, en la zona de cantinas y prostíbulos del Centro Histórico de Mexicali, Tamai y un grupo de activistas decidieron rentarlo y rehabilitarlo de acorde a sus posibilidades, para darle albergue a los cientos de migrantes que eran deportados diariamente, sobre todo por las noches y madrugadas.

Hasta antes de la creación de dicho hotel, en Mexicali se tenían varios centros de apoyo a deportados operados por la Iglesia católica e iglesias cristianas, sin embargo cada uno de ellos tenía una capacidad máxima de 100 migrantes.

“Vimos que estábamos rebasados y que Obama seguiría deportando, así que acondicionamos el hotel y con cupos máximos podemos atender hasta a 500 migrantes, sobre todo que tengan un techo donde pasar la noche”, comentó.

La ubicación de dicho Hotel del Migrante ha sido otra ventaja para los deportados y quienes buscan cruzar a Estados Unidos, pues se encuentra prácticamente a una cuadra de la Garita Internacional.

Allá en California, Juan Ramón trabajaba en el sector de la construcción, pero cuando escaseaba el trabajo, se empleaba en campos agrícolas. Aseguró que nunca le faltaba el trabajo y que a su esposa tampoco, como trabajadora doméstica y “baby sitter”, como llaman a las niñeras.

Hace poco más de tres meses, tras pasarse un alto cuando conducía una camioneta de la empresa en que trabajaba, fue detenido y deportado.

“Regresar a Guerrero, ni pensarlo. No tengo a mi familia allá y además me dicen mis parientes que es inhabitable, con la violencia y la miseria”, dijo con un dejo de tristeza.

Juan Ramón aseguró que allá no tiene ya propiedades ni dónde vivir ni trabajar, y que buscará por todas las vías regresar a Estados Unidos para reencontrarse con su esposa e hijos.

“Están muy tristes, diario hablo con ellos por celular o en la computadora de un café internet al que voy. Están desesperados igual que yo, pero ya les dije que por nada podemos regresar a nuestro lugar de origen, deben esperar a que yo pueda volver de nuevo”, sentenció.

El entrevistado dijo que aunque no tiene aún suficiente dinero para cruzar a Estados Unidos, buscará redoblar los pequeños empleos que ha conseguido en Mexicali para llegar a Sacramento antes de que tome posesión Donald Trump como presidente.

Está consciente, sostuvo, de que con el nuevo mandatario las cosas serán aún más difíciles para los migrantes, por eso urge llegar antes con su familia.

Respecto a estas historias, Sergio Tamai Quintero, líder del grupo Ángeles sin Fronteras, consideró que se podrían repetir al doble o al triple con las políticas que adopte el nuevo gobierno de Donald Trump.

“Es cierto que con Barack Obama no les fue bien a los indocumentados en Estados Unidos, pero con Trump nos iría dos o tres veces peor. A eso consideremos que le cerrarán las puertas a los afrodescendientes que buscan asilo allá. En Baja California podría hacerse un gran cuello de botella entre migrantes extranjeros y connacionales deportados”, aseveró.

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