Escenario

PREMIOS ARIEL 64: ‘Plaza Catedral’. La humanidad por encima de la violencia

ESPECIAL. A punto de la ceremonia de premiación Crónica Escenario comparte detalles de las películas nominadas. El texto número 27 nos habla de una historia de solidaridad entre dos personas distanciadas por la edad y la clase social

Un niño y una mujer construyendo un puente
Ilse Salas tiene la única nominación del filme. Ilse Salas tiene la única nominación del filme. (CORTESÍA)

El texto número 27 de nuestra serie de especiales rumbo a la edición 64 de la entrega de los Premios Ariel nos habla de una historia de solidaridad entre dos personas distanciadas por la edad y la clase social: Plaza Catedral.

LA SOLIDARIDAD EN MEDIO DE LA VIOLENCIA JUVENIL EN PANAMÁ

Plaza Catedral, de Abner Benaim, es un drama con toques de thriller sobre un encuentro inesperado, entre una mujer (Ilse Salas) en duelo y un niño (Fernando Xavier De Casta) de la calle. El resultado en pantalla es un deleite para el espectador debido que por un lado se cuenta con la experiencia de una de las actrices más importantes de México y por otro lado la chispa natural de un niño que fue su primera vez en cámara, todo esto enmarcado con un Panamá desconocido para el público. La película lanza una pregunta importante al espectador: ¿Hasta dónde llegarías por ayudar a un completo extraño?...

“El tema de las injusticias sociales en Latinoamérica se ve claramente en Panamá porque es un país pequeño. Lo pensé como un fondo pues me interesaba hacer una película sobre dos persona más allá de las diferencias sociales, intentar borrar esa línea”, dice Benaim, de 50 años, en una entrevista con Efe en Miami.

Plaza Catedral trata sobre la pérdida quizá, ¿pero también sobre las enormes diferencias que hay entre las clases sociales en Panamá?

No creo que tenga que ver con las diferencias, eso es más un contexto que tiene la película.

Para mí es más una película sobre abrirse al otro. Sobre la solidaridad. Sobre esa idea de que hay personas que pueden hacer una gran diferencia en tu vida y no sabes exactamente quién puede ser.

A mí me interesa mucho explorar ese abrirse a un desconocido. Cómo se va formando esa relación entre dos personas que hace un par de días no se conocían. Eso es lo que exploro en la película, la relación entre ambos.

Y me interesa porque no es algo que ocurra a menudo. Por lo general, la gente se cierra a los extraños, se mantienen aislados. Y lo hacen en todos los sentidos, no solo físicamente.

Entonces quiero tocar ese tema de la apertura y la solidaridad.

“Se trata de dos personas que se necesitan y se pueden ayudar”, subraya, pero la línea divisoria entre la riqueza y la pobreza extrema, como se muestra en el filme, “no se va a borrar con una película”.

EL CONTRASTE DE LAS DIFERENCIAS SOCIALES

Plaza Catedral comienza con un sugerente plano donde una cámara capta las modernas infraestructuras de Ciudad Panamá en el ascenso a un edificio en construcción, para luego presentar a pie de calle un mundo común donde los niños se ganan la vida reservando sitios para aparcar automóviles.

“Ese alto contraste es real en Panamá, por suerte todavía se vive en relativa paz pero pasan cosas todos los días”, comenta Benaim, cuya comedia Chance, de 2010, tuvo el honor de ser la primera película panameña en estrenarse luego de 60 años.

“Hay un contraste muy alto y una consecuencia de muchos años de una estructura que permite eso, y la gente lo ve normal. Eso es lo que me parece preocupante”, dice como reflexión sobre su película, una producción de Panamá, Colombia y México y estrenada en octubre pasado.

La película comienza, y luego tiene varias escenas, en los edificios altos que dominan el paisaje de Ciudad de Panamá, ¿hay una intención crítica en esto, a los megadesarrollos y los negocios inmobiliarios en el país?

Tiene varias interpretaciones desde lo que yo tenía en mente, que era dibujar un escenario que haga sentir a Ciudad de Panamá como parte de la película, no como un personaje pero como un escenario, que se entienda la geografía del lugar.

