Escenario

‘Pobres criaturas’: Una hazaña fílmica sobre el libre albedrío y el desborde sexual

CORTE Y QUEDA. El más reciente filme de Yorgos Lanthimos llegó a las salas de cine nacionales como uno de los filmes del año protagonizado por Emma Stone

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Fotograma del filme.

Fotograma del filme.

Cortesía

Saborear una brisa, un picnic con los amigos, una caminata en el bosque, o un libro; por mencionar algo, puede verse de lo más cotidiano. Pero ¿qué sucedería si perdemos este poder de elección? No es una idea que pase muy seguido por nuestra mente, pues, inconscientemente, estamos tan acostumbrados a estas cotidianidades de la vida, que olvidamos la importancia de este poder que ejercemos, que a veces ignoramos u obviamos; pero que no es otro que: el libre albedrío.

Esta idea la explora de una forma magistral en su más reciente cinta, Pobres criaturas (Poor things, 2023), del reconocido director griego, Yorgos Lanthimos. Más en concreto, lo hace en torno a la figura femenina como víctima de un hombre que dice amarla, pero en acciones la acorrala y priva de este derecho universal. Construyendo así, un sci-fi con buenas dosis de romance, pero más aún, de humor ácido.

Godwin Baxter (Willem Defoe), un científico poco convencional y con arduo interés en la anatomía de los seres vivos, ha traído de vuelta a la vida a una joven, a quién tomará por hija, Bella Baxter (Emma Stone). Vida que se ve caracterizada por un proteccionismo brutal de parte de Godwin hacia nuestra protagonista, al punto del cautiverio. Lo que únicamente acrecienta más la curiosidad y ganas de ella por explorar el mundo que le es negado. Ante esta situación, se presenta Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), un abogado sagaz y desenfrenado, con quien Bella huirá para conocer más acerca de este mundo que la rodea, pero que ella tanto ignora.

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Fotograma de ‘Poor Things’

Pobres criaturas es una cinta tan extensa en lo que expone, que dentro de las cosas elementales se pueden extraer, se encuentra este deseo de libertad. Lo cual de por sí ya es algo fuerte, pero Lanthimos lo termina de agravar por el contexto y circunstancias en las que coloca a sus personajes, hablamos de un Londres durante la época victoriana, donde los problemas de desigualdad de género y opresión, aún vigentes, estaban demasiado exacerbados. Sin embargo, no es consciente de todo esto, de hecho, de casi nada; en parte por su corta estancia en este mundo, pero, sobre todo por desconocimiento, producto del aislamiento.

Pese a esto, ella se muestra dispuesta a plantarle cara a su situación y salir a aventurarse; lo que evidencia su inconsciente, pero firme, apetito libertario. Y digo inconsciente, porque, como se menciona antes, ella no es capaz de comprender racionalmente muchas cosas. No obstante, pareciera que todos poseemos un instinto primitivo, así como el de supervivencia o sexual, pero, de libertad. O, en palabras de Geoffrey Chaucer, escritor londinense de la edad Media: “Las mujeres desean [sobre todas las cosas] ejercer autoridad tanto sobre sus esposos como sobre sus amantes y tener poder sobre ellos [en cuanto a soberanía]” (Los cuentos de Canterbury -relato de la comadre de Bath-, siglo XIV).

Lanthimos logra retratar de forma muy amplia esta problemática, pues vamos viendo a lo largo de la película que distintas figuras masculinas forman parte del mismo problema, aunque sea de maneras diferentes. Todo esto evidentemente influirá en la identidad del personaje principal, Bella, quien conforme avanza la cinta, va desarrollando cambios notables que terminan ratificando que hay formas de liberarse del mundo, que van más allá de salir de las prisiones físicas.

En sintonía con estos cambios que debe sufrir el personaje, se asoma consigo la camaleónica habilidad que tiene la actriz Emma Stone para interpretar papeles que, debe decirse, no son sencillos. Pues pasamos de alguien quien apenas puede realizar pequeñas actividades motoras y no tener muy buena comunicación, a alguien mucho más independiente, crítica y pensante. De ahí, que le esté yendo tan bien a Stone, en premiaciones, Golden Globes Awards y Critics’ Choice Awards, con miras al Oscar.

Por parte del resto del elenco, podemos decir que se cuenta con actores de alto reconocimiento y talentos emergentes, que han trabajado en películas y series importantes: Willem Dafoe (quien recién recibió una estrella en el Paseo de la Fama), Mark Ruffalo, Ramy Youssef, Suzy Bemba, entre otros más. Sin dejar de lado al trabajo realizado por el equipo de decorados, maquillaje y vestuario, que logró plasmar de una forma muy cuidadosa elementos, en ocasiones sutiles, pero que nos recuerdan el contexto en que se desarrolla todo: vestidos, sombreros, bastones, carruajes, etc.

Pero a diferencia de La favorita (The favourite, 2018), lo principal no es tanto mostrar los componentes de la época victoriana, pues en esta ocasión los reflectores están enfocados en los efectos que forman parte del apartado sci-fi de la cinta; donde se destaca en especial los prostéticos a Dafoe y la decoración de la casa de su personaje, es decir, Godwin.

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La película se arranca en un blanco y negro; lo cual un poco al estilo de El Mago de Oz (The Wizard of Oz, 1939) pareciera que busca remarcar la infelicidad de la protagonista y enfatizar que su mundo es gris. Más adelante podemos apreciar un coloreado en el montaje, que sigue expresándose mediante los matices que se reflejan en las tonalidades del clima y de otros elementos del set; donde nuevamente se juega con ellos para expresar, de forma más clara, el sentir de la protagonista.

Siguiendo en general un buen ritmo, se narra la historia en capítulos, que, aunque no estén como tal numerados, cada uno tiene su nombre. En cuanto la fotografía podemos notar que el director toma de referencia las distancias y distintos planos para nuevamente enfatizar los sentimientos de Bella; sobresaliendo el efecto de ver toda la toma en forma tipo esférica, lo cual distorsiona ligeramente la imagen, ocasionando crear una sensación de tensión: como inquietud o angustia.

Pobres criaturas será visto como un trabajo muy destacado en la carrera de todos los participantes, pero principalmente de Yargos Lanthimos y Emma Stone; por lo que se recomienda ampliamente a la audiencia ver este filme. Abordando de forma un tanto ácida, pero inteligente, distintas problemáticas de la sociedad; trayéndonos a la memoria diferentes historias como El castillo de la pureza o Frankenstein. En un camino lleno de aprendizaje que pasa por todo tipo de emociones y momentos, que el director no tiene miedo de mostrar, cómo el desborde sexual; que tienen por fin, todos ellos en conjunto, la libertad real de Bella.