Escenario

‘Nadie podrá salvarte’, la angustia de una invasión extraterrestre convertida en caricatura

CORTE Y QUEDA. El nuevo filme del director y guionista Brian Duffield comienza fuerte y poco a poco se va desdibujando hasta un desilusionante final.>

La chica del miedo
Fotograma del Filme. Fotograma del Filme. (Especial)

Las invasiones extraterrestres son un tema que, con el paso del tiempo, han ofrecido diversas interpretaciones para su llegada. Desde la mítica transmisión radiofónica en la noche de Halloween de 1938 donde Orson Welles y sus compañeros del grupo The Mercury Theatre adaptaron la novela de H.G. Wells para desdibujar la delgada línea que existe entre la realidad y la ficción, hasta la década de los años 50 donde, en plena Guerra Fría, ser un alienígena era sinónimo de xenofobia y racismo usualmente destinados a aquellos de creencias comunistas, pasando por la revolución de los años 60s donde Asimov, Clarke y Dick le dieron un sentido más profundo de reflexión a la ciencia ficción.

Ante esta incertidumbre de la existencia de vida en otros planetas o galaxias, el cine ha mostrado ambas caras de una moneda que suele mostrarlos como amistosos o monstruosos, siendo usados incluso como protagonistas insospechados de thrillers llenos de suspenso como Señales (Shyamalan, 2002), Un lugar en silencio (Krasinski, 2018) entre otros títulos. Por ello, no es de asombrarse que el director y guionista Brian Duffield (Espontánea, 2020) los use como la vía del miedo para un relato que comienza como un intenso ‘home invasion’ que poco a poco se va desdibujando en Nadie podrá salvarte, estreno que llega directamente a streaming vía Star+.

Con la particularidad de no tener casi ningún diálogo en su narrativa, Duffield centra la atención por completo en su protagonista, Brynn Adams (la talentosa Kaitlyn Dever), quien es completamente ignorada por la gente de su pueblo, vive sola, evita a todos y sobrevive de esa forma. Pero una noche, su casa recibe una inesperada visita del tercer tipo, un extraterrestre que buscará capturarla mientras Brynn hace todo lo posible por evitarlo. Pero esta llegada será solamente el comienzo de una invasión en la que los aliens buscarán tomar posesión de la humanidad y dominar el mundo… o al menos eso pareciera.

La premisa inicial, que mezcla el encierro en casa con la invasión alienígena es refrescante, sumada a la propuesta de no tener un solo diálogo correctamente justificado como una de las partes clave de la protagonista y su ‘alienación’ de la sociedad. La atmósfera de esta casa rural, completamente sola y sin métodos de defensa, hace que la presencia de esta criatura del espacio exterior se convierta en una amenaza, sobre todo por la postura tomada para someter a Brynn. Es este primer acto donde mejor explota Duffield no sólo las atmósferas sino las tremendas influencias notorias de clásicos contemporáneos y de hace tiempo de la ciencia ficción.

Es obvio que la ausencia de diálogo remite a la ya citada cinta de Krasinski, pero además vemos referencias a Día de la Independencia (Emmerich, 1996), Encuentros cercanos del tercer tipo (Spielberg, 1977) o el memorable remake de los Secuestradores de cuerpos (Kaufman, 1978), haciendo un collage visual alrededor del relato de Brynn que poco a poco le va restando impacto a la narrativa alrededor de Brynn. A pesar de ello, la cinta tiene sus puntos más fuertes justamente en el aspecto técnico ofreciendo buenas secuencias apoyadas en la destacada labor de Kaitlyn Dever, cuya angustia silente se transmite en cada momento del filme.

La fotografía es bastante buena, brillando más en esos espacios nocturnos donde las sombras funcionan bien y la luz se muestra no como un solaz sino como una amenaza extraterrestre, misma que usa desde el blanco hasta el rojo para causar el efecto buscado. Ni qué decir del diseño sonoro, que forma parte clave de la cinta en medio de esa ausencia de diálogos, reforzando no sólo la sensación de constante persecución, paranoia o hasta culpa, sino remitiendo justamente a la forma de comunicarnos con los alienígenas que Spielberg experimentó en los 70 pero fungiendo como algo más terrible, casi similar a lo vivido por Milla Jovovich en la cinta de terror y abducciones, El cuarto contacto (Osunsanmi, 2009).

Pero el proyecto de Duffield encuentra un tremendo bache en su propuesta con el guion. Es ahí donde la fuerza de esta cinta pierde por completo el rumbo y su fuerza, pues cae en una severa contradicción al tratar de dar un giro de tuerca sorpresivo. Aunque en el segundo acto, esta paranoia sale de las paredes de un hogar para transmitirla hacia el peligro y rechazo del pueblo convertido en furia persecutoria, el realizador y guionista muestra una invasión salvaje, peligrosa, jamás pacífica ni con intenciones de concilio. Y es ahí donde encuentra su talón de Aquiles.

Para el tercer acto, la gran revelación de la verdad, tanto de Brynn como de los motivos de los extraterrestres, se va convirtiendo en una especie de chiste mal contado donde las posturas mostradas antes no tienen sentido y la protagonista se convierte en algo que rompe con la empatía generada por su causa, ofreciendo un desenlace tan absurdo que rivaliza con aquella lejana resolución tremendamente torpe de Skyline: La invasión (Hermanos Strause, 2010). Así, por tratar de encontrar un clímax emotivo e impactante, Duffield comete el error de traicionar su propia idea y convertir un thriller de sci fi en un episodio de Los Simpsons en el que el Señor Burns buscaba amor y paz para todos.

Si, Nadie podrá salvarte ofrece una buena dosis de entretenimiento que tristemente no se sabe sostener a pesar de las buenas ideas, de una edición que va de lo trepidante a lo soso y de un diseño de alienígenas interesante pero cuyos efectos especiales por momentos les desfavorecen. Con todo y el gran esfuerzo de Dever, que sabe sostener el relato hasta cometer esos terribles pecados, es notorio el intento de crear un relato que parece más un episodio medio flojo de La dimensión desconocida donde, efectivamente, nadie se salva de ese desilusionante final digno de caricatura.

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