Opinión

Intimidación y persecución

Al mediodía de ayer, me enteré que en las instalaciones de la Facultad de Derecho -sus paredes, puertas, ventanas, monumentos-, dentro del Campus de la Universidad Nacional Autónoma de México, durante la madrugada, fueron colocadas decenas de mantas y carteles con frases y dibujos denigrantes y amenazantes en contra del Doctor Lorenzo Córdova, profesor de esa facultad y ex Consejero Presidente del INE.

Cartel colocado en la Facultad de Derecho de la UNAM

Cartel colocado en la Facultad de Derecho de la UNAM

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Los autores de esa operación de “pega” no dan la cara, son anónimos, pero quieren dar la impresión de ser parte de la comunidad universitaria. Como dice el historiador del fascismo Jason Stanley, “…buscan generar el estigma, esa marca y signo para desatar la infamia” p.39 (Cómo funciona el fascismo. Blackie Books, 2018).

¿De que lo acusan? De nada en concreto, simplemente repiten las frases que ha proferido el presidente López Obrador: “sólo defiende sus privilegios”, “es parte de la derecha mexicana” entre otras mentiras y calumnias. Y como remate de todo, en una operación concertada, desde cuentas robots también anónimas, hacen un llamamiento a una supuesta “marcha de repudio” por el sencillo y normal retorno de un profesor a sus clases.

¿Cuál es el propósito de todo esto? Esparcir el miedo, atemorizar y no sólo a Lorenzo Córdova.

Creo que el público y el gobierno en México debe (debemos) cobrar conciencia de que esta persecución ha llegado ya, demasiado lejos. La inició el presidente con sus constantes diatribas y sus intentos por debilitar y desmantelar a la institución electoral. La siguió el señor Salgado Macedonio con sus amenazas nada veladas, reacción a la cancelación de su candidatura que no cumplió los requisitos; varios personeros del oficialismo no han cesado de hostigarle y el encargado de la Unidad de Inteligencia Financiera -Pablo Gómez- amagó con sanciones penales contra Córdova, Murayama y otros consejeros ¡por recibir su liquidación de ley!

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Estas cosas me recuerdan a la película “Z” de Costa Gavras en la cuál, el discurso de un profesor, médico, cultivado, es pretexto para que los fascistas organicen una marcha que impediría fuera escuchado. Y en esa tensión, en esa absurda animosidad creada por las mismas hordas, se cuece un espeso caldo de violencia. Cómo si en México el regreso de un catedrático prestigiado de gran experiencia profesional, pudiera ser impedido por consignas y movilizaciones hechizas, como si su vuelta al trabajo, pudiera depender del húmor de ciertos grupos.

El Presidente López Obrador es el primero obligado a condenar y deslindarse de éstos actos y a lamar a su cancelación, por supuesto. La comunidad de la Facultad de Derecho, empezando por sus directivos, deben ser extraordinariamente enfáticos en la condena a esta intimidación. Los medios de comunicación y la sociedad civil también deben mantenerse alertas durante este delicado trance y sobre todo, las máximas autoridades de la UNAM, no pueden permitir que la persecución y la intimidación tomen carta de naturalidad en ninguna de sus comunidades. La UNAM no puede resignarse a ser tomada por las corrientes de la intolerancia y de la infamia. Y no pueden permitir que la vida académica, la investigación, la cultura, quede sometida a quienes han sido mandados para propalar infamias y generar temor.