Porque personalmente creo que Ciudad Panamá dice mucho en su imagen, pues tienes todos esos rascacielos, que son un símbolo de progreso, de civilización, llámalo como quieras, pero, a diferencia de otros lugares, aquí todo está muy pegado, entonces al mismo tiempo ves los barrios pobres.

Y a las personas que van a Ciudad de Panamá les impresiona eso: los edificios altos que están al lado de los barrios más necesitados. Y sí, pasa en todas las ciudades, pero acá es más notable porque están uno al lado del otro.

Pero no hay necesariamente una crítica. Solo posibles interpretaciones. Recuerdo una historia que leí hace algunos años en la que básicamente se hablaba de que entre más alto estás, más feliz eres. Pero también, más lejos de la realidad. Más desconectado de lo que pasa allá abajo.

Pero su personaje principal vive a ras del suelo, en un sitio emblemático de la ciudad que, de hecho, le da el nombre a la película: Plaza Catedral. ¿Por qué la puso a vivir allí, si perfectamente podría vivir en uno de esos rascacielos?

Es una razón estratégica. Es un lugar que ha tenido muchos cambios, especialmente en los últimos 20 años. Allí se da una interacción entre gente muy rica y otra de barrios populares que era necesaria para que funcionara la película. Esa es la interacción entre los dos personajes principales que se da, además, en uno de los lugares más conocidos de la ciudad.

Siempre vi películas donde elementos famosos de las ciudades estaban retratados. El puente de Brooklyn si es Nueva York, la entrada del museo de Louvre cuando hablamos de París… y entonces me pareció preciso poner un escenario en este lugar, porque no se han hecho muchas películas en Panamá sobre Panamá y era un tema virgen.

Pero hay otra razón, es que durante muchos años yo viví allí. Me pasé varias horas en un balcón, mirando a las personas que cuidaban los carros en esta zona. Hablé con varios de ellos.

¿Y de ahí surge esta historia?

No podría decirlo así, pero sí recuerdo que un amigo me contó una historia que una vez llegó a su casa un chico sangrando, un chico del barrio, y él lo montó en el carro y lo llevó al hospital.

Después poco a poco le fui metiendo vivencias personales a esa historia, aunque no es una película autobiográfica. No es una historia que me pasó a mí, pero sí contiene muchas cosas que hice o que me pasaron.

Donde también pongo muchos sentimientos. Las sensaciones que me han producido las decenas de relatos que he escuchado como documentalista. También durante muchos años acompañé a mi mamá, que es psicoanalista, a trabajos de campo, donde también escuché muchas historias que me sirvieron para hacer esta película.

Por eso no se trata de un momento, viene de muchos momentos.

Igual creo que esta es una película, como hacemos en el cine, mucho más de contar lo que pasaría si hiciéramos otra cosa a lo que normalmente haríamos.

No sé si las personas dejarían entrar a alguien a su casa que está herido de bala. Entonces juego un poco con lo que en inglés se dice 'what if?', ¿qué pasaría si...? Eso es también esta película.

DE LOS ELOGIOS PARA ILSE A LA PÉRDIDA DE FERNANDO

Ilse Salas, “una de las mejores actrices latinoamericanas”, interpreta a una arquitecta y vendedora de bienes raíces sumida en la tristeza por haber perdido a un hijo accidentalmente, mientras entabla una amistad con un chico de la calle relacionado con pandillas juveniles.

El joven parqueador, que en la ficción es herido en la calle y llevado al hospital por la arquitecta, Alicia, logra que ésta libere un poco del cargo de conciencia que lleva por la muerte de su hijo en un accidente.

Sobre la protagonista Ilse Salas, en cuyos hombros descansa el ritmo intimista del filme, las recurrentes zonas de silencio y el hacer creíble una historia de polos opuestos, dice que “hace mucho con poco, tiene una manera de actuar muy contenida, con solo una mirada dice mucho”.

