Opinión

Debanhi, el blues de la carretera

Con respecto a la violencia en contra de las mujeres, las autoridades son incompetentes, insuficientes, complacientes o de plano cómplices. Me refiero a las autoridades de los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal. En el reciento caso de la joven Debanhi, el fiscal del estado de Nuevo León reconoció una falla masiva de sus elementos. O sea, que todos los que participaron en la búsqueda de la chica se equivocaron.

Eso ocurre cuando supuestamente sí quieren esclarecer un caso que tiene impacto mediático y costo político. ¿Qué pasa cuando el caso no les importa o buscan ocultarlo? Nuevo León, uno de los estados más poderosos del país, reconoció su insuficiencia y pidió ayuda la Federación, lo que tampoco es garantía de nada.

Hay que decir, en síntesis, que el Estado mexicano no cumple de manera integral su parte del Pacto Social elemental que es brindar a los ciudadanos seguridad a cambio de obediencia. De su falta de empatía con el dolor de las víctimas mejor ni hablamos. La única salida ante esta realidad es que la sociedad aumente y optimice las medidas de auto protección con un objetivo compartido: que los agresores de mujeres tengan menos oportunidades de hacer daño.

Los ciudadanos no pueden esperar a que haya una policía profesional que cumpla con su deber, un sistema de justicia eficiente, ni aguardar a que madure un cambio cultural, impulsado por el feminismo, que haga que los hombres contengan su acometividad asesina en contra de las mujeres. Ojalá esas cosas pasen, pero si nos sentamos a esperar a que ocurran habrá miles y miles de hogares enlutados.

¿Qué hacer en el ámbito de la casa, la oficina, las escuelas o los amigos? Pues por principio de cuentas no bajar la guardia. Asumir que vivimos días peligrosos. Nadie en su sano juicio caminaría quitado de la pena en una de las calles de una ciudad de Ucrania bombardeada por el ejército rojo, por qué entonces la sociedad mexicana no asume que estamos en una situación equiparable a una de guerra para actuar en consecuencia.

Sobre el caso Debanhi, la imagen de la chica sola, en la madrugada, con el viento agitando su falda larga, a la orilla de una de las carreteras más peligrosas del país, tratando de encontrar una forma de regresar a casa, es escalofriante. No trato, para que no haya malos entendidos, de culpar a la víctima, claro que no. Lo que pido, como ya dije, es buscar opciones para que los agresores tengan menos oportunidades de hacer daño. Se pudieron hacer docenas de cosas para evitar que ella quedará en tal situación de vulnerabilidad. La tragedia estuvo precedida, como suele ocurrir, por una cadena de errores. Repito, nada justifica una agresión, pero hay que evitar la posibilidad de que ocurra.

Hay muchas mujeres que por su trabajo tienen que salir muy temprano o regresar muy tarde a sus casas sin ningún tipo de blindaje, pero hay otros muchos casos en los que sí hay formas de reducir el riesgo y esa es la clave, reducir los riesgos. No se trata de coartar la libertad de nadie, ni el derecho de las jóvenes a divertirse, por supuesto que no, pero urge conjugar esparcimiento con protección. Sí se puede.

Las agresiones no pararán, pero es posible tener un esquema de protección. Cada casa, cada grupo de amigos, cada persona, debe tener una red protectora. El propósito al final del día es que ninguna joven deambule sola en la noche en una carretera por la que circulan demonios.

Debanhi escobar mujer desaparecida.

Debanhi escobar mujer desaparecida.