Cultura

Dan el último adiós a Mario Lavista en su segunda casa: El Colegio Nacional


Despedirlo en este edificio, un acto de gratitud por su importante y trascendental obra: Susana López Charretón. Familiares, amigos y colegiados asisten a la ceremonia

luto en la música

Una guardia de honor de los colegiados.

Una guardia de honor de los colegiados.

Colnal

El compositor Mario Lavista (1943-2021) fue despedido ayer en su segunda casa: El Colegio Nacional, porque a petición del también pianista, quería que su cuerpo recibiera un último adiós de parte de sus amigos miembros de esta institución a la que perteneció por 33 años.

“Despedir al maestro Mario en El Colegio Nacional es un acto de gratitud por su importante y trascendental obra, por su gran amistad y generosa compañía. Estamos muy agradecidos con su familia por poder cumplir su deseo de despedirlo en El Colegio, su casa”, comentó Susana López Charretón, presidenta en turno de El Colegio Nacional, en la ceremonia de cuerpo presente.

Al evento fúnebre llegó la mamá de Lavista, su hija y nieta, además de la asistencia de sus amigos colegiados Juan Villoro, Antonio Lazcano, Manuel Peimbert, Felipe Leal, Luis Fernando Lara y Sana López Charretón, quien dio la bienvenida a los asistentes y manifestó la gratitud por los conciertos, libros y charlas que Mario Lavista brindó a El Colegio Nacional.

“Ofreció más de 120 conferencias-conciertos, la publicación de 5 libros y más de 60 textos de las memorias anuales y la edición de más de media docena de grabaciones”, dijo.

Minutos después, el flautista y compositor Alejandro Escuer dedicó unas palabras a su maestro e interpretó Lamento, de Mario Lavista, y una pieza titulada A Mario (1943-2021) In Memoriam, compuesta por él.

“Recuerdo con cuánta generosidad me regalaste tu tiempo y habilidad característica para estudiar por primera vez tus piezas para flauta sola, tenía 17 años y en los pasillos y aulas del Conservatorio nos conocimos”, recordó Escuer.

Estarás siempre cercano y serás, como es natural en ti y en tu música, entrañable, agregó.

“Las barreras del tiempo y del espacio no son nada, no existen, ya eres invisible Mario; sin embargo, en este Cuaderno de viaje, tu viaje, eres tan tangible como tu Canto del alba, metáfora de luz para flauta sola que trasformó mi vida en una vocación. Un epígrafe que Mario eligió para su Canto del alba dice así: del poeta Wang Wei, de la dinastía Tang. Sentado solo, entre los bambúes, toco el laúd, y silbo, silbo. Nadie me oye en el inmenso bosque, pero la blanca luna me ilumina”, mencionó.

En el acto, el compositor Javier Álvarez se despidió de su mejor amigo recordando los momentos de juventud que pasaron juntos: disfrutar el rock británico que tanto les encantaba (The Beatles, Rolling Stones, Pink Floyd), hablar de amor, de mujeres y de poesía.

“Mario Lavista fue, sin duda alguna, uno de los más grandes creadores musicales de nuestro tiempo. En un país en donde poco se lee y menos se escucha o se va a conciertos esta afirmación adquiere un significado verdaderamente profundo pues no es fácil ser compositor de música de conciertos en México. No obstante, al correr casi cinco décadas Mario inventó una manera de ser compositor a pesar de todo”, destacó.

Mario fue el compositor de la ruptura, comentó. “Redefinió el rol y rompió con el territorio habitual del creador musical de su momento y exploró con gran rigor, maestría y elegancia el ejercicio creativo, el magisterio, la escritura y la divulgación de su arte”.

Álvarez también recordó a su amigo como editor y escritor. “Cultivó el texto literario que lo acompañó siempre fustigando su basta imaginación musical e informando su extraordinario labor como editor y divulgador, esto último a través de Pauta revista fundada por él a principios de los 80 y que hoy debiera ser apoyada por el estado o por la iniciativa privada para que siga siendo la revista de teoría y análisis musical más importante del mundo hispanohablante como siempre fue”.

Un minuto de aplausos. 

La despedida de Mario Lavista en El Colegio Nacional terminó con un minuto de aplausos y con las palabras de su hija, Claudia Lavista, quien comentó que su papá siempre será una “bóveda celeste sonora” que pervivirá con su sonido y música.

“Hoy por primera vez en mi vida amanecí huérfana de padre. Todavía no sé muy bien cómo organizar esta sensación y pensaba que mi papá siempre ha sido un faro y un mapa. De alguna manera hoy amanecí perdida en el cosmos porque ese faro no está, creo que lo más difícil va ser construir ese faro otra vez y encontrar nuevas cartografías en la vida”, expresó.