José Sacristán, un Goya de Honor que tira de recuerdos y de humildad
Uno de los grandes nombres de la escena española y que ha desarrollado parte de su carrera en Argentina, recogió hoy su Premio Goya de Honor emocionado
Premios Goya
José Sacristán, uno de los grandes nombres de la escena española y que ha desarrollado parte de su carrera en Argentina, recogió hoy su Premio Goya de Honor emocionado, pero consciente de su trayectoria, y tiró tanto de recuerdos como de humildad para aceptar el reconocimiento.
Sacristán (Chinchón, Madrid, 1937) recordó a su pueblo y a su gente, su esfuerzo y su esperanza, el campo, allí donde hay un tiempo para labrar la tierra, otro para echar la simiente y otro para recoger los frutos.
"Gracias a todos lo que con su confianza en mi trabajo me permiten seguir arando, sembrando y cosechando", afirmó afirmado el actor, que, como siempre en sus discursos, tuvo palabras cariñosas para sus padres, el Venancio y la Nati.
También para sus hijos y a su mujer, Amparo. "Sin su amor ni su cuidado no me quedaría otra que echar el alto", aseguró Sacristán, antes de recordar que fue uno de los fundadores de la Academia del Cine española.
Un momento breve en una larga gala para homenajear a un actor que ha recibido el Goya de Honor por "representarnos de forma única en tantos títulos inolvidables que forman parte de nuestra memoria íntima", según la Academia de Cine.
Sacristán es "un modelo de entrega, pasión, ética y profesionalidad para todos los cineastas jóvenes". Galardonado con el Premio Nacional de Cinematografía 2021, lleva más de sesenta años "jugando con responsabilidad" en cine, teatro y televisión.
Protagonista de títulos míticos de la historia del cine español como "La colmena" (1982) o "La vaquilla" (1985), Sacristán se mantiene activo en cine, teatro y televisión.
Entre sus trabajos más recientes figuran series como "Alta mar" o "Velvet" y películas con directores como Carlos Vermut, Isaki Lacuesta o Javier Rebollo. Y en teatro, ha estado desde 2018 con "Señora de rojo sobre fondo gris", de Miguel Delibes, y ahora prepara "El hijo de la cómica", un homenaje a su gran amigo Fernando Fernán Gómez.
En sus comienzos, simultaneó su oficio de mecánico en un taller con la escena, en la que debutó gracias al director José Luis Alonso como meritorio en el madrileño Teatro Infanta Isabel.
En 1960 se sumó a la compañía Teatro Popular Español, en el cine aterrizó con la popular "La familia y uno más" (1965), de Fernando Palacios y en la década de los setenta participó en algunas de las comedias más representativas de la época ("El arte de casarse", "Sor Citroen" o "Cómo está el servicio", entre otras).
A la vez que se reveló como un excelente actor dramático con títulos rompedores como "Un hombre llamado Flor de Otoño" (1978), de Pedro Olea; "El diputado" (1978), de Eloy de la Iglesia, y la película más representativa de las contradicciones, frustraciones y deseos del español medio de entonces, "Asignatura pendiente" (1977), de José Luis Garci.
Ha trabajado con la gran mayoría de los grandes cineastas españoles: Luis García Berlanga ("La vaquilla", 1985, "Todos a la cárcel", 1993), Mario Camus ("La colmena", 1982) o Pilar Miró ("El pájaro de la felicidad", 1993) a Javier Rebollo ("El muerto y ser feliz", 2012), Carlos Vermut ("Magical Girl", 2014) o Kike Maíllo ("Toro", 2016).
Desarrolló una parte de su carrera profesional en Argentina, donde se hizo popular en 1978 con "Solos en la madrugada". Y rodó con Adolfo Aristarain dos de sus películas más aclamadas: "Un lugar en el mundo" (1992) y "Martin (Hache)" (1997).
Además de su carrera como actor, ha dirigido "Soldados de plomo" (1983), "Cara de acelga" (1987), donde también fue el responsable del guion junto a Carlos Pérez Merinero y "Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?" (1992), adaptación de la obra de teatro de Adolfo Marsillach que también había protagonizado.