Escenario

Arturo Ripstein y Paz Alicia Garciadiego: “El cine siempre es el ejercicio ideal para tomar revanchas contra la realidad”

ENTREVISTA. La dupla creativa de la cinematografía nacional comparte con Crónica Escenario detalles exclusivos de La mujer del puerto que llega este jueves a las salas nacionales después de haber estado perdida por décadas

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Arturo Ripstein y Paz Alicia Garciadiego.

Arturo Ripstein y Paz Alicia Garciadiego.

ESPECIAL

La versión de Arturo Ripstein y Paz Alicia Garciadiego de La mujer del puerto tuvo su estreno en el Festival de Cannes de 1991. Tras la proyección algunos críticos la describieron como “antimexicana”. En su defensa el cineasta dijo: “Nunca he hecho antropología, yo hago el realismo mágico al revés, no el dulce y cursi tan famoso, sino el de magia negra. No es la mirada científica de un país, sino la visión posible de la emoción que produce un país”.

Después de esa experiencia en Cannes llegó a ser premiada en el Festival Internacional de Cine Internacional en Guadalajara (FICG), en la categoría de mejor director y entre 1996 y 1997, se vería en España, Francia y Grecia, pero de manera muy limitada. En una sala mexicana se volvió a ver hasta el 2019 como parte de una retrospectiva a Ripstein en la cual tampoco generó interés de los distribuidores. Hasta este jueves, el filme por fin podrá llegar al público mexicano de la mano de Alfhaville Cinema y de la Cineteca Nacional que apoyó su restauración.

Hay una historia oculta sobre lo ocurrido con este filme que desapareció en los años 90 y que bien ha tentado a cineasta a motivar un documental que cuente su travesía, la cual incluye haber sido recuperada de subasta en subasta, “Arturo consiguió un socio que era vendedor de bonos de petróleo falsos, así que la tuvimos que ganar en subasta en San Diego, pero hubo una objeción y se fue a subasta de Los Ángeles. Al final se tuvo que ir a tres. Luego resulta que ya no había negativo y se encontró en Montevideo”, contó Garciadiego recientemente.

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Fotograma de 'La mujer del puerto'.

Ripstein, dueño de una mirada incómoda en el cine mexicano, ha contado en algunas ocasiones el motivo por el cual decidieron hacer una tercera versión de la adaptación del cuento Le Port de Guy de Maupassant, que antes ya habían hecho en 1934, Raphael J. Sevilla y Arcady Boytler, y en 1949, Emilio Gómez Muriel. La inspiración llegó cuando con un grupo de amigos hablaban sobre las mentiras mostradas en las películas de la llamada Época de Oro del cine mexicano. Uno de sus colegas, crítico de cine les dijo, “ustedes son capaces de hacer chamagosa cualquier historia”.

“Subí a hacer pipí y me di cuenta que efectivamente tenía razón. Bajé y dije por qué no hacemos La mujer del puerto como debiera ser. Bueno, la primera 'Mujer del puerto' que se hizo en México, que es un cuentito de Maupassant, chiquitito muy bonito, la hizo Boytler, con unas putas en Veracruz con guantes hasta acá y uno dice, si de esas putas no hay en ningún lado. Vaya a lo mejor en Praga en 1890”, añadió el cineasta en el 2011.

Como cuenta nuestro especialista Irving Torres Yllán, el filme “es un drama arriesgado no sólo para la época, sino para la actualidad, la historia de una mujer dedicada a la prostitución que descubre que uno de sus clientes es su hermano, lo que le conduce, por lo menos en dos de sus versiones fílmicas a un trágico final”.

Damián Alcázar y Patricia Reyes Spíndola en el rodaje.

Damián Alcázar y Patricia Reyes Spíndola en el rodaje.

CORTESIA

Narra la vida de Perla, una adolescente que trabaja como bailarina en un cabaret y que, a la vez, es prostituida por Tomasa, su madre. Su vida cambia cuando conoce a “El Marro”, un marinero enfermo que se enamora perdidamente de ella y se enfrasca en una relación pasional desenfrenada. Sin embargo, Tomasa intentará por todos los medios terminar con esa relación, ya que ambos jóvenes son en realidad hermanos.

