Escenario

Pablo Berger y su ‘Robot Dreams’, un filme de animación y mudo sobre la amistad y el amor

ENTREVISTA. La cinta, que ya ha pasado por numerosos festivales internacionales, incluido el de Morelia (FICM), llegó a Tokio recientemente

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Fotograma de 'Robot Dreams'.

Fotograma de 'Robot Dreams'.

ESPECIAL

El director español Pablo Berger presentó hace unos días en Tokio su última película, Robot Dreams, un filme de animación y mudo sobre la amistad y el amor, y que supone un “nuevo reto” en su ecléctica carrera.

“Hace más de 10 años cayó en mis manos la novela gráfica Robot Dreams y me enamoré de la historia. Hice Blancanieves y Abracadabra y a la hora de hacer mi siguiente película me acordé de este cómic y al volverlo a leer se me saltaron las lágrimas”, explica en una entrevista con EFE el realizador poco antes de presentar el filme en el Instituto Cervantes de Tokio.

Robot Dreams (2023) sigue la vida de Dog, un perro solitario que vive en Manhattan y que un día decide construir un robot, un amigo, y su amistad va creciendo hasta hacerse inseparables, al ritmo del Nueva York de los 80. Pero una noche de verano, Dog, con gran dolor, se ve obligado a abandonar a Robot en la playa.

La cinta, que ya ha pasado por numerosos festivales internacionales, incluido el de Morelia (FICM), llegó a Tokio, donde se ha proyectado en el marco de la muestra de cine de animación Doki Doki Animación con Ñ, organizada por el Instituto Cervantes de la capital nipona, y también en el Festival Internacional de Cine de Tokio (TIFF), antes de su estreno oficial en el país asiático en 2024.

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Cine para todos

Esta es la primera película de Berger que utiliza la animación como medio, ya que, al estar basada en una novela gráfica de la ilustradora Sara Varon, el cineasta no veía otra opción. “La historia me gustaba tanto que decidí meterme en este gran lío”, señala.

Para este director, la animación y la imagen real no guardan tantas diferencias, ya que los actores se sustituyen por los directores de animación, aunque sí reconoce haber necesitado “mucha paciencia” al cambiar un rodaje de dos meses por un proceso creativo de varios años.

Berger también tuvo que combatir con los prejuicios que van asociados a la animación, como el hecho de que esté considerado un género infantil.

Con la animación se pueden tratar temas sociales e importantes y en el caso de esta novela, el punto de vista es adulto, pero la película es para todos los públicos. Soy una persona muy ambiciosa con mis películas y quiero llegar al mayor público posible”, explica.

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En busca de retos

A pesar de contar con sólo cuatro películas en su filmografía - Torremolinos 73 (2003), Blancanieves (2012), Abracadabra (2017) y Robot Dreams (2023)-, Berger es aclamado por público y crítica por un estilo ecléctico y por enfrentarse a retos poco frecuentes en el cine actual, como las películas mudas.

“Sin duda me gustan los retos, que el cine sea un viaje a lo desconocido. Todas mis películas son muy diferentes, pero también son películas hermanas, con un ADN común y que combinan humor, sorpresa y siempre incorporan una historia de amor”, señala el director.

Tanto Blancanieves como su nueva cinta son películas sin diálogo, ya que el cineasta es un apasionado del cine de los años 20 y de nombres como Murnau, una época que considera como “el período dorado”, mientras que el sonoro es para Berger “un paso atrás”.

“Me siento un cineasta terrorista, que quiere que se cuenten las historias en imágenes. Siempre busco algo rompedor en el aspecto formal, algo distinto a lo que ya he hecho”, afirma sin adelantar cuál será su siguiente película, algo que considera “una decisión vital”.