Academia

La encrucijada de la educación frente a la pandemia

En México, la necesidad de continuar con las clases a distancia, a partir del anuncio de la obligatoriedad del aislamiento social el 23 de marzo del 2020, exigió una transición abrupta

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Probablemente para la educación media superior, superior y de posgrado, fue relativamente más fácil organizar esta transición.

Probablemente para la educación media superior, superior y de posgrado, fue relativamente más fácil organizar esta transición.

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Aunque durante las últimas décadas ha habido avances importantes de la educación virtual, es necesario reconocer que la resistencia y críticas al uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC´s) prevalecía de manera reiterada hasta antes de la pandemia de la Covid 19, que se extendió de manera vertiginosa desde China hacia el mundo desde finales del 2019.

En México, la necesidad de continuar con las clases a distancia, a partir del anuncio de la obligatoriedad del aislamiento social el 23 de marzo del 2020, exigió una transición abrupta en la educación para todos los niveles. Y en lo que pareció un instante, muchos hogares a lo largo del país se convirtieron en mini-escuelas y padres y madres se asumieron como acompañantes de sus hijas e hijos en las clases y tareas. Como ustedes sabrán son variadas las experiencias que se dieron en torno a esta transformación, así como los dramas en los que no se dio un acompañamiento cabalmente o ni siquiera un poco.

La educación preescolar y de los primeros grados de primaria requirieron de la creatividad y apoyo de las familias para mantener el interés y atención de los más pequeñitos, y su integración a las clases y actividades virtuales. Las familias fueron en los primeros meses de la pandemia un soporte fundamental para la continuidad del nivel de la educación básica, a pesar de no poder suplir totalmente la parte pedagógica, el ingenio y disposición para aportar a la educación de sus hijas e hijos se sobrepuso en el marco de un contexto altamente incierto y devastador. Así florecieron las relaciones entre escuela, docentes y familias, aunque en otros casos se recrudeció el abandono y desentendimiento entre casa y escuela, sobre todo donde existía la falta de recursos económicos y de infraestructura de las familias y de las escuelas, tanto en contextos urbanos como en los rurales e indígenas.

Quedó claro que la premura en la transición generó problemas muy complejos de atender, dado el poco manejo que tenían docentes y estudiantes de las herramientas y plataformas informáticas, la simplificación de querer llevar a lo virtual lo que se hacía presencial, las dificultades de sectores amplios de la población estudiantil para conectarse desde sus hogares, ya sea por la falta de acceso a internet o por la ausencia de equipos de cómputo, tabletas o celulares, lo que ocasionó deserción escolar al sentirse completamente rebasados y con pocas opciones para continuar su formación.

Probablemente para la educación media superior, superior y de posgrado, fue relativamente más fácil organizar esta transición, ya que muchas instituciones habían experimentado estos procesos en su camino por construir programas virtuales y tenían plataformas listas para su uso. Y, por otra parte, un amplio sector estudiantil tenía más familiaridad con los dispositivos inteligentes y de acceso más frecuente a internet, lo que favoreció establecer programas educativos virtuales, pero aún en estos contextos existen historias de terror.

En resumen, se puede decir con toda seguridad que al igual que en la educación presencial de toda la vida, en este boom de la educación virtual ha habido de todo, desde la más triste simulación de un proceso pedagógico, hasta las más interesantes y llamativas novedades. Si bien ha sido complicado, una gran cantidad de personas ha respondido al reto y a dos años de la crisis pandémica podemos reconocer avances importantes.

En tiempo récord se han realizado grandes adecuaciones, hemos aprendido a usar de mejor manera las herramientas y las plataformas, como el ahora famoso Zoom. Hace tan solo dos años nadie lo conocía y ahora es parte de nuestro vocabulario. ¿Quién hubiera imaginado canalizar tantas actividades por esta modalidad de educación a distancia? Hasta lo que parece ser lo más íntimo de la educación, como la relación terapéutica, ha migrado a Zoom y con resultados favorables. Incluso terapeutas que conocemos nos han comentado que el encuentro con sus pacientes por esta plataforma tiene sus virtudes ya que permite una intensificación del otro a través de su voz y expresión facial.

En nuestro caso —somos tres docentes o ‘profesores’ de educación superior y posgrado— también hemos llegado a lugares previamente impensables desde nuestra sensibilidad académica y conceptos de lo que es un buen encuentro académico. A dos años del inicio de la pandemia, y habiendo diseñado y realizado dos seminarios en línea, no queda tan claro que el formato presencial sea indispensable para generar un buen proceso de reflexión y académico, y quedan grabadas algunas ventajas de encontrarnos mediante estas nuevas plataformas ‘pedagógicas’ como el Teams o el Zoom.