Sin embargo, como sucede a veces cuando la realidad supera la ficción, el joven actor Fernando Xavier de Casta, elegido en un casting entre unos 250 niños aspirantes al papel, murió tiroteado “en un barrio que no era el suyo, en una circunstancia violenta”, dice Benaim.

Con un nudo en la garganta, Benaim dice que ese hecho "le hizo algo a la película que ya no se puede ignorar, va más allá del documental. Pasa todos los días en la realidad, es algo de lo que me di cuenta cuando murió Fernando, pero todos los demás que mueren nadie los cita en un periódico”, lamentó.

“Es una gran pérdida, y esperamos que su luz, su memoria que quedan plasmados en la película, hagan una diferencia en (la forma) cómo la gente percibe estos temas de violencia juvenil, y que quizá ayude a mejorar las cosas”, afirmó. A continuación un momento en que el cineasta comparte esta tragedia que vale la pena retomar:

¿Cómo llega este joven Fernando Xavier de Casta a estar casi a la misma altura de una actriz tan experimentada como Ilse Salas?

Bueno, un joven como Fernando no te lo ibas a encontrar en los lugares de casting habituales. Así que hicimos una convocatoria en el barrio donde íbamos a filmar y ahí lo encontramos. Aunque fue algo inmediato que sentimos con él, también nos dimos un tiempo para saber si era o no el adecuado para el personaje.

Y creo que funcionó. Aunque no tenía experiencia en actuar, si había hecho danza contemporánea, así que sabía ser artista. Y eso se notó.

Creo que una de las razones por las que funcionó es porque en sus escenas no había guion, sino que le decíamos qué era lo que se suponía que tenía que hacer o decir. Por ejemplo, en la escena en que el personaje de Ilse le revela gran parte de su vida, él no sabía lo que iba a escuchar. Así que cuando ella en la primera toma comienza a revelar detalles tan dolorosos y profundos, él realmente está conmovido y sorprendido, porque era la primera vez que escuchaba algo así en la película. Aunque hicimos otras tomas, nos quedamos con esa primera.

Y así pasó durante la mayor parte de la película: una reacción natural a todo. Es una lástima que ya no esté con nosotros.

¿Cómo ocurrió eso? Le preguntaron:

Fernando murió hace seis meses (dijo esto en enero). Lo mataron en Ciudad de Panamá. Fue un golpe muy duro. Sé de otros directores como el colombiano Víctor Gaviria a quienes se le murieron actores después de filmar con ellos. Pero nunca me había pasado a mí y ha sido muy difícil.

Me gustaría que él estuviera acá conmigo, en la promoción de la película, hablando de su experiencia.

Durante la presentación de la película estuvo su familia, sus abuelos. Un momento muy emotivo.

Es como si la realidad terminara la película, le dio un final que no está en la película pero es más fuerte.

UN CINEASTA QUE YA ES HISTORIA

La primera película de Benaim, con una vasta y extensa carrera como director, documentalista, guionista y productor, fue Chance (2010), a la que siguió Invasión (2014), y el documental Yo no me llamó Rubén Blades (2018), de amplia difusión en festivales de todo el orbe y en cines latinoamericanos y nominado a Mejor Documental en los Premios Platino.

Con estudios en economía y relaciones internacionales, la pasión de Benaim por la cinematografía le viene de cuando era niño como espectador, que luego reforzó con un paso por escuelas de cine para convertirse después en director.

Destacó que su formación como realizador ha sido muy interesante, así como también “toda una aventura” de empezar a hacer cine en Panamá, “cuando no había nada” y se acometían todos los proyectos como “un reto”.

En ese sentido, Benaim describió su carrera de cineasta como una “experiencia enriquecedora, muy fuerte, muy intensa, no he parado ni un solo día por más de veinte años totalmente metido en lo que hago”.

“Si no estoy realizando algo, estoy soñando algo, buscando la manera de solucionar, una forma de hacer las cosas”, afirmó el realizador.

Igualmente detalló que le gusta narrar historias que se enmarcan en el realismo, pero que también le gustan “las historias personales del drama humano, sobre la condición humana”.

