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Yucatán en el marco de la Soberanía Alimentaria: Un diálogo transdiciplinario

La intervención del gobierno es de vital relevancia, pues el Derecho Humano a la alimentación impone retos biopolíticos

Mujeres preparando alimentos en una cocina
Diálogos y talleres en Tixcacal. Diálogos y talleres en Tixcacal. (CIATEJ)

La Soberanía Alimentaria es un concepto que ha sido promovido por el movimiento Vía Campesina como un camino hacía una alimentación sana, nutritiva y culturalmente adecuada. La Soberanía Alimentaria establece la importancia para los pueblos de poder tomar decisiones sobre la forma en que se producen, distribuyen y comercializan sus alimentos. Esta idea es opuesta y nace como contrapeso a la denominada Seguridad Alimentaria, en la que se prioriza el acceso a los alimentos, sin reflexión sobre su origen o forma de producirlos, caminando hacía la hipermercantilización de los alimentos en aras de conseguir “seguridad” (Lizardi-Jiménez y col., 2023). En este sentido, el Gobierno Mexicano promueve la Soberanía Alimentaria desde la política pública científica al inscribirla dentro de los Problemas Nacionales Estratégicos, debido al panorama nacional de: “…desigualdad en la distribución de la riqueza socialmente generada, la precarización de las condiciones laborales en el ámbito rural, el creciente consumo de alimentos ultraprocesados o el debilitamiento de los pequeños y medianos productores en favor de una agroindustria alimentaria donde los circuitos de producción-distribución-consumo dependen de grandes oligopolios…” (CONAHCYT, 2023).

La intervención del gobierno es de vital relevancia, pues el Derecho Humano a la alimentación impone retos biopolíticos: por un lado, el cuerpo humano resulta en un “mercado” como contenedor de batalla de los intereses económicos. El cuerpo es visto como un lugar para la apropiación capitalista. El interés del mercado es básicamente utilizar el cuerpo humano para “venderle” comida sin cuidar las características nutricionales; comida chatarra que a través de poderosas campañas de propaganda penetra a gran escala entre la sociedad. Los procedimientos alimentarios se rigen, cada vez más, por las exigencias marcadas por las necesidades de los ciclos económicos capitalistas de gran escala (Pérez-Izquierdo y col., 2012). En muchas ocasiones el precio relativo de alimentos nutritivos es más alto que el de los procesados. A partir de los años 80’s se presentaron cambios en los hábitos de consumo de alimentos a nivel mundial, de modo que al presente predominan dietas deficientes debido al abandono de la dieta tradicional y a la adopción de otra basada en productos procesados y ultra procesados (Moreno-Altamirano y col., 2014).

Enfocandonos en el caso de México, el país no ha sido la excepción en esta migración hacia el consumo de alimentos ultra procesados, sin embargo, aún es posible encontrar territorios donde sus tradiciones culinarias están bien documentadas y todavía se encuentran arraigadas en su gente, como es el caso de la península de Yucatán. En esta región el manto cultural de la alimentación tiene implicaciones en la relación entre grupos humanos y su ambiente. Por poner algunos ejemplos, la ingesta de peces como rayas y tiburones es parte del patrimonio biocultural. Tierra adentro, se domestican aves como pavos, se cazan mamíferos como los armadillos y reptiles como las tortugas. Entre los productos agropecuarios en la península de Yucatán destacan los de la actividad acuícola, hortofrutícola y apícola. Respecto a la actividad hortofrutícola destacan algunas regiones del Estado de Yucatán, como Oxkutzcab, municipio que fue llamado hace unos 80 años “la huerta de Yucatán”, ya que de ahí se suministraba al mercado yucateco, y a la región peninsular, de frutas y hortalizas. Sin embargo, Oxkutzcab es un ejemplo de que aún en lugares con tradiciones tan arraigadas como lo es Yucatán, se corre el riesgo de perder la Soberanía Alimentaria debido a practicas transnacionales agrícolas, pues a finales del siglo pasado, la política neoliberal destrozó esta especialización y la comunidad tuvo que generar otras fuentes de trabajo, creando entonces nuevas relaciones sociales enfocadas a la Seguridad Alimentaria.

Una herramienta muy útil para poder recuperar la Soberanía Alimentaria son los saberes tradicionales de una comunidad, pues estos son un claro ejemplo de la reserva de conocimientos y tecnologías tradicionales que pueden insertarse de manera eficiente en la política pública. Este conocimiento es en realidad una resistencia identitaria, por un lado, pero también acumulación de conocimiento, que desde la Soberanía Alimentaria hace énfasis en una manera culturalmente adecuada de producir alimentos. Los saberes de una cultura abonan a esa soberanía lejos de las imposiciones mercantilistas de las grandes transnacionales agropecuarias (Lizardi-Jiménez y col., 2023). Una estrategia empleada por las ciencias sociales para recuperar los saberes tradicionales es mediante talleres horizontales en los cuales se tiende a la transferencia de conocimiento sin considerar algún nivel jerárquico entre las partes. La idea de un taller horizontal implica la apertura de los científicos y de los pobladores y/o público en general. Se considera el rol de la intuición arraigada de la imaginación y la sensibilidad de las comunidades para la transferencia de saberes. Sólo de esta forma, ante la incertidumbre asociada a problemas emergentes como es el de la mala nutrición puede la sociedad actual conciliar efectividad y afectividad. El compartir conocimiento, a través del diálogo, requiere de una nueva tolerancia organizada desde una actitud transdisciplinaria, es decir, mas allá de las disciplinas científicas.

Debido a lo anterior y como un paso fundamental hacia la Soberanía Alimentaria, el grupo de investigación e incidencia social del PRONAII #321295, encabezado por el CIATEJ, se acercó a distintas comunidades en la península de Yucatán para tener diálogos y talleres horizontales. Un ejemplo de ello es lo ocurrido en la comunidad de Tixcacal.

EXPERIENCIA EN TIXCACAL

La comunidad de Tixcacal es una comisaría perteneciente al municipio de Mérida que tuvo su principal desarrollo económico en la época del auge henequero. Actualmente, aunque se encuentra cercana geográficamente a la ciudad de Mérida, culturalmente se mantiene apartada y conserva sus sincretismos y costumbres propias. En esta comunidad se ha logrado reunir, a través de distintos proyectos promovidos por el CIATEJ Subsede Sureste respaldados por el CONAHCYT y el IDRC (International Development Research Center) (Steels, E. 2022) desde el 2019, un colectivo de mujeres con un rango de edad que va desde los 26 hasta los 75 años, concentrándose casi el 60 % del grupo por debajo de los 45 años.

• Dr. Sergio Valdivia Rivera, investigador por México comisionado a la subsede Sureste del CIATEJ

• Dr. Manuel Alejandro Lizardi Jiménez, investigador por México comisionado a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí

• Dra. Soledad Pech Cohuo, Universidad Politécnica de Yucatán

• Dra. Neith Aracely Pacheco López, investigadora de la subsede Sureste del CIATEJ

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