Opinión
Las primarias en Iowa y New Hampshire desvelan el talón de Aquiles de Trump
Fran Ruiz

Las primarias en Iowa y New Hampshire desvelan el talón de Aquiles de Trump

Donald Trump andaba muy enojado la noche del martes, pese a su victoria en New Hampshire. Tenía motivos: no arrasó, como esperaba, y su única rival en las primarias republicanas, Nikki Haley, anunció que no piensa rendirse tan pronto, pese a que el expresidente lo pidió. En la lógica megalómana del magnate y líder mesiánico de la nueva y dominante derecha xenófoba estadounidense, sus deseos son órdenes, como bien entendió un sumiso Ron DeSantis; y que encima quien no le obedezca sea una mujer, debe haberle herido su orgullo misógino.

Nikki Haley este miércoles en un mitin en Charleston, Carolina del Sur

Nikki Haley este miércoles en un mitin en Charleston, Carolina del Sur

EFE

Pero primero, un champú de cariño para el aspirante de cabellera imposible: quien gana Iowa y New Hampshire gana la candidatura presidencial, como manda la tradición, así que, por ese lado Trump debe estar contento. Salvo que le dé un infarto o la Corte Suprema le despoje de inmunidad y le dé la razón a Colorado, que le negó el derecho a ser candidato por incitar a la insurrección en el asalto al Capitolio, Trump será, por tercera vez consecutiva, el candidato presidencial republicano en las elecciones del martes 5 de noviembre.

Además, se volverá a enfrentar al mismo rival que lo derrotó en 2020, pero ahora, esos cuatro años de edad que le saca el demócrara parecerá que son ocho más. Y la guindilla: la última encuesta (de este mismo miércoles) anuncia que el populista republicano ganaría por once puntos de diferencia al nada carismático Biden.

Entonces, si al final el problema es Biden ¿a qué viene tanto malestar de Trump con Haley? Hay un motivo lógico: cuanto más tiempo, dinero y energía tenga que desperdiciar Trump por una candidatura que la tiene ganada, más tarde empezará la verdadera competición.

Pero hay otro factor que impidió que Trump no barriera en las urnas en Iowa y en New Hampshire por culpa de Haley: los votantes independientes (no registrados ni como republicanos ni como demócratas), a los que en algunos estados se les permite votar en las primarias de cualquiera de los dos partidos, se inclinaron mayoritariamente por la candidata más moderada.

Cuanto más tiempo siga Haley en la carrera más se notará el contraste entre el extremismo vengativo que propone Trump y el conservadurismo moderado y pragmático que propone ella.

Pero, para mala suerte de Haley, el Partido Repubilcano ha sido fagocitado por la corriente extremista, así que, lo lógico es que Haley acabe renunciado mpas temprano que tarde, una vez que se haya llevado como premio de consolación una victoria en las primarias de Carolina del Sur, donde fue gobernadora, que se celebrarán el 24 de febrero, antes del Supermartes del 5 de marzo.

Incluso si Haley pierde en su feudo, su gesta de luchadora por una causa perdida, pero noble, podría movilizar a ese voto indeciso de millones de estadounidenses e inclinarse al voto antiTrumo: si no es ella, es Biden.

De hecho, si alguien estuvo satisfecho la noche del martes tras los resultados de New Hampshire fue el presidente de EU, cuya apuesta para lograr un segundo mandato es que el radicalismo de Trump vuelva a movilizar al voto útil, como ocurrió en 2020 (cualquiera menos Trump), y gane un segundo mandato, pese al handicap de su avanzada edad.

Pero caer en la autocomplacencia es lo peor que podría pasarle al octogenario Biden. Uno de los errores que tumbaron a Hillary Clinton fue creerse favorita y llamar “ignorantes” a los votantes que acudían a los mítines de Trump, sin percatarse de que muchos eran obreros blancos olvidados por la globalización y que su discurso antiinmigrante fue clave en estados industriales donde la victoria no estaba clara.

Por eso, fue tan significativo que Biden se convirtiera en 2023 en el primer presidente de la historia de EU en sumarse a una huelga sindical, en apoyo a los trabajadores de la industria automotriz, contra la tacañería de los patrones, que se negaban a subirles el sueldo, pese a los beneficios récord tras la pandemia.

Casualidad o no, este miércoles, sólo horas después del enojo de Trump con Haley, el sindicato del motor de EU, clave en estados pendulares como Michigan y Wisconsin, anunció su apoyo a la reelección de Biden.

Por tanto, la primera lección en este arranque de la campaña electoral en EU es que el voto independiente y el de republicanos moderados que se niegan a unirse al “mainstream” radical es mayor del que le gustaría admitir a Trump, como se hizo evidente en las primarias de Iowa y New Hampshire.

El gran dilema, sin embargo, sigue sin resolverse: ¿Serán suficientes los votos de los independientes moderados para evitar el regreso de Trump a la Casa Blanca?