Escenario

‘Huesera’, un filme que encumbra al terror mexicano

ENTREVISTA. La cineasta Michelle Garza Cervera y la actriz protagónica Natalia Soilán nos hablan a profundidad del filme sensación nacional del último año a propósito de su estreno comercial

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Fotograma del filme que se vio por primera vez en el país en el festival de Morelia.

Fotograma del filme que se vio por primera vez en el país en el festival de Morelia.

CORTESIA

Valeria, una mujer citadina que tiene una vida apacible con su pareja, se entera de que está embarazada. A partir de ese momento, ella se ve atormentada por una entidad siniestra que amenazará su vida y la de su bebé, llevándola al límite de sus capacidades, provocando que todo comience a romperse en su vida, hasta sus huesos. Esa es la premisa de Huesera, ópera prima de Michelle Garza Cervera que promete levantar interesantes cuestiones a través del terror de una leyenda mexicana interesante. En Crónica Escenario charlamos con la joven realizadora, así como con la protagonista del aplaudido filme, Natalia Soilán.

Precisamente la actriz comenzó hablando de su primer papel protagónico en cine, mismo que se vuelve una voz disruptiva en cuanto al tema de la maternidad y el ser mujer en la sociedad mexicana. “Corrí con una suerte impresionante al encontrarme con Michelle y Huesera. Creo que hay pocos guiones que alcanzan a desarrollarse de esta forma, con una perspectiva tan íntima. Cuando una historia está poblada de esa carne humana, para cualquiera dedicado a este oficio es un sueño. Me sentí arropada desde el primer momento”, comentó.

“El relato conectó además con mi maternidad y con ese discurso femenino que ella (Michelle) y yo compartimos. Me parece un gran momento como sociedad para replantearnos ciertos esquemas y patrones. Encontrar un lugar donde el entretenimiento apoye o ponga sobre la mesa los temas y disertaciones que son fundamentales en la sociedad, cumplen la expectativa por la que uno le invierte tanto a la carrera y quieres seguir tratando de contar historias”, añadió Natalia.

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Michelle habló del impacto que tuvo en ella la leyenda de la Huesera: “Me tocó de una manera muy particular. Estaba pasando un momento de duelo por mi madre, que no tenía tanto que ver con el folclor en sí pero le di un análisis a la leyenda que en ese momento estaba ayudándome en la vida para entender a mi mamá, mi abuela y a mí misma. Esa es la utilidad de esas historias, en este caso es una creencia latinoamericana y me habló como mujer mexicana de esa forma, en la manera de que ocultamos muchas cosas con tal de pertenecer a un lugar o cumplir las expectativas sociales”, dijo.

En este filme de horror, coproducción entre México y Perú, se percibe la cuestión humana detrás de la narrativa de los monstruos, algo sobre lo que Natalia meditó. “Vengo de una educación muy clásica respecto a las estructuras narrativas. En teatro, lo máximo siempre es la tragedia porque la catarsis tiene un arco perfecto. Uno crece pensando que el género serio tiene que ver con el drama pero, después de filmar Huesera y todo el recorrido por los festivales de género, me he atrevido a afirmarme a mí misma que éste tiene algo fantástico que ningún otro tiene: la posibilidad de conectar con la metáfora desde la imaginación y simplificar muchas cosas”, destacó.

“Aquí, uno apela completamente a los sentidos y es imposible que no te lleve, si se hace bien, al lugar donde el o la autora desea. Es llegarle al espectador por la puerta de los sentimientos mezclando la fantasía, creando una bomba que te mete en un universo que otros géneros tardan más en construir porque apelan absolutamente a la lógica. La realidad imita a la ficción y viceversa, por ello eso que tú sientes, lo puedes encarnar en un monstruo o una pesadilla y apela completamente a los sentimientos. Es la manera más exacta de materializar algo tan subjetivo como las emociones. Esta libertad que existe ahí es algo muy útil que hemos desaprovechado un poco, honestamente”, añadió Soilán.

El cine mexicano de calidad.

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Algo que llama la atención de este proyecto es el trabajo físico que implicó el ser Valeria en Huesera, por lo que Natalia confesó algo importante. “La verdad, me resistí mucho tiempo a abandonar las artes escénicas porque, si hay algo que me apasiona de la construcción performática de la escena, es la conjunción física, mental y emocional. Este conjunto somático es un solo ente de análisis. En su momento, consideraba que el cine no habitaba tanto ese tipo de diseño y que, muchas veces, la cámara te acota a un nivel de energía tan específico que te orilla a no pasarte de ella. Al inicio pensé que me sería difícil renunciar al gusto que me da el poder habitar mi cuerpo en ese sentido”.

