Escenario

‘Escocia no es un banco’, un falso documental punk sobre el valor del fracaso

ENTREVISTA. El filme dirigido por Carlos Matsuo y Cristian Franco forma parte del festival Ambulante Gira de Documentales que recorre el país en su edición 17

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Fotograma de 'Escocia no es un banco'

Fotograma de 'Escocia no es un banco'

CORTESÍA

Utilizando a la agrupación llamada Los Nuevos Maevans, junto a un espíritu muy hardcore-punk ochentero característico de ellos, la dupla de Carlos Matsuo y Cristian Franco plantean un falso documental con la idea de reunir a la banda después de su efímero y desconocido éxito para revivir la resistencia y postura antisistema de la juventud con un panorama desalentador que nació desde tiempo atrás.

En la Crónica Escenario hablamos con Franco, una parte de esta dupla de artistas que con Escocia no es un Banco llegan al marco de la edición 17 del Festival Ambulante, donde la cinta pareciera tener vasos comunicantes con aquel clásico ochentero de Rob Reiner, Spinal tap, pero ofreciendo la otra cara de la moneda: el fracaso en lugar del éxito.

“El proyecto de la agrupación ya estaba planteado como una cosa inoperable, desde su inicio y la fórmula en que se concibió era algo que debería de estar muerto. Es como de esas personas que les auguran unos tres años de vida y acaban viviendo 40 más. Esto es una anomalía, una cosa extraña pensada con estas condiciones y características que la convierten en un adefesio, una cosa extraña. La película resulta ser el cierre de todo el cosmos y la parafernalia generada alrededor de la idea de una agrupación abanderada por el hard core”, expresó Cristian acerca del sentido irónico de esta pieza fílmica.

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El filme forma parte del festival itinerante Ambulante, que recorre el país.

“Totalmente funciona como eso, una ironía. El concepto de usar toda esta estética punk de rock hard core es tomado porque es lo que más contrasta al querer ser antisistema. Es como decirlo, anunciarlo constantemente pero buscar un subsidio para hacer las pendejadas que se te ocurren. Eso lo hace tener un aire más decadente, como salir a gritar algo y después tener que darte la vuelta para darte cuenta de que no puedes ir en contra del aparato porque tienes las nalgas amarradas al mismo”, agregó el artista.

Tanto Matsuo como Franco capturan este proceso a través de la cámara a través de posturas de los miembros que son contrastantes, mientras el más antisistema busca apoyos los otros han madurado y dado pasos adelante. “Es parte de una realidad que incluso los personajes que participamos en la película, que somos los miembros fundadores de la agrupación. Nos pasó realmente, algunos optamos por un nicho de seguridad y estabilidad donde difícilmente quieren continuar en un barco que está por hundirse. Cada quién elige dónde está parado y eso sirve como analogía de las circunstancias de muchos que nos dedicamos a ciertas actividades donde no tenemos una estabilidad en todo sentido”, declaró el director mexicano.

Esto genera una empatía con la gente y los personajes, a pesar de que todo le llega a salir mal a nuestro protagonista, como un perdedor al que no puedes dejar de animar. “Él siempre le apuesta a lo menos probable de que pueda lograr y eso como decir ¿así como? Son casi actos de fe los que realiza, son cosas como que te caiga un meteorito en la cabeza. Lo que vive es así de improbable. A veces apostar 27 pesos y salir perdiendo puede ser la diferencia en no comer todo un día, puede sonar a un chiste pero no”, mencionó Cristian.

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Asimismo, el joven realizador ahondó en la experiencia de retomar la idea de los Maevans después de tanto tiempo para darle por fin un cierre. “El proyecto buscaba ser ese final. Carlos y yo decidimos hacerlo película, pero sí tiene esa base artística del performance de los Nuevos Maevans. Siempre habíamos tenido la idea de que la culminación de su relato fuera algo audiovisual y tomó forma y cuerpo en una cinta, pero no sabíamos ni siquiera como es que iba a finalizar pero el resultado fue este, que ahora se presenta en plataformas dedicadas al documental. Pero realmente nunca nos cuestionamos donde podría encajar y de repente nos reciben en este mundo cinematográfico con los brazos abiertos”.