El elenco principal está formado por Patricia Reyes Spíndola, actriz y directora de cine que también ha participado en otra obra de Ripstein, La reina de la noche, de 1994; Damián Alcázar y Evangelina Sosa, actriz premiada por su actuación en Ángel de fuego. Otros miembros del reparto incluyen a Alejandro Parodi, Mario Castillón Bracho, Fredy Camacho, Alonso Echánove, Jorge Fegán, Cheli Godínez, Osami Kawano, Paco Mauri, Alejandra Montoya, Fernando Palavicini, Juan Pastor y Ernesto Yáñez.

A propósito del estreno del filme, Crónica Escenario conversó con Arturo Ripstein y Paz Alicia Garciadiego sobre algunos detalles de la película y si el público actual está listo para recibirla.

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¿Cómo fue el sentimiento de que tardara tanto en llegar y cómo fueron esas batallas frustradas por la exhibición?

Paz: El sentimiento es de júbilo y sorpresa. Después de tantos años pensamos en que no se estrenaría jamás. Desde luego que ahora nos sentimos como un niño al que le regalan el avión más caro del mercado de juguetes.

Arturo: Lo que no se puede contar es por qué la película no se exhibió antes, porque es un relato tan complejo, tan enredado, tan laberíntico y tan largo que para eso se necesita sentarnos con tequila. Fue un camino demencial. La historia se volvió divertida con los años, pues la película estuvo desaparecida por muchísimo tiempo. Hubo cárceles involucradas, hubo insultos, hubo… toda clase de cosas, incluso se pensó en una película. Fernando Trueba en España, mientras platicábamos con gin tonics, nos dijo ‘yo mañana empiezo a filmar el documental’ y empezó a hacerlo pero no pudimos llegar al final por broncas de la filmación de la película en la que estaba en ese momento. Además de él otras dos o tres gentes han dicho que quieren hacer el documental sobre lo ocurrido con La mujer del puerto, y es que sí es muy divertido y loco. No se puede resumir en pocas palabras, pero sí adelanto que sería una historia de fantasmas y suspenso.

Ahora que la película ya se estrena es grato saber que llega. Hubo un momento de la desaparición de la película, que no sabíamos dónde andaba, que pensamos que era una alucinación, que la película no la habíamos hecho nunca. Pero no era una broma, estaba el peso de lo desconocido, lo imposible e inconcebible de no tener la película.

Paz: Era como tener la fuerza del destino haciéndonos creer que alucinamos.

Arturo: Paz y yo platicábamos de cómo hicimos la película o de cómo no la hicimos nunca. Finalmente, esa cosa que no habíamos hecho nunca y que resulta que sí la hicimos pues ojalá y sea buena.

Paz: Sí es buenísima.

Una de las escenas icónicas de la película.

Una de las escenas icónicas de la película.

CORTESIA

Me da risa esa anécdota en la que cuentan como uno de sus amigos críticos les decía que ustedes son capaces de volver sucia cualquier historia y así es como nació La mujer del puerto. ¿Cómo se da ese impulso de un comentario a procesarlo y pensar que sí es posible retomar la historia para darle un giro?

Arturo: Fue producto de los tequilas. Estábamos con el cuate y efectivamente nos dijo ‘ustedes pueden ensuciar cualquier historia’ y de pronto no sé por qué se me ocurrió, porque estábamos hablando de La mujer del puerto que era una película que no habíamos visto. Yo solo había visto en las crestomatías estos pedacitos de película y en las fotos, que las fotos son mejores que la película…

Paz: Mucho mejores

Arturo: Hablábamos de eso y de pronto yo salí, regresé y después de un trago les dije ‘vamos a hacer La mujer del puerto en cochino’ y es lo que están por ver.

Paz: Y como teníamos una copa de tequila en la mano, la apuramos, bebimos y brindamos por la futura película y nos pareció una muy buena forma de tomar revancha contra la realidad, porque el cine siempre es el ejercicio ideal para tomar revanchas contra la realidad.

Arturo: Es muy cierto…

Paz: A la realidad la vamos socavando, desde lo que a mí me importa o interesa .

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En esa charla ustedes dijeron que en una película como Profundo carmesí o Mentiras piadosas ustedes al hacerla tenían presente siempre la figura de una víbora mordiéndose la cola, como una estructura para hablar de celos enloquecidos. En el caso de La mujer del puerto, ¿cuál era la figura que rondaba en su creatividad?

