
Es ahora, en medio del movimiento anticolonialista que el presidente López Obrador reitera la solicitud del gobierno mexicano de ver el penacho de Moctezuma de vuelta en México.
Desde 1991 el gobierno mexicano exigió a Austria la devolución de este patrimonio histórico, aunque no recibió respuesta. Diez años más tarde se ofreció la carroza del emperador Maximiliano de Habsburgo como un intercambio temporal, pero no fue posible.
El tocado fue creado en el siglo XVI por artesanos amantecas. Mide 1.30 metros de altura y 1.78 metros de altura. Está compuesto por 222 plumas de cuatro especies de aves; quetzal, pájaro ardilla, cotinga azulejo macho y espátula plateada rosada. Están montadas sobre dos redes hechas a base de fibras de maguey y algodón o pegadas con un adhesivo natural a base de un extracto de orquídeas. Además contiene más de 1500 incrustaciones de oro, sustituidas por latón para aminorar su peso
Un documental realizado en 2012, al concluir ocho años de trabajos de restauración entre especialistas mexicanos y austriacos, reveló que los materiales del tocado de con cinco siglos de antigüedad no resistirían las vibraciones de su traslado.
La propiedad original del tocado se atribuye a Moctezuma II Xocoyotzin, emperador azteca cuando Hernán Cortés llegó a México en 1519. De acuerdo con grabados, era parte del atuendo de un guerrero.
Se sabe que en 1596 el penacho ya se encontraba en el castillo de Ambras en Austria. Un inventario realizado tras la muerte del archiduque Fernando II de Tyrol, sobrino de Carlos I de España, describe la presencia en una de las vitrinas de un “sombrero morisco de bellas y brillantes plumas largas de color oro y verdoso, ascendiendo hacia su parte superior con plumas blancas, rojas y azules. Adornado con laminillas y rosetones dorados, que tiene en su frente un pico todo de oro”.
La muerte de sus descendientes significó el descuido del penacho que perdió este pico de ave dorado que tenía al frente.
Luego de una invasión bávara y de las guerras napoleónicas llegó a Viena, en 1806. Para entonces se le exponía boca abajo, suponiendo que se trataba de una especie de delantal.
70 años después la pieza fue redescubierta por Ferdinand Hochstetter, el director del Museo Imperial de Historia Natural y restaurada de manera urgente para su traslado a dicho lugar, pues estaba “tan deteriorado, comido por las polillas, que se temía se nos deshiciera al sacarlo”.
Debido a esto, en 1879 el investigador especializado en México, Teobert Maler, dibuja la pieza y la describe para la revista la Nature como “un vestuario a manera de delantal qué probablemente formo parte de las piezas tan vergonzosa mente robadas a Moctezuma y regaladas por Cortés al Emperador Carlos V”, o Carlos I de España.
El penacho permaneció en este museo hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, cuando pasó a ser propiedad del museo de Etnología de Viena, actualmente a cargo de él. A lo largo del siglo pasado estuvo en contante movimiento para distintas exposiciones y para su protección durante la Segunda Guerra Mundial.
Su última salida registrada del museo fue entre 1959 y 1960 para la exposición “Arte Precolombino de México y Centro-américa” en la misma ciudad de Viena.
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