Opinión

¿Madres buscadoras para Ayotzinapa?

La larga sombra del caso Ayotzinapa cubre con su manto siniestro a la 4T. Fue un torpedo en la línea de flotación del sexenio de Enrique Peña y se perfila para ser una de las promesas incumplidas del gobierno de López Obrador.

Madres buscadoras de Ayotzinapa

Madres buscadoras de Ayotzinapa

Cuartoscuro

El esclarecimiento de lo sucedido está demasiado lejos. No se sabe qué pasó con los normalistas. De la ubicación de sus restos, si se asume que fallecieron, no hay indicios. La salida de lo que quedaba del GIEI ya está teniendo un alto costo político y de imagen internacional para el presidente.

Aquí un grupo de analistas que sostienen que ese Grupo no aportó nada. Su empeño por inculpar al Ejército y la Marina sin pruebas suficientes fue una táctica política y no una estrategia profesional de investigación. Hay otro grupo que sigue sosteniendo que la verdad se oculta detrás de los cuarteles y que soldados y marinos no dicen la verdad de lo que saben. Imposible saber quién tiene razón.

Lo increíble es que a estas alturas incluso varios de los asesinos confesos están libres por sospechosas fallas al debido proceso. Hay jueces que incluso sostienen que los fiscales no han podido probar la existencia de los Guerreros Unidos la banda criminal que tenía el mando real en Iguala en la noche del 26 de septiembre del 2014.

Los familiares de los normalistas ya no toleran tanto desengaños. Exigen un encuentro personal con el presidente para reclamarle por qué están tan lejos de la verdad. Ya hay voces que hablan de un grupo de buscadoras que con picos y palas emprendan la búsqueda por sus propios medios y consiguiendo denuncias anónimas que las orienten. Presentar la cabeza del ex procurador Murillo Karam es absolutamente insuficiente. La sombra del Ayotzinapa se alarga.

Madres Buscadoras

La existencia en México de colectivos de Madres Buscadoras causa estupor y vergüenza a todos. Es necesario que el dolor de esas mujeres no nos sea indiferente. Su existencia es la prueba del fracaso de nuestro modelo de convivencia como país civilizado. Me hago cargo de que suena fuerte pero se ajusta a la verdad.

Se trata de grupos de mujeres que, equipadas con picos y palas, remueven la tierra de fosas clandestinas con la esperanza de encontrar los restos de sus seres queridos y darles sepultura digna. Claro que hacen un trabajo que no les corresponde, pero ante la abulia e incompetencia de las autoridades, lo hacen ellas mismas poniéndose en riesgo permanente.

El tema saltó a la agenda nacional con motivo de la presencia en nuestro país de la señora Estela de Carloto, fundadora del colectivo de Abuelas de la Plaza de Mayo, en Argentina, que lucha por las personas desaparecidas en aquel país durante la dictadura militar. El presidente trató a la señora Estela de manera muy comedida, lo que está muy bien, pero de inmediato voceras de colectivos de buscadoras mexicanas dijeron que el presidente es candil de la calle y oscuridad de su casa. A ellas jamás las ha recibido. Nunca las ha invitado a Palacio Nacional.

El presidente no las recibe, hay que decirlo, porque ellas han dicho que caminamos sobre un cementerio clandestino y recibirlas sería aceptar el fracaso estrepitoso de la estrategia contra la inseguridad llamada “Abrazos, no balazos”, que no sirve de nada.

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A los colectivos de mujeres buscadoras los une el dolor de no saber dónde están sus seres queridos. Son grupos que surgen y se disuelven de manera continua. En su desesperación han pedido a los grupos criminales que les permitan buscar en paz, sin el temor de convertirse también ellas en víctimas fatales.

Que el sufrimiento de las madres buscadoras no nos sea indiferente.