Arturo: Es un poco anterior a la noción de la víbora que se muerde la cola, que tiene un nombre específico esa figura griega. Creo que eso lo comenzamos a hacer en Mentiras piadosas, pero lo que hacemos siempre que Paz escribe un guión, es pensar de qué va la película, insulso antes…

Paz: Más bien antes de que se escriba para poder tener elementos…

Arturo: Es hablar no de qué se trata, no decir que va de cuatro niños que se vuelven ladrones y bla bla bla… Aquí es decir que son cuatro niños que se vuelven ladrones pero pensando de qué decimos con eso. En Mentiras piadosas era una película que hablaba de celos, que son una espiral o esa víbora que se muerde la cola, y si se trata de esa figura es circular, y si es circular, yo la tengo que filmar circular y ahí empecé a utilizar los plano secuencia, que los había utilizado desde mi primera película, ya que son fascinantes porque son dulces y no tienen las aristas que tienen los cortes en las narrativas a las que tuvieron que acostumbrarse el público años atrás, porque de pronto solo había dos personajes y había un corte y a una cabeza, otro corte y a otra cabeza, y la gente no sabía qué cosa era eso. Nos hemos acostumbrado a ver el cine y el cine de edición te permite grandes aristas, en cambio el cine de una sola toma, su movimiento es más dulce y unívoco, hay un solo punto de vista que es el que a mí me importa, con mi cámara, no hay muchos puntos de vista que es lo que haces cuando haces cortes.

Paz: Para ésta película (La mujer del puerto) que se hizo inmediatamente después de Mentiras piadosas, la respuesta que nos dimos después de preguntarnos de qué va la película, fue la creación de utopías. Nuestra muchacha quiere hacer un show como una sirena y siente que es perfecto y es precioso y es soñado. La mamá quiere regresar a una idea de la familia que ya se le desbarató y se le rompió como una piñata a la mitad de una fiesta. También tenemos el personaje del fascista de Alejandro Parodi, que quiere hacer un burdel ordenado… Tendemos hoy por hoy a pensar que el fascismo es autoritarismo nada más y no, también se refiere al orden científico, (en la película) la libertad sexual siempre y cuando haya un cómo, un porqué y un para qué, es decir, que se organizaba también…

Arturo: Es un fascista utopista, es decir, un ser equivocado… o muy correcto. Porque lo que se ha convertido el fascismo es una palabra que insulta, pero también engloba una ideología. Yo no la practico, yo no soy de esos, pero de que existe un peso y un sentido, existe…

Paz: Regresando, la película se trata de la construcción de utopías. Ese es el leit motiv. Probablemente el único que no tenga un proyecto claro es el hijo, cuyo único proyecto es huir.

Participación del actor Alejandro Parodi.

Participación del actor Alejandro Parodi.

CORTESIA

Algo que me parece fascinante y siempre celebro de sus películas es el manejo del vocabulario. Parece que en la actualidad o muchos proyectos le temen mucho a lo rasposo del lenguaje. ¿Cómo se construye una tonalidad de barrio sin huirle a su realidad y naturalidad?

Arturo: Paz dice siempre, y hago nada más la introducción de lo que dirá. Paz dice que el oficio de escritor es muy solitario y efectivamente, entonces ella necesita poblar ese espacio solitario con las caras y las voces de los personajes que inventa. Busca con los actores que conocemos o trabajamos, busca que sus caras coincidan con las de los personajes. Entonces crea los diálogos a partir de la voz y la gestualidad de los actores con los que trabajamos. Ahora, son diálogos laberínticos y complicadísimos…

Paz: Y por qué… Un día me di cuenta que si Ripstein tiene en el cine el objeto del que está enamorado, que es la cámara, yo tenía el sacrosanto derecho de aplicar de los diálogos. Los diálogos no son nada más funcionales. No es nada más ‘pásame la taza’, es como lo dices y, sobre todo, como suena. Debe ser mi alma veracruzana que le gusta el ritmo, debe haber algo por ahí de eso. Tengo buen oído para recordar las voces de los actores y para que las cosas suenen. Una vez que decidí que es mi instrumento, el reto es no temerle al barroquismo…

Arturo: No temerle a una sola cosa… A la hermosura. Y si uno no le tiene miedo a la hermosura, ocurre.

Paz: Sí. Y no refugiarme en ‘no wey’, ‘sí wey’, ‘órale wey’, porque usar el lenguaje es un recurso, ni siquiera para retratar la realidad, es para empobrecerla. Es muy imbécil hablar con tantos ‘weyes’...

Arturo: Y sí que que hay mucho… (risas)

Paz: Pero bueno, todo se lo debo a mi abuela la veracruzana.

