La noche del 23 de agosto se llevó a cabo el concierto de Ateez en la Arena Ciudad de México, el estandarte de su resonante World Tour the Fellowship: Break the wall, el icónico conjunto surcoreano iluminó el escenario mexicano en un concierto que resonará en los anales de la historia musical. La ferviente anticipación de la abarrotada multitud era palpable mientras esperaban la experiencia etérea que les aguardaba.
La velada se inauguró con una erupción atronadora de sonido y luz mientras Hongjoong, Seonghwa, Yunho, Yeosang, San, Mingi y Wooyoung tomaban el escenario con su himno de apertura “Halazia”. Los saludos fluían de los intérpretes, invitando a la audiencia a sumergirse en el viaje sonoro que les esperaba. Tonos neón de atuendos lúcidos tanto por los entusiastas asistentes crearon un hipnótico tapiz visual, entrelazando artista y audiencia en un espectáculo unificado.
Un giro inesperado se develó cuando se informó que Choi Jong-hon había sufrido una lesión antes de su aparición. Esta revelación se reveló antes del concierto sin embargo las fans lo tomaron a bien ya que solo gritaron su nombre en señal de apoyo, el espectáculo continuó iluminando el escenario con cada nota cuidadosamente orquestada. La canción “Answer” resonó en el recinto, atrayendo a los fanáticos hacia una sinfonía armoniosa que eco de su devoción.
En medio del mar de espectadores, un bosque de lightsticks ondeaba al unísono, testigo de la tradición que se ha vuelto sinónimo de las presentaciones de este género. Estos radiantes faros, representativos de la adoración de la audiencia, pulsaban en sincronía con cada ritmo y letra, uniendo a todos en una euforia compartida.
Con la revelación de sus nuevos EP musicales, Ateez presentó la convincente “The ring”, “Don’t be afraid”, “Open your eyes”, “Follow me” y “Come into the light” coreaban las fans. Caminando sobre una pasarela, los artistas no solo exhibieron su destreza musical, sino que entablaron diálogos íntimos con la multitud, forjando una conexión inquebrantable. Esta interacción fue amplificada mediante un meticuloso trabajo de cámara, capturando tanto la coreografía intrincada como los rostros identificables de los bailarines, todo mientras el coro de los fanáticos reverberaba en armonía.
A medida que la noche avanzaba, ráfagas de fuego y fuegos artificiales adornaban el escenario, fusionando lo auditivo con lo visual en una amalgama impresionante. Sin embargo, fue la profundidad temática de las canciones de esta agrupación lo que los diferenció. Su énfasis en perseguir sueños, conquistar miedos y la encarnación de estos temas en sus videos musicales habló de la naturaleza aspiracional de su arte y auguró nuevos comienzos.
Con la encantadora “Dazzling light”, transportó a la multitud a un plano celestial. La profunda significancia de “Sunrise” siguió, llevando un mensaje de esperanza y rejuvenecimiento. La experta manipulación del conjunto en los cambios de tono, entrelazada con pausas impactantes, aseguró el compromiso constante de la audiencia, un flujo y reflujo de emociones que cautivó a todos.
Un punto culminante del espectáculo emergió cuando la enérgica “Ilusión” se deslizó por el aire, acompañada de una asombrosa exhibición de bolas gigantes y una esfera iluminada por la luna suspendida en lo alto, transformando la arena en un reino de maravillas. “Wave”, encendiendo la fervorosa pasión de la audiencia, llevó a los miembros más allá del escenario principal, encendiendo al público desde la pasarela extendida.
Testimonio de su maestría en el arte, Ateez jugó ingeniosamente con las cámaras, creando un juego inmersivo entre el artista y la audiencia. En la emotiva interpretación de “Win”, el conjunto descendió detrás del escenario principal, simulando una partida náutica con una escalera, una representación teatral de su viaje artístico.
A medida que el concierto se precipitaba hacia su clímax, el himno “Wonderland” recorrió el lugar, despedazando las limitaciones de la realidad. En unidad, los intérpretes y sus devotos admiradores se fusionaron en uno solo, entregando todo en el magnífico crescendo de la actuación.
Un momento de respiro precedió el escenario, anunciado por otra presentación en video hábilmente elaborada. La exuberante “Bounce” marcó la reanudación, acompañada de una metamorfosis de vestuario y una danza elemental con el fuego en escenario que saltaba cada cuanto para enfatizar sus bailes. La noche culminó en una interacción conmovedora, en la que ellos y la audiencia se fundieron en un baile destinado a propagarse por las plataformas de redes sociales, afianzando aún más el vínculo simbiótico.
En un fan Project liderado por Atiny, nombre con el que se hacen llamar las fans de esta banda, reveló pancartas grabadas con el sentimiento: “Conquistaré mis miedos y la oscuridad; lo haré porque estás conmigo”, un recordatorio conmovedor de la resiliencia y unidad que evoca la música de la banda creada por KQ Entertainment.
En resumen, el concierto de Ateez en México fue un testimonio del poder del arte para unificar y elevar. Su fusión experta de brillantez musical, destreza escénica y profundidad temática creó un caleidoscopio de emociones que dejó a la audiencia en un asombro extasiado, cimentando el estatus de esta banda como luminarias musicales globales.
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