Escenario

Östlund seduce a Cannes con una ligera y ácida sátira sobre los ricos

COBERTURA. En su primera película en inglés y con un reparto internacional ha querido unir lo mejor del cine europeo, más dado a lo “intelectual” y del estadounidense que prima la diversión y el entretenimiento

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La película se divide en tres episodios, arranca en una pasarela de moda y termina en una isla desierta.

La película se divide en tres episodios, arranca en una pasarela de moda y termina en una isla desierta.

EFE/EPA/GUILLAUME HORCAJUELO

Ganador de la Palma de Oro en 2017 con The Square, Ruben Östlund ha vuelto a seducir a Cannes con The triangle of sadness, una nueva sátira del mundo occidental que ridiculiza a los ricos y el culto al dinero y a la belleza a la vez que reivindica la risa y la ligereza.

“Queríamos que fuera una montaña rusa para adultos, entretenida y divertida, para verla en un cine juntos y al salir tener algo de lo que hablar”, ha explicado el director sueco este domingo en rueda de prensa.

En su primera película en inglés y con un reparto internacional que incluye al estadounidense Woody Harrelson, Östlund ha querido unir lo mejor del cine europeo, más dado a lo “intelectual” y del estadounidense, que prima la diversión y el entretenimiento.

“Muchas veces los europeos no somos un buen público, nos sentamos a ver la película serios, con los brazos cruzados”, ha señalado el director, satisfecho de que anoche en el preestreno el público del Palacio de Festivales de Cannes jaleara a los personajes como si fuera un partido de fútbol.

La película se divide en tres episodios, arranca en una pasarela de moda y termina en una isla desierta. El título, The triangle of sadness, alude a la arruga del entrecejo que muchos modelos se ven obligados a disimular con bótox porque no es aceptable en la industria de la moda.

El primer episodio se centra en una pareja de modelos e ‘influencers’, Carl (Harris Dickinson) y Yaya (la debutante actriz sudafricana y modelo Charlbi Dean) que se enredan en una discusión sobre los roles de género a raíz de una disputa por el pago de una cuenta.

El mundo de la moda fue la puerta de entrada de Östlund en esta historia, según ha explicado. “Hace ocho años conocí a mi mujer, que es fotógrafa de moda y me introdujo en ese mundo, empezamos a hablar mucho de cómo se trata la belleza como un valor de mercado y de que ésta puede resultar a la vez atractiva y aterradora”.

El segundo episodio transcurre en un crucero de lujo. Están Carl y Yaya pero también un oligarca ruso que cita a Reagan, un entrañable matrimonio inglés que fabrica armamento o un solitario empresario informático que regala Rolex para hacerse amigos.

Al frente del yate, un capitán borracho y marxista, interpretado por Woody Harrelson, quien se ha mostrado encantado con la experiencia aunque ha matizado que él en realidad es “anarquista” y no comunista.

“Trabajar con Ruben ha sido un honor, una de las mejores experiencias de mi vida, es un maestro, te puede hacer sentir extremadamente incómodo y darte que pensar a la vez que te hace reír, todo un viaje”, ha dicho el actor, tres veces nominado al Oscar.

A bordo del yate, una tormenta durante la cena con el capitán pone a los pasajeros en situaciones completamente delirantes que han desatado carcajadas durante la proyección. Pero Östlund, muy influido por compatriotas como Roy Andersson, no pierde la mirada compasiva.

El episodio final transcurre en una isla desierta, donde la poca habilidad de los ricos con cuestiones prácticas de supervivencia hace girar las tornas de la jerarquía y aúpa al poder a Abigail (Dolly de Leon), la mujer filipina encargada de la limpieza de los baños en el yate.

“Para mí ha sido uno de los motivos de querer hacer la película”, ha señalado la actriz, “que los más desfavorecidos nos veamos en el poder de repente y además de esta forma tan divertida”.

Sobre su salto al inglés, Östlund ha señalado que parecía “el paso más lógico” ya que se trata de su segundo idioma. “Como director quieres llegar a la mayor gente posible”, ha dicho pero también ha lamentado la “dominación anglosajona” del cine y de los medios en general y ha admitido que le preocupaba que se entendieran bien los matices que quería transmitir.