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En otra entrevista que tuve con Arturo, sobre La calle de la amargura, me dijo que todas sus películas las hubiera querido filmar en blanco y negro. Al ver la mujer del puerto pensaba en cómo se hubiera visto de fascinante pero también es un tono atractivo en qué está hecha. ¿Cómo fue el trabajo de fotografía?

Arturo: Hablamos mucho con el fotógrafo Ángel Goded, desde la concepción de la idea. Desde el principio él estaba cerca cuando iban pasando cada una de las etapas de la película. Conoció el guión desde que se escribió. Discutíamos y llegábamos a acuerdos sobre qué tipo de fotografía era la que necesitábamos. Y yo lo que recuerdo, son ya muchos años, y yo ya estoy muy viejito para acordarme de todas las cosas que he dicho en mi vida, entonces a la conclusión que llegamos fue la de hacer una fotografía como la de (Josef) von Sternberg, que finalmente, fue lo que quiso hacer Boytler en La mujer del puerto, que después sí vimos, que era entre (Sergei) Eisenstein y von Sternberg y yo no le entré a Eisenstein. Que uno roba mucho en el cine y a uno le roban mucho también, es más o menos un acuerdo generalizado aunque hay unos que denuncian, yo no. Entonces nos fuimos por von Sternberg y sus contraluces y sus excesos, el barroco que usaba me parecía que funcionaba muy bien en el barroco de esta película.

Paz: Con respecto al uso del color y del blanco y negro. Creo que en el 91 era prácticamente imposible filmar en blanco y negro…

Arturo: Era imposible, yo hubiera querido, pero no había laboratorio. El laboratorio de blanco y negro en México ya había cerrado, había uno en Churubusco y había dos o tres más que lo trabajaban pero ya no había material y ya no había laboratorio. Entonces era muy complicado poder hacerlo. Ya después lo pude hacer con más facilidad cuando el digital se podía transformar en blanco y negro. El digital filma a colores todo, todas las películas en blanco y negro que he visto en los últimos diez años, todas están filmadas a colores, ya se transforma en blanco y negro desde su materia prima. Y el blanco y negro es glorioso porque pretende la eternidad.

Paz: A mí el blanco y negro me encanta, pero creo que en esta película. Ahora ya vista después de muchísimos años de no haberla visto. Creo que el color de esta película sirve mucho para la fantasía

Arturo: Vibra mucho el color. Esta película es, probablemente es de las poquísimas que yo hubiera querido hacer a color, como también está El lugar sin límites, que son películas en las que la noción del color es muy artificial y determina este mundo utópico al que nosotros tendíamos.

Paz: Sí, esos brillitos son como si te metes a una tienda en la calle República de Perú y estás ahí en la noche y hay brillitos, y están los zapatitos como de Cenicienta, es el universo que ellos hubieran querido crear y que al final lograron.

Arturo Ripstein y Ángel Goded trabajando en la fotografía.

Arturo Ripstein y Ángel Goded trabajando en la fotografía.

CORTESIA

Con el estreno de la película, ¿el público es más apto que antes para los temas polémicos? ¿Los gobiernos son más abiertos? ¿La censura está superada? ¿Cuál es el sentir social?

Arturo: No hubo censura en su momento, no hubo los problemas que yo tuve en algunas otras películas con censura muy feroz. Sobre todo, la más cruel y brutal de las censuras que es la económica, cuando te dicen ‘no te hago la película porque es inviable’. No se puede. Ahí sí no hay argumento. Cuando te dicen ‘la película no la voy a hacer porque salen muchas chichis y muchos culos’ eso lo discutes y lo resuelves. Ahora respecto al público pensar que es más liberal, no, para nada. En el público ahora existe esta noción de lo políticamente correcto, de lo que se vale y no se vale… vaya, la noción de que todo ofende. Y en esta película, cada cosa que ocurre ofende. Es una especie de enciclopedia de las ofensas

Paz: Y no solo es sentirse ofendido. La corrección política es darle a cada uno de los que se presumen ofendidos, la bandera de Juana de Arco: ‘Mi ofensa es una lucha por la humanidad’. Y sí son muy pesados…

Arturo: Sí lo son (risas)

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Mi última pregunta tiene que ver con los miedos, cuando decían que sus películas representan los miedos que tienen: la prostitución, la pobreza, las desilusiones y yo me pongo a pensar que en la sociedad hemos normalizado todos esos miedos. ¿Esos miedos para ustedes han cambiado?