Lo mismo en el caso de uno de nosotros, quien ha estado involucrado en el diseño de cursos de formación socioemocional en línea para docentes que se han impartido desde una ONG que previamente se había especializado en lo presencial y se auto-valoraba como dotada en cuanto a su capacidad de generar una calidad en el trato educativo muy reconocido por los docentes. Si bien, había empezado a explorar la modalidad virtual antes de la pandemia, este movimiento se acentuó en los últimos dos años. Al igual que la experiencia en la academia, lo virtual ha resultado muy lúdico en maneras que han sorprendido y ahora casi se podría contemplar la posibilidad de generar una oferta puramente virtual, así, dejando atrás lo presencial. Claro que en el corto o mediano plazo todavía suena demasiado radical soltar por completo los procesos presenciales, pero a la vez hay una cualidad en estos cursos en línea que apunta a una “nueva normalidad”. Si antes para la ONG era difícil pensarse llevar a cabo formación ética-socioemocional en línea, ahora es casi imposible para los y las docentes imaginarse sin su oferta virtual.

Estos casos particulares son, para nosotros, evidencias de una “nueva normalidad” en la educación. Comprendemos que se han desarrollado en condiciones muy privilegiadas en comparación con la gran mayoría de docentes que enfrentaban el reto de una migración pedagógica a lo virtual. Nosotros tuvimos tiempos y espacios dialógicos para diseñar actividades y pensar en equipo cómo hacer atractivo el formato, además de tener relativamente poco tiempo ‘frente grupo’. Sin embargo, la mayoría de docentes de las escuelas privadas y públicas no contaban con estas ventajas y se vieron en la necesidad de realizar un trabajo frente la pantalla en condiciones bastante desfavorables y desde una soledad profesional muy grande. Así quizás para muchos el hecho de la educación virtual se volvió un martirio y causa de enajenación profesional y personal.

Si bien el tema de lo virtual vs lo presencial está presente como nunca antes, ligado a este debate aparece la cuestión de cómo establecer las condiciones para aprovechar de mejor manera el potencial de la modalidad virtual, lo cual no difiere de la educación presencial en la pregunta del millón sobre cómo alcanzar su potencial. Como muchas otras dimensiones de nuestra vida, la educación ha sido modificada por la pandemia y lo que queda por ver es si somos capaces de reconfigurar el encuentro pedagógico y repensar lo que es ser docente o ser estudiante o ‘dar’ o ‘tomar’ clases. Hay señales vitales en este sentido; se han puesto en marcha procesos de capacitación y formación docente para la educación virtual y en algunos casos se han realizado acciones para apoyar a estudiantes, no únicamente para que cuenten con mejor conectividad y equipos. No obstante, aún sigue pendiente resolver el asunto pedagógico en la educación, no basta la apropiación de TIC´s sin antes asumir un compromiso mayor para repensar los procesos de enseñanza-aprendizaje en la modalidad virtual.

Como “especialistas” en la educación queremos argumentar que no debemos huir de lo difícil de lo virtual para retornar a la presencialidad, más bien ante esta encrucijada de caminos podríamos aprovechar la experiencia acumulada en estos dos años pandémicos para ahondar cada vez más en una pedagogía virtual. Estamos en un buen momento para preguntarnos por las experiencias adquiridas y reflexionar de manera crítica, propositiva y creativa los aspectos que han sido significativos para la construcción de aprendizajes, pero también para descartar aquellos procesos que pretenden continuar la simulación entre unos que enseñan y otros que aprenden. La pandemia ha marcado un antes y un después en muchos aspectos socioeducativos, todavía es difícil pensar en el regreso a la “normalidad”, en todo caso valdría la pena preguntarse ¿qué es la normalidad y qué implicaciones tiene en los procesos educativos? El pretender regresar a ella sin ni siquiera un aprendizaje sería continuar con la vida sin reparo alguno, como si no hubiera pasado nada.

Los escenarios para continuar con la educación son claros: a) regreso a la presencialidad, b) conformación de modelos híbridos y, c) ampliación y consolidación de la virtualidad. Es evidente que cada nivel enfrenta sus propios retos y se tomarán decisiones diferentes para resolver los principales problemas que deben atender. De igual forma, cada uno de estos escenarios conlleva ciertos riesgos que como humanidad debemos asumir con responsabilidad y con la esperanza de que la pandemia nos haya aportado elementos para redimensionar y transformar la educación.

Así como las nuevas variantes del virus van marcando la pauta para otras formas de interacción en el mundo, así también deberán comenzar a surgir variantes educativas que permitan establecer gradualmente innovaciones en los procesos de enseñanza-aprendizaje en todos los niveles. No se trata de establecer modelos, sino de construir propuestas diversas adecuadas y articuladas a los contextos socioculturales de las escuelas, docentes, estudiantes y familias.

*Técnico académico de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) 

**Investigador de ECOSUR con licencia

 ***Investigador de la Universidad Veracruzana