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Bruce Dickinson en el Pepsi Center: La vida más allá de la Doncella de Hierro

COBERTURA. El vocalista de Iron Maiden se presentó este fin de semana en la Ciudad de México como parte de la promoción de su disco solista The Mandrake Project

música

Bruce Dickinson en el Pepsi Center.

Bruce Dickinson en el Pepsi Center.

OCESA/César Vicuña

Iron Maiden ha sido una agrupación que siempre ha gozado de un especial afecto por parte de los metaleros mexicanos. Desde que se presentaran por vez primera en nuestro país en ese cada vez más lejano 1992, los ingleses han sido siempre muy bien recibidos por la fanaticada nacional, y en reciprocidad, la banda ha visitado nuestro país en varias ocasiones.

Esa calurosa acogida es quizás la razón por la cual su vocalista Bruce Dickinson eligió a México como una de sus primeras paradas en la gira que actualmente emprende para promocionar su más reciente álbum en solitario, llamado The Mandrake Project.

Con esa producción, Dickinson retoma su carrera como solista, la cual inició en 1990 con el lanzamiento de su primer disco titulado Tattooed Millionaire. Dicha carrera tendría una pausa (de casi 20 años) tras la aparición de su sexto trabajo en estudio, Tyranny of Souls de 2005.

Un par de horas antes del concierto el pasado sábado, los asistentes al mismo comenzaron a hacer acto de presencia en las inmediaciones del Pepsi Center WTC. Buena parte de ellos venían ataviados (por razones obvias) con playeras de Maiden. Gradualmente irían ingresando al recinto y comenzando a rodear el escenario. 

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El músico Bruce Dickinson.

El show arrancaría a las ocho en punto, con la presentación de los mexicanos Demons My Friends, teloneros de esa noche quienes ejecutaron un fugaz set de apenas 30 minutos. De hecho, algunos asistentes que llegaron al lugar tarde, sólo pudieron escuchar una o dos canciones de los nacionales.

El ambiente imperante entre el público era muy agradable y liviano, incluso aunque tuvieron que esperar más de 20 minutos después de la presentación de Demons My Friends, en lo que se hacían los ajustes para que Bruce entrara a escena. Incluso bromeaban silbándole o diciéndole cosas chistosas a algún técnico cuando atravesaba el escenario dando los toques finales.

Finalmente, faltando un par de minutos para las nueve, se apagaron las luces, y comenzó a escucharse “Toltec 7 arrival”, mientras se veía a los músicos tomar sus posiciones. Unos segundos después, los reflectores nos permitirían ver al cantante quien inició su performance con “Accident of birth”, tema del disco homónimo de 1997 (de dónde también procedía el tema introductorio).

Obviamente, la gente recibió su llegada con vítores, gritos, manos haciendo la señal de los cuernos y puños arriba. Inmediatamente después, continuaría con “Abduction”, extraído del antes mencionado Tyranny of Souls. Y de ahí para adelante, Bruce arremetería con un set continuo durante poco más de hora y media.

Así lució de lleno el recinto.

Así lució de lleno el recinto.

OCESA/César Vicuña

Respecto al set que Dickinson tenía preparado para esa noche, cabe mencionar que aunque el propósito era promover The Mandrake Project, en realidad sólo incluyó cuatro temas de esa producción. El resto fue una selección de algunas de las composiciones más emblemáticas y/o heavies de sus álbumes anteriores, a modo de una mirada retrospectiva a lo que ha sido su carrera como solista. Por eso mismo (aunado a cuestiones de derechos), también evitó incluir en su set canciones de Iron Maiden.

A los temas de apertura, le seguirían “Laughing in the hiding bush”, “Afterglow of Ragnarok” y “Chemical wedding”, tema del disco con el mismo nombre lanzado en 1998. Cómo dato curioso, una década después se estrenaría un filme con el mismo nombre, dirigido por Julian Doyle y con guión del propio Bruce Dickinson, aunque en realidad no tienen relación conceptual uno con el otro.

A “Chemical wedding”, le seguiría “Many doors to hell”, el cual daría paso a una canción que con el tiempo, se ha vuelto uno de los himnos del vocalista: “Tears of the dragon”, la cual fue coreada por el público bajo la batuta del propio Bruce. E inmediatamente, vendría “Resurrection men”, uno de los temas de su más reciente producción.

Para presentar el siguiente track que fue “Rain on the graves” (también de The Mandrake Project), Dickinson aludió que esa canción guardaba una relación íntima con nuestro festejo de Día de Muertos, y sentía que estaba muy vinculado a nuestra cultura y tradiciones ancestrales.

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Al término de esta canción, vendría un espléndido solo por parte del baterista Dave Moreno, el cual serviría de puente para “Frankenstein”, cover al fabuloso tema instrumental original de Edgar Winter Group, y que no solo serviría para darle un pequeño descanso a la voz de Bruce, sino que también le permitiría demostrar sus habilidades como ejecutante de percusiones y del instrumento electrónico conocido como theremin. Tanto el tema (que derivó en un espectacular jammin’) como las ejecuciones de Dickinson fueron bienvenidas por los asistentes.

Para la recta final del concierto, llegaron los temas “Gods of war”, “The alchemist” y “Darkside of aquarius”, con el cual “cerrarían” su presentación y se despedirían del público, mientras este último se quedaría pidiendo más al grito de “Bruce, Bruce, Bruce, Bruce…”.

Tras una pausa, Dickinson y sus músicos regresaron al escenario para ejecutar tres temas más: “Navigate the seas of the sun”, “Book of thel” y “The tower”, con el cual (ahora sí) concluirán el recital.

Las luces se encendieron, y poco a poco los espectadores comenzaron a desalojar la sala, y tomar el camino correspondiente a sus respectivos hogares. Algunos pasaron antes a comprar algún souvenir. 

Una de las mejores imágenes tomadas en el concierto.

Una de las mejores imágenes tomadas en el concierto.

OCESA/César Vicuña

Otros fueron a cenar algo en alguno de los locales cercanos al lugar, antes de ir a casa. Todos ellos contentos con lo visto y escuchado durante el show. No faltó alguno que se quedase con ganas de oír al cantante interpretar alguno de los temas emblemáticos de Maiden. Pero no sería esa noche. Porque esa noche le pertenecía únicamente a Bruce Dickinson, quién nos demostró que hay vida más allá de la Doncella de Hierro.