Escenario

‘Minions: Nace un villano’: Nostalgia que se pinta de amarillo

CORTE Y QUEDA. La cinta se suscribe a la ya muy larga lista de producciones audiovisuales que apelan directamente a la nostalgia de un, cada vez mayor, sector del público

cine

El público principal al cual va dirigido esta nueva entrega parecen no ser los niños, sino un público más adulto.

El público principal al cual va dirigido esta nueva entrega parecen no ser los niños, sino un público más adulto.

CORTESIA Universal Pictures

Fue en 2010 cuando la productora Illumination lanzó el que, sin duda, fue uno de sus títulos más exitosos: Mi villano favorito (Despicable me) dirigida por Pierre Coffin y Chris Renaud, sobre las andanzas del supervillano Gru el cual, paradójicamente, posee un corazón de oro. El éxito de este filme daría inicio a una franquicia de donde se desprenden dos secuelas, y un spin-off/precuela estrenado en 2015, centrado en el origen de las pequeñas criaturas amarillas quienes son ayudantes del protagonista, y a las que se les conoce sencillamente como minions (secuaces, en inglés).

Siete años y una pandemia después, Illumination decide llevar a estos coloridos personajes (y de paso a Gru) de nueva cuenta a la pantalla grande, y lo hace a través de Minions: Nace un villano (Minions: The rise of Gru) de Kyle Balda, Brad Ableson y Jonathan del Val, y en la cual retoma la historia más o menos por donde se quedó en la entrega anterior, pero como el título indica, enfocándose más en los primeros pininos del supervillano estelar en el mundo del crimen.

Situada a mediados de los setenta, la trama inicia con un espectacular robo perpetrado por los Vicious 6, seis supervillanos comandados por Wild Knuckles, quienes se apropian de un medallón mágico que les permitirá, en la víspera del año nuevo chino; acceder a los poderes de diversas criaturas pertenecientes al horóscopo de esa cultura. Pero tras ejecutar el hurto y hacerse del medallón, Knuckles es traicionado por el resto del equipo, y a consecuencia de ello es abandonado en un lugar lejano, y dado por muerto.

Es la gran apuesta de Universal Pictures en animación.

Es la gran apuesta de Universal Pictures en animación.

CORTESIA Universal Pictures

Al quedar el equipo incompleto, el resto de los Vicious 6 decide “audicionar” a varios miembros del bajo mundo para encontrar un reemplazo y poder, con ayuda del medallón, efectuar sus malévolos planes. Por un equívoco, el todavía infante Gru es citado para presentarse en dicha audición. Emocionado (al ser fan de esta organización criminal), cree que están por materializarse sus sueños de convertirse en un gran y temido villano. Pero también teme que sus minions puedan ser más un obstáculo que una ayuda para obtener la vacante. Y decide acudir a su cita sin ellos.

Pero las cosas no salen como él esperaba. Al darse cuenta de su edad, los Vicious 6 le rechazan categóricamente. Decepcionado, y para vengarse y de paso probar su valía villanesca, él aprovecha un momento de distracción y hurta el medallón mágico de sus manos, por lo que los malhechores comienzan a perseguirlo. Durante la fuga (gracias a la torpeza de uno de sus ayudantes), el artefacto va a dar a manos de otro niño. Para complicar aún más las cosas, Gru es secuestrado por Wild Knuckles, quien no solo está vivo, sino muy deseoso de vengarse de sus excompañeros, y piensa valerse del objeto místico para dicho propósito. Y amenaza –vía telefónica– a los seres amarillentos con hacerle daño al menor si en 48 horas no le es devuelto el amuleto.

En ese punto, la narración de Minions: Nace un villano se divide en dos líneas narrativas: por un lado, los esfuerzos de los minions Kevin, Stuart, Bob y Otto por recuperar el medallón y rescatar a Gru, y por otro, la inesperada alianza que surge entre este último y Wild Knuckles, derivada de la admiración del primero por el segundo. Ambas líneas confluirán en la esperada y épica batalla final con los Vicious 6.

La parte de la trama la cual alude a Gru es sin duda, la mejor lograda de la película. En ella, se muestra no solo como aprende los gajes del oficio villanesco de la mano de su ídolo, sino también cómo se va desarrollando su personalidad, como de manera subconsciente; se van gestando algunas de sus futuras fechorías (que se aprecian en la primera entrega de la saga), como se hace de uno de sus primeros aliados y colaboradores (aparte de sus regordetes ayudantes), e incluso se ofrece un pequeño atisbo al pasado de su primer némesis. Es decir que esa parte de la cinta resulta ser una especie de relato fundacional del personaje, enfocado en su crecimiento y aprendizaje y donde el joven malhechor aprenderá y revalorará cosas como la confianza en otros y el trabajo en equipo.

‘Minions: Nace un villano’: Nostalgia que se pinta de amarillo Video

En contraste, la parte de la historia en torno a los minions es la más floja del largometraje. El guión desarrollado por Brian Lynch y Matthew Fogel se limita a propiciar todo tipo de situaciones (una persecución por una interminable carretera, la aparición de una experta en artes marciales que los acepta como alumnos, entre otras) las cuales además de poco inspiradas, son mero pretexto para ver a los personajes hacer sus acostumbradas bufonadas, que son el principal imán para los chiquillos. Peor aún: dichas situaciones son tan rutinarias y grises, que parecieran estar allí solo para cubrir la obligada cuota con el público infantil. E incluso pareciera como si los protagonistas fueran invitados especiales en su propio filme.

En este tenor, el público principal al cual va dirigido esta nueva entrega parecen no ser los niños, sino un público más adulto. Esto se debe a la abundancia de elementos visuales, musicales y referenciales empleados a lo largo de la historia que aluden a la cultura pop de esos años, así como otras provenientes del universo del cine. Elementos y referencias mayormente comprensibles y atractivos para un público un poco más maduro, y los cuales los menores seguramente pasarán por alto. En pocas palabras, Minions: Nace un villano resultará más entretenida para los papás de los niños, mientras que estos últimos igual pueden hasta terminar aburriéndose un poco entre tantos afros, pantalones acampanados y prendas estampadas de colores, música disco y guiños a James Bond.

Y es que -en el fondo-, la cinta se suscribe a la ya muy larga lista de producciones audiovisuales que apelan directamente a la nostalgia de un (por lo visto cada vez mayor) sector del público.