Arturo: Ahora son otros y son muchísimo más agudos. Ahora tiene uno miedo a las cosas de verdad y antes el miedo era a las ideas. Lo real es la verdad y eso da muchísimo miedo, porque se llevan a cabo acciones que pretenden ser una cosa pero son en realidad y brutalmente otra. Hay un ejemplo del que me acuerdo. Hice una película que se llama Los héroes y el tiempo, un documental sobre presos políticos, que los entrevisté en Lecumberri. Estaban ellos en su cárcel que les correspondía y a uno le dije, yo aterrorizado porque no sabía estar en la cárcel y la cárcel era complicada, pero en fin, le pregunté con mucho temor: ‘tú estás aquí porque entraste a robar un banco, y te meten aquí como delincuente común’ y me dice ‘pero no es así, porque yo lo que hice fue llevar a cabo mis ideas utilizando la violencia y el robo para hacer lo que yo quería’. En el caso de los miedos de ahora, es ‘yo tengo miedo de votar, pero si voto por esto o lo otro, puedo ser traidor a la patria o ser excluido o ser excomulgado’. Entonces era de ‘yo hice lo que hice para lograr otro propósito’ y ahora ese ‘yo hago lo que hago para lograr otro propósito’ puede ser fulminante y brutal.

Paz: El mundo no es más liberal, el mundo es más mojigato, pacato. Los horizontes se nos han cerrado…

Arturo: El lenguaje se nos ha terminado…

Paz: El otro día, mi nieta de 15 años estaba planeando una reunión con sus amigos y dijo ‘voy a hacer una fiesta donde vayamos todos vestidos de árabes, yo sé que es una apropiación cultural’ y le dije ‘no me vengas con estupideces’...

Arturo: Le dijo ‘no mames, es una fiesta de disfraces’ (risas)...

Paz: Ahora parece que cualquier disfraz es una apropiación cultural y saben qué, ni modo, uno las hace…

Arturo: Si uno va vestido de piñata no formas parte porque en realidad no eres piñata…

Paz: No es como que si pretendes ser piñata ya estás engañando a alguien. Entonces el mundo horriblemente va para atrás, vamos para atrás como los cangrejos.

Arturo: El mundo es un laberinto sin salida. Los laberintos que tenían gracia, los minoanos, los de minos, entraba uno pero podía salir. Ahora los laberintos no hacen más que dar vueltas sobre sí mismos y mirarse el ombligo.

Paz: Tenemos una visión decimonónica de que el paso del tiempo siempre es un progreso hacia adelante. No, el paso del tiempo también puede ser un regreso horrible. A ver, los linchamientos. Cuando yo era niña se escuchaban muy ocasionalmente, ahora ya prendes el noticiero y ves que ya rociaron de gasolina a alguien. Vamos para atrás.

Una de las imágenes más icónicas del filme.

Una de las imágenes más icónicas del filme.

CORTESIA

¿Eso también se siente en el cine?

Paz: Claro que sí, en muchas vertientes. Desde pensar que el actor, para interpretar un homosexual tiene que ser homosexual, y si el homosexual además es negro, tiene que ser negro…

Arturo: Bueno, hay cosas que sí, si el personaje es negro tiene que ser negro, aunque sea apropiación cultural… Lo que sí es ridículo es que hacen West side story y entonces que es con puertorriqueños en la primera versión o en la versión teatral en Broadway hace muchísimos años, los que la hacían eran los actores que tenían el talento para cantar y bailar. Ahora, además de saber cantar y bailar tienes que ser puertorriqueño de verdad, y no se entiende que el cine no es una reproducción de la realidad, la realidad es confusa…

Paz: ¡Están actuando!

Arturo: Esto es el mundo de las fantasías, es la representación de la irrealidad total. Entonces, ahora que todo sea inclusivo, que todo sea igualito afecta. Estaba viendo un día una obra de teatro en Londres, Los miserables, y de pronto, la hijita chiquita es una negra. Y dice uno, ‘yo realmente no tengo nada contra los negros, pero en ese contexto, la hija de una muchacha blanca que muere desesperadamente por el hambre no se entiende que sea ella, lo único que hace es quitarte la fantasía, quitarte de los ojos la inmersión que tienes que hacer necesariamente, es la desaparición de lo improbable. Lo probable tiene que desaparecer para que exista la fantasía. Sale un negrillo ahí entre una bola de blancos y se me quitó todo…

Paz: Claro, te regresa a la realidad. Pero, sobre todo, vamos para atrás. Pensamos que vamos avanzando porque nos hemos vuelto políticamente correctos. Eso no es cierto, es un retroceso, nos están quitando lo más importante y nos define: la palabra

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