Paradiplomacia, llave académica y cultural para la integración global de regiones
Hablamos de la capacidad de llevar a cabo relaciones a nivel internacional entre agentes locales para sacar adelante proyectos sobre intereses comunes: Alejandro Alday.
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La necesidad de desarrollar redes propias de interacción que no dependan de estructuras diplomáticas nacionales, ha detonado nuevas prácticas para generar beneficios con base en agendas compartidas que pueden ser académicas, culturales y económicas. De ahí la importancia de la paradiplomacia, a través de la cual dirigentes urbanos o regionales no restringen sus acciones a los límites de sus ciudades, sino que participan en la globalización y ejercen influencia en distintos ámbitos de lo de la vida social
Especialistas sobre el tema dialogaron este fin de semana en el panel “Paradiplomacia y gobernanza global”, como parte de un webinar más organizado por la UDLAP Jenkins Graduate School .
Tres formas de paradiplomacia
De acuerdo con el Dr. Roberto Zepeda, profesor de la UDLAP y de la UDLAP Jenkins School, las interacciones entre entidades subnacionales definen a la paradiplomacia hoy día. Bajo este esquema “se toman decisiones para afrontar retos en común, a lo que denominamos gobernanza”. Así la paradiplomacia se entiende como “elemento consustancial a la gobernanza global y la gobernanza regional”.
Zepeda identificó tres formas de paradiplomacia. La regional fronteriza, que se refiere a los contactos transfronterizos, ya sean institucionales, formales e informales. La transregional tiene que ver con las conexiones y negociaciones entre los gobiernos no-centrales que no son vecinos, pero cuyos gobiernos nacionales sí lo son. Mientras que la global consiste en los contactos político-funcionales con naciones distantes. Conectan a los gobiernos no centrales no sólo con centros comerciales, industriales o culturales entr e otros continentes, sino también con distintas ramas o agencias de gobiernos nacionales o extranjeros.
Las “metápolis” y su influencia mundial
Alejandro Alday, titular del Instituto Matías Romero de la Secretaría de Relaciones Exteriores, definió a la paradiplomacia como “la capacidad de llevar a cabo relaciones a nivel internacional entre agentes locales para sacar adelante proyectos sobre intereses comunes y que son parte de las fortalezas de esas ciudades”.
Miembro del Servicio Exterior Mexicano desde 1998, Alday refirió que el ejercicio paradiplomático no es algo nuevo del todo. “Hay ciudades en el mundo que llevan años llevando una agenda propia y que incluso algunas pueden revazar en algunas actividades al Estado al que pertenecen”. Se trata de las ciudades alfa, como Nueva York, Londres, Tokio o París.
Bajo esa misma idea, Alday retomó la noción de las “metápolis”, definidas por el sociólogo del Instituto Francés de Urbanismo, François Ascher, como las ciudades con impacto en las relaciones internacionales en un ámbito global. “Por ejemplo, su sistema financiero nacional está conectado con el internacional, son sedes de las comunidades industriales de sus países y de extranjeras que invierten en sus países, cuentan con gran capacidad cultural, así como de desplegar agendas en materias de seguridad, movilidad o educación”.
En un estudio publicado en 2020 por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, apuntó Alday, se utiliza el término acuñado por Ascher para identificar cuatro ciudades latinoamericanas como “metápolis”: Sao Paulo, Ciudad de México, Buenos Aires y Santiago de Chile.
Esto por que lo que sucede en estas urbes influye en las interacciones políticas, las estructuras sociales y los arreglos económicos internacionales.
Medellín, un caso de éxito
Politóloga de la Universidad del Rosario, Bogotá, la Mtra. Victoria Ávila Duque comentó el exitoso caso de Medellín en términos de paradiplomacia y gobernanza global. Señaló que éste se basó en al menos tres aspectos fundamentales. Una estructura especializada apoyada en la labor de la Agencia de Cooperación e Inversión de Medellín y el Área Metropolitana. Así fue posible que la ciudad atrajera inversión extranjera y sea miembro de 12 redes de ciudades, entre otras cosas.
Un segundo aspecto fundamental fue la política pública de cooperación que ofreció un marco para la construcción de una agenda glocal, enfocada especialmente en lo económico. Así como la construcción de capacidades endógenas y competitividad territorial. Y finalmente, la voluntad política continuada, que contempla a cinco administraciones de gobierno alineadas al plan estratégico de desarrollo territorial de la ciudad. “Esto ha hecho que la iniciativa tenga permanencia y durabilidad. Realmente la ha convertido en una estrategia sostenible”, aseguró Ávila Duque.