Pero los retos y procesos dentro de la filmación para lograr este cariñoso adefesio final que termina por ser su ópera prima fue algo memorable que se dio de forma muy orgánica. “Fueron cinco años trabajando en ella sin prisas. Eso nos dio mucha perspectiva donde pudimos alejarnos de ello, deshacer, descartar mucho material que no encajaba. Tuvimos la paciencia de estar analizándolo y de repente se cruzaron todos los escenarios globales y nacionales, como lo fue el cambio de gobierno o la pandemia y quedaron realmente de lujo, ni mandado a hacer”, explicó Franco.

“Los escenarios reales quedaron de lujo y forman una buena parte de lo que es el proyecto, como una estrategia creativa inesperada donde no teníamos recursos pero solo era cuestión de grabar y mostrar lo que estaba pasando detrás de nosotros. Funciona entonces como una radiografía de lo que estaba pasando en nuestro México contemporáneo, que curiosamente funciona de manera paralela a los cambios que también vive en ese punto la banda”, añadió.

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También, el cineasta nos habló tanto del título del filme como del de esta peculiar agrupación y lo que pueden llegar a significar. “Los títulos tanto del proyecto de los Nuevos Maevans como el del falso documental mismo encriptan otro mensaje que existe ahí y no queremos que sea tan explícito. En sí, Escocia no es Banco nace de un malentendido, de cuando escuchas algo que realmente no lo es y la película tiene esta naturaleza. Es como un malentendido, una información que se va degradando o corrompiendo. También tiene que ver mucho con la agrupación misma, que es una simulación de muchas cosas y el documental trata de adoptar o de ver cómo opera, llevándolo a un testigo fílmico”.

Otro aspecto curioso dentro de este filme es que Cristian y Carlos también lo protagonizan, por lo que eso dota del falso documental de un sentido de realidad y ficción que se manejan sobre una línea muy delgada. “Hay un juego de retorcer las realidades de la mayoría de la población y nosotros, los miembros. Detalles como que uno de los miembros si trabaja en la construcción y maquila en California, otro tiene un trabajo estable, yo ando en esta cosa de apostarle todo a una agrupación que prácticamente nació mutilad ay no tiene sentido. Es así como, también la edad y el tiempo, te va poniendo en tu lugar inexorablemente. Es ver las cosas con cierta gracia sin temor a señalar o exponer ese fatalismo que vivimos de manera humorística”, manifestó.

“Es una sensación rara. De repente, verme en la película me causó mucho conflicto inicialmente porque veo unas cosas que son muy ciertas y otras donde empiezo a fantasear con una realidad que se convierte en un chiste. Me siento como un malabarista que juega con ciertos elementos y con la gravedad de por medio. Me cambió mucho la perspectiva de cómo hago las cosas después de dirigir este proyecto tanto como creador y protagonista, pero también como director al lado de Carlos Matsuo”, añadió.

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Escocia no es un Banco sigue con este buen paso después de su presentación en el FICG 37 y ahora llega a Ambulante, donde Cristian espera que ayude a que la cinta siga teniendo apoyo como el producto totalmente independiente que es. “Estar ahora en Ambulante o en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara francamente es bastante extraño porque la verdad no estaba dentro del guion que nos pasara pero habla también de una apertura de parte de estas estructuras institucionales como ambos certámenes para este tipo de propuestas que son más para un pequeño nicho, que son muy personales y no comerciales, hechas desde una mirada absolutamente independiente donde no hubo ninguna beca, apoyo, patrocinio ni nada. Aunque al final se sumaron un par de amigos a la post producción para ayudar a sacarla a flote, pero prácticamente, todo ya estaba hecho”.

Finalmente, Cristian Franco reveló que algo que le gusta de este falso documental son más diferentes lecturas que quien lo ve puede obtener de ella. “La cinta tiene muchas capas. Y es que, en realidad, la banda y la música de los Nuevos Maevans es el mero pretexto, quedan incluso de lado y funcionan meramente como el caparazón de una idea de pertenecer a algo que está en ruinas como el mismo país y lo puede estar la misma humanidad también. Existe un tinte medio nostálgico pero reflexivo donde, a final de cuentas, nos interesa que se conozca y vea lo más posible”, concluyó

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