¿Todo salió mal en el Corona Capital 2021?
La décimo primera edición del polémico festival mexicano, se convirtió en un efectivo experimento para evidenciar el contexto actual con sus deficiencias y posibles soluciones
opinión
Como quien guarda un as bajo la manga para asegurar una partida ganada, Ocesa decidió realizar apresuradamente la décimo primera edición del festival Corona Capital en la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez, con un cartel que —aunque no era el mejor— tenía potencial para convertirse en el esperado regreso triunfal de los eventos masivos de música sin restricciones, en la capital mexicana.
Si el Pa'l Norte en Nuevo León (Monterrey) lo logró el fin de semana anterior (12 y 13 de noviembre), ¿por qué no lo lograría el casi nada conflictivo Corona Capital de la Ciudad de México?
Y así, como muchas historias que acaban mal, todo comenzó con un sábado soleado que invitaba a la poca afluencia a reunirse frente a los escenarios Bosque, Viva Aerobús, Doritos, Corona Cero y Corona, pasadas las 2:30 pm. Para disfrutar de proyectos como Hamzaa, Goss, Alfie Templeman, Missio y Hana.
Todo parecía ir con normalidad, pese a las decepcionantes cancelaciones previas de St. Vincent y The Kooks. El primer día aún se podía rescatar a la espera de proyectos como LP, Dayglow, Disclosure y Tame Impala, quienes quedaban como los “fuertes” del lineup.
LOGÍSTICA
Eran poco más de las 4:00 pm y aún se percibía poca gente en el recinto. Con todo y que la distribución de los escenarios pareció cambiar —o la cuarentena afectó mi percepción de las proporciones—; la larga caminata que solíamos emprender para llegar al escenario principal (Corona) no pareció tan larga este año.
Tal vez la distribución de stands y áreas de comida y descanso, podría haber generado una falsa impresión de reducción de espacio; que sonaba muy coherente, dada la limitante del aforo, para que no se notara la evidente disminución de público. No obstante, la lógica dicta que, a mayor espacio, la sana distancia —o al menos la falsa ilusión de ella— pudo haberse mantenido mejor. Pero no fue así.
A grandes rasgos, los mapas en teoría no cambiaron mucho, pero para quienes estuvimos en el recinto fue evidente que la colocación de cuatro escenarios continuos, centralizó a la gente en esa zona, dejando un poco a la deriva al escenario Corona (el más espacioso).
ATRACCIONES
Acompañando precisamente al escenario Corona y a su soledad, la tradicional rueda de la fortuna —que cada año sirve más de adorno que como atracción, por la interminable fila de personas esperando subir y que parece nunca cambiar— fue de las pocas atracciones que permanecieron este año —y que en este tipo de eventos sirven para distribuir a las personas—.
Sin sillas voladoras y una evidente disminución de stands fotográficos e interactivos, lo más destacable fue el DJ set Silent Party de Pepsi, un concepto que se ha popularizado en algunos antros de todo el mundo, que se puede resumir como un concierto de música electrónica con audífonos; en algunos casos, con la posibilidad que el público elija el canal que quiere escuchar de los tracks que el DJ va mezclando.
SEGURIDAD
Es bien sabido por los amantes festivaleros, que el Corona Capital es probablemente uno —sino es que el principal— de los festivales elitistas que se realizan en la Ciudad de México; no es por la selección de proyectos preferentemente de hablan inglesa, sino por las características y comportamientos de su público asistente y la tendencia por querer simular un estilo Coachella.
Su predominante clase media asistente —que se quiere sentir alta por su outfit—, atrae más la atención de los carteristas que de las cámaras de los medios sobre moda y estilo, lo cual ha generado que edición tras edición aumente el índice de inseguridad y robos dentro del recinto.
Por lo que este año vimos a la Unidad Canina de la Policía Bancaria e Industrial (PBI) de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), en los accesos, para apoyar en la revisión de bolsos y mochilas. Asimismo, días antes, la SSC anunció que implementaría mil 161 policías, 51 vehículos oficiales, siete motocicletas, nueve grúas y una ambulancia para el cuidado de los asistentes adentro y fuera del Autódromo. Y al menos, eso sí fue evidente.