El cineasta reconoció además que tener a Rubén Blades, al que considera su mentor, en Plaza Catedral como productor ha sido de “gran apoyo” y algo “muy positivo”.

Has dicho que filmar esta película fue como una aventura para ti, ¿qué conclusiones sacas después de todo lo que ha pasado?

Que los proyectos cinematográficos son el resultado de un proceso y que esos procesos pueden ser muy largos. Pero soy muy optimista sobre todo por lo que la gente ha encontrado en la película. Creo que se ha dado un diálogo con muchas personas del público que se han sentido identificadas o conmovidas por lo que han visto y eso para mí ha sido muy satisfactorio.

UNA COMPETENCIA EN EL OSCAR DIGNA DE ORGULLO

Panamá ha estado presente en el cine de muchas maneras: Rubén Blades, el gran compositor, ha actuado en varias películas; la vida del legendario boxeador “Mano de Piedra” Durán fue llevada al cine y contó con la participación incluso de Robert de Niro. Y hace poco incluso fue el escenario de la taquillera Suicide Squad.

Pero el cine hecho en Panamá no había tenido mucho espacio en cartelera. Hasta este año. Hasta la aparición de Plaza Catedral, del director panameño Abner Benaim, que resultó preseleccionada como una de las 15 aspirantes al premio a Mejor Película Internacional en la pasada entrega de los premios Oscar. 

Si bien no llegó a la nominación es la primera vez que una película panameña llega hasta esta fase y tal vez sea porque la historia protagonizada por la actriz mexicana Ilse Salas y el colombiano Manolo Cardona ha logrado conmover a muchos espectadores, incluso aquellos que tienen un voto en la Academia de Hollywood.

“De ahí no pasamos, pero llegar a los 15 fue muy importante para la película. La votaron la gente de la academia de Estados Unidos, tuvo mucha prensa, con distribución en Latinoamérica”, comenta orgulloso.

Es la primera vez que una película panameña es preseleccionada para competir en unos premios Oscar, lo que ya es un hito. ¿Por qué cree que ocurrió con esta película?

Yo esto lo veo como un proceso. Comenzamos hace más de 15 años a hacer cine, cuando era poco o nada lo que se hacía cine en Panamá.

Hicimos Chance, a la que le fue muy bien en cartelera. Hicimos documentales, que fueron premiados y fueron a muchos festivales.

Entonces decidimos volver a hacer ficción. Y decidimos hacer drama. Y creo que pusimos todo nuestro aprendizaje de estos años. Es la sumatoria de cosas que te llevan a la siguiente plataforma. Te digo esto porque es la única explicación que encuentro a que hayamos llegado hasta este lugar.

Y otra cosa de la que estoy convencido es de que esto es el resultado de cómo la gente ha respondido a la película. Es el único modo. Lo señalo porque nosotros no tenemos un aparato o una capacidad de inversión tan grande para promover la película en múltiples mercados, así que ha sido la respuesta de la gente lo que la ha puesto ahí.

Las reacciones del público han sido de una conexión emocional con la historia que estamos contando. Y eso me ha pasado en México, en Panamá, en los distintos lugares en los que hemos presentado Plaza Catedral. Y creo que pasó lo mismo con las personas que hacen la selección en la Academia.

Benaim está convencido de que ahora “le toca el turno” a países “pequeños” centroamericanos como Panamá contar sus historias en el cine.

Le toca el turno a Centroamérica y países como Panamá, Guatemala, Costa Rica mostrar que tienen una voz, porque la tienen pero no la habían usado en el cine, mientras en la música sí. Estamos empezando, hay millones de historias por contar, está todo por contar”, redondeó.

NOMINACIONES AL ARIEL: 1

Mejor Actriz: Ilse Salas

PROYECCIÓN INTERNACIONAL

Representante de Panamá en los Premios Oscar 2021 (estuvo entre las 15 preseleccionadas)

Premios Platino (Nominación a Mejor Actriz para Ilse Salas, Guion y Sonido)

Selección Oficial en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (Mejor Actor para Fernando Xavier de Casta)

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