Opinión

Corcholatas. Carritos chocones de la feria

El país no necesita a alguien que defienda a la 4T, lo que le urge es alguien que lo defienda de la 4T. Y es que de cara al último año de gobierno de López Obrador la 4T está desaforada, frenética, fuera de sí.

Ha inoculado el virus de la efervescencia política al país, virus para el que no hay antídoto. Los organismos electorales, me refiero al INE y al Tribunal Electoral, han resuelto ser comparsas de este carnaval que se guía por el aforismo morenista de “no me salgan con que la ley es la ley”. La forma en que esos organismos justifican las tropelías morenistas es de pena ajena. Si se vale el Tour de las Corcholatas 2023, se vale todo.

El presidente es el director de esta puesta en escena sin pies ni cabeza. Tiene a todo el mundo moviéndose como loco sin un destino fijo, como una inmensa feria de carros chocones en las que se escuchan risotadas, lamentos y mentadas de conductores de carritos que no van a ningún lado, que chocan sin lastimarse y que por reglamento no pueden decir nada coherente.

Estamos ante un colosal happening. La obra cumbre de la psicodelia política. Circula profusamente esa droga poderosa que es el poder, que desde las dosis más pequeñas engancha a los políticos, que una vez que la prueban quieren más y más y están dispuestos a todo, literalmente a todo, para obtenerla. No hay campañas de prevención para prevenir su consumo.

Las corcholatas, una mujer científica de altos vuelos y cinco políticos experimentados, recorren el país buscando, dicen, un coordinador nacional de los comités de defensa de la 4T, como si esa entelequia, la 4T, necesitara ser defendida, cuando en realidad lo que se necesita es justo lo contrario, encontrar alguien que nos defienda de la 4T

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Mientras el espectáculo se desarrolla, los problemas que afectan al país crecen. En algunos casos como el de la inseguridad, se agigantan. Como todo mundo está en la grilla, los sicarios tampoco tienen límites. Los demonios andan sueltos, desaforados, frenéticos. Para ellos, para los matarifes, la estrategia de abrazos no balazos fue lo mejor que les pudo pasar.

Estamos ante un show frívolo e irresponsable. La destreza de AMLO para imponer la agenda en un don diabólico. Lo digo porque logra que la clase política, la inmensa mayoría de los medios, las redes digitales, todos estén entretenidos en el relajo de los carros chocones como si el país tuviera todos sus problemas resueltos y que por lo tanto es correcto dedicarle ríos de tinta al berrinche de Claudia , o miles de tuits a las payasadas de Marcelo, sin que importe saber qué piensan de la militarización acelerada de la vida nacional, de la falta de policías capacitados, del fracaso de la política de salud, de la saturación peligrosa del IMSS, de la crisis del bachillerato público, de la precarización del trabajo docente, de las nuevas tecnologías, del exceso de muertes durante la pandemia, de las 175 organizaciones criminales con presencia en el 80 por ciento del país, de la escasez de agua, el desempleo, la violencia criminal contra las mujeres.

AMLO y sus

AMLO y sus "corcholatas"

En fin, de los problemas reales que enfrenta la población día a día y que avanzan en un carril diferente al de las encuestas, o las fiestas que le encanta organizar a AMLO en el Zócalo con cualquier pretexto. En suma, la efervescencia política permanente distrae a los servidores públicos y a los periodistas de los asuntos importantes que se deterioran a pasos agigantados, mientras todos se concentran en el show de los carrones chocones, esos que no van a ningún lado.