“Sin embargo, este guión está tan dramáticamente pensado por Michelle y Abia (Castillo) y tiene un correlato tan físico en mi personaje que, claramente, el monstruo es cuerpo. Esa fue una gran oportunidad para poder jugar con eso. Hablamos de huesos, de romper, que es la gran metáfora, de quebrarse a sí mismo y renacer con una nueva concepción. El primer acercamiento que tuvimos Michelle y yo determinó que Valeria fuera contenida para que, al llegar al final, explotara todo y se destrozara. Siempre hubo esa línea de diálogo y creo que eso nos enamoró de nuestros lenguajes, la posibilidad que ella viviera tan en los silencios y a la vez habitando su cuerpo”, anotó.

“Desconozco como ella (Garza Cervera) moderó la energía en cuanto a eso porque sé que como actriz escénica puedo habitarlo a gran escala pero me parece que tuvo el oído suficiente para irlo comprimiendo y hacerlo un signo legible para la cámara”, expresó Soilán. “De hecho una gran referencia para Huesera fue Las Horas de Stephen Daldry”, explicó Michelle. “Eso surgió de pláticas con Natalia y ella aportó algo al personaje que sí fue muy de ella y resultó magnífico. Tuvo que ver con su lectura del guión que tiene que ver con la manera brusca de ser que tiene su rol. Existe una tensión en su cuerpo constante, como una jarrita que se va resquebrajando y por ahí sale el vapor. Ante la sociedad siempre se contiene pero cada vez que tiene una fuga de energía se le notan las ganas de partirse. Ella logró mostrar algo monstruoso a partir de eso”, complementó.

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Afortunadamente, Huesera encontró un gran balance entre directora y actriz, una química de trabajo que trasciende hacia la pantalla. “Michelle tiene un gran recorrido en cortometrajes pero es su primer largometraje y también el mío. Creo que hay tanta ingenuidad conforme a tantas cosas que hacíamos que solo nos apasionaban pero jamás las habíamos probado. Llegar aquí y poder creer que la historia se podía hacer de cierta forma e intentarlo constantemente, tener esa premisa abierta pero con una idea muy clara para llegar a este punto, nos llevó incluso a lugares bastante diferentes de lo que podríamos pensar que es la fórmula para construir el arco de un personaje”, declaró Soilán.

Otra parte clave de la cinta son las atmósferas y lo folclórico dentro del ambiente urbano que Garza Cervera captura de excelente forma. “Se convirtió en algo con tintes de folk horror, pero cuando escribes desde lo más personal de ti y lo que te rodea, acabas mostrando lo que es la vida dentro de esta urbe y la experiencia para un mujer como Valeria de existir en ella así como de los diversos universos que cruza un personaje así en un mismo día”, manifestó la cineasta mexicana.

Muchas veces en las películas vemos solamente un universo socioeconómico y el personaje no sale de ahí. Pero esa no ha sido mi experiencia y me parece que así somos muchos de los que habitamos en las ciudades, pasamos por diversos universos que incluso muchas veces nunca se cruzan pero que forman parte de nuestra vida porque no estamos en el mismo lugar de día que por la noche. Nos gustaba mucho tener esa representación de diferentes mundos para fusionar esta historia en particular. Nunca tuvimos la intención de ser folclóricos, más bien fuimos muy particulares, seguimos nuestro instinto y fuimos muy honestas desde quienes somos y creo que así se está percibiendo esto”, agregó Michelle.

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Para Natalia, ese enfrentamiento con la atmósfera de la cinta es algo muy contrastante a diferencia de lo vivido por la cineasta y coguionista de Huesera. “Crecí en el norte y el folclor de la Ciudad de México es algo nuevo para mí, aunque ya soy una buena chilanga. Pero allá, somos mexicanos con una idiosincrasia distinta donde hay otros tintes donde se juega más con la violencia, pues se vive otra realidad. Cuando vi la onda de llegar a habitar estos nuevos lugares si hubo una construcción de ese mundo tan urbano de otro tiempo y tipo de movimiento”.

“Lo que me hizo conectar más con ello fue el asunto de ir pasando por etapas de uno mismo y qué tanto vas mostrando de ti a lo largo de la convivencia con distintas personas en un solo día, pues es algo que cambia dependiendo si es tu pareja, tus padres o tus amigos. Eso fue un gran acierto, porque vivas donde vivas, el cambio es muy natural e íntimo, nadie lo va contando”, señaló la protagonista del filme.