De igual modo, los anuncios en las pantallas que invitaban insistentemente al autocuidado de bienes personales, provocaron un aire de desconfianza entre los asistentes. Ahora dos fuertes motivos ayudaron a “mantener” cierta distancia entre el público, el COVID y la inseguridad.
CARTEL
Con todo lo anterior, y volviendo al aspecto musical del evento. Sin afán de introducir el dedo en la llaga. Pasadas las 6:00 pm, la cancelación de Disclosure se hizo efectiva para los asistentes del sábado, cuando, a través de las pantallas del escenario Doritos, se anunció que el número de LP ¬—pactado a las 6:50 pm¬— se recorrería a las 8:50 pm, horario en el que el dúo británico de música electrónica, cerraría la jornada.
Para ese punto, el ambiente entre el público era tenso. Algunos abandonaron el recinto de inmediato sin dar oportunidad al resto de los proyectos que aún faltaban por presentarse. Acto seguido, un segundo anuncio fue el tiro de gracia a la tolerancia de la gente. Las pantallas volvieron a mostrar el texto en el que se aseguraba que aquellos que habían comprado el boleto individual para el sábado, podrían asistir también el domingo.
Lo que pretendió ser un acto compensatorio, terminó en una avalancha de comentarios negativos, sarcásticos y conspiratorios contra los organizadores. A quienes se les llegó a tachar, inclusive, de haber manipulado al público con un cartel improvisado y sin una verdadera confirmación por parte de los proyectos musicales, que terminó por desmenuzarse durante el primer día.
Algunos asistentes apelaron a la lógica del posible conocimiento previo de la inasistencia de Disclosure —como en el caso de The Kooks—, lo cual pudo haber anulado la venta de boletos durante la mañana del sábado; así que hubo quienes pensaron que los organizadores decidieron ocultar la cancelación hasta cercana la hora de presentación del proyecto, por ese motivo. Aunque, eso solo quedó a interpretación y especulación de algunos asistentes molestos.
¡LA SALVACIÓN!
No obstante, haciendo a un lado el sentido mercadológico de los eventos de este tipo, es necesario recordar que el verdadero motor de un buen festival es la música. Esa apropiada expresión artística que ha salvado vidas, demostró su fuerza e importancia, al recordar al público por qué estaba reunido allí.
El trío musical estadounidense Khruangbin conquistó el Corona Cero con ritmos de soul y dub; que bien combinaron con el estilo californiano de SG Lewis y Dayglow, o la cadencia de The Whitest Boy Alive, que fue una de las más destacadas presentaciones de la edición, con el “Feliz cumpleaños” en español e inglés para Erlend Øye. Así como la electrónica y psicodelia de Tame Impala, George Fritzgerald, Flight Facilities o el Dj set de !!! (Chk Chk Chk), Electric Guest y Ashnikko.
El amplio espectro musical también dio cabida a la estridencia del rock, grunge, hip hop o el house de los australianos Rüfüs Du Sol, Royal Blood, The Bravery y Twenty One Pilots, quien concluyó la jornada con un espectáculo completo: electrónico, acústico, con un breve pero sustancioso recorrido por todos sus álbumes, así como algunas reinterpretaciones de My Chemical Romance o del icónico tema “I can see clearly now”, originalmente grabado por Johnny Nash, en una versión muy pintoresca, con acordeón y trompetas al calor de fogata improvisada arriba del escenario.
La sensación de volver a sentir la música vibrar desde el escenario y debajo de los pies, es una experiencia imposible de describir y mucho menos de entender como tercero. La experiencia de la música en vivo es completamente individual y subjetiva, por lo que el domingo pudo haber compensado las fallas del sábado o no, según la persona asistente.
Lo cierto es que el Corona Capital 2021 finalmente sí fungió como un efectivo experimento para evidenciar el contexto actual, con sus deficiencias y posibles soluciones; recordando que la última palabra, como siempre, es del público.