La atmósfera no sólo involucra la historia contada, sino factores externos que hacen que esa energía se sienta en la producción. “Se refleja mucho el género de la película en la manera que trabajamos dentro del set. Sin duda, todos nos llevamos muy bien, hubo una gran sensación de familia y equipo pero también existía la tensión. Éramos una cinta de poco presupuesto con mucha complejidad y teníamos pocas semanas para sacar todo adelante. Eso exigía un nivel de foco muy alto, tanto que hubo momentos en el que sentíamos que realizábamos algo sagrado. Había un respeto ante la protagonista y el trabajo de la cámara muy alto, llegamos a un nivel energético por el cual estaré eternamente agradecida con todos siempre”, aseveró Garza Cervera.

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Soilán se sumó a la opinión de Michelle. “Hubo momentos un tanto de sugestión en esa onda de la energía. Uno de los llamados fue cuando se cayó la Linea 12 del Metro, que estaba muy cerca de la casa donde grabamos esa noche particularmente. Era muy loco, porque si de por sí estábamos en un estado casi ritualístico, tratando de fugar esa fuerza energética que se sentía, de pronto pasaban cosas en la realidad muy duras. Ese día el sonido de las ambulancias, las patrullas y todo empezó a cobrar un significado diferente. La realidad nos causó un choque y cuando estamos en esos estados, vemos que no sólo la ficción rompe sino que también lo demás. Había una pesadez inaudita en el aire esa ocasión”, reconoció.

El horror es algo que todo humano siente o enfrenta en algún momento de su vida. Ante ello, la joven cineasta enunció el terror más terrible al que se ha enfrentado. “Lo más terrorífico, de hecho, tiene que ver con el próximo proyecto que estoy trabajando y que también se encuentra presente en Huesera, es cuando el ser amado, el hogar o lo que se supone que te debe arropar de repente lo empiezas a ver de forma extraña, como la canción de The Doors, ‘People are strange’. Hay algo en la extrañeza y el desconocimiento que, sin duda, me parece una de las semillas más profundas del horror”, expresó.

Para Natalia, el peor miedo tiene otra forma que se ha vuelto muy común en estos días: “Lo hemos hablado durante el proceso creativo de este filme como en lo personal, pero para mí es el ‘gaslighting’, esta onda de que a las mujeres se nos da por nuestro lado o nos tiran de locas. Como nuestro nivel emocional suele ser considerado algo más intenso o sensible debido a la perspectiva femenina y el halo menos exacto de lo que se considera el punto de vista masculino. Me aterra la idea de desvalorizar siempre lo que una piensa o siente. Tener esa duda de no saber si me están escuchando realmente o si piensan que exagero lo que digo es horrible”, dijo.

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Garza Cervera coincidió: “Esa sensación de decir algo que para ti resulta muy válido pero la sociedad o los que te rodean anulan ese sentir o simplemente dicen está basado en teorías que tienes en tu cabeza es terrible porque es como, de manera simbólica, vivir encerrada en un manicomio. El invalidar esas opiniones y sentir implica perder algo en la condición humana. Es algo que también es un miedo que se puede percibir justamente en Huesera”.

Una de las partes clave del éxito de Huesera es la conexión con el público, por ello no extraña que la cinta se estrene comercialmente con 1000 salas. “Estamos muy felices, es como el gran sueño porque uno hace una película siempre esperando que alcance a muchas personas, sobre todo en nuestros países. El hecho de que sea un proyecto que realmente está inspirado en hacer horror desde nuestra experiencia viviendo en la Ciudad de México, tratando de evitar las fórmulas y darle una adecuada representación a nuestras vidas desde aquí, nos emociona mucho. Agradezco profundamente esta apuesta, pues no es algo tan común que suceda”, proclamó emocionada Michelle.

“Muchas veces una teme, sobre todo cuando haces horror, que las distribuidoras solamente apoyen al género pero cuando son productos importados, que normalmente acaparan el gran número de salas. También existe un poco de miedo por la expectativa de que la gente entre a la sala esperando algo con formatos hollywoodenses cuando Huesera es otra cosa pues no es el horror más común. Tenemos muchas ganas de ver qué sucede y ojalá el público le entre y conecte o se emocione con esto que es un tanto distinto, porque es una cinta más cercana para México que las que llegan de otros mercados. Ojalá se abran a la experiencia”, añadió.

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Finalmente, Garza Cervera reflexionó acerca de la reciente apuesta por el horror en este país que nos ha entregado una generación de realizadores destacados como Isaac Ezban, Emilio Portes, Lex Ortega, Gigi Saul Guerrero y ella misma. “Todos somos una comunidad que llevamos mucho tiempo aquí y que seguramente ya lleva presente desde algunas décadas atrás, pero es gratificante que en este tiempo se dé visibilidad a este tipo de cine. Se está aceptando que el género se puede hacer de diversas formas, lo que ocasiona que se diversifiquen las voces para contar estas historias”, concluyó.