Escenario

‘Saw X’, una pequeña pero fundamental pieza del macabro rompecabezas

CORTE Y QUEDA. El nuevo filme de la saga ‘Saw’, de la mano de Kevin Greuter se aleja de las últimas dos visiones del ‘juego del miedo’ para llevarnos al pasado, justo entre la primera y segunda entrega

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Fotograma del filme.

Fotograma del filme.

Especial

Hay personajes que se vuelven memorables en las franquicias de terror. Desde el sádico Pinhead en las diversas adaptaciones de Hellraiser de Clive Barker, pasando por monstruos que destruyen sueños y se alimentan del miedo como Freddy Krueger en la saga de Pesadilla en la Calle del Infierno, o máquinas de matar que representan el mal puro como sucede con Michael Myers en Halloween. Pero existe uno que se sumó a la lista de grandes íconos del género justo en los inicios del nuevo milenio, un ingeniero civil que, a través de juegos sádicos y violentos, buscaba que la gente sometida aprendiera a valorar sus vidas mediante simples elecciones o sacrificios.

Ese extraño ‘coach de vida’ es John Kramer (Tobin Bell), mejor conocido como Jigsaw, quien sorprendió a propios y extraños con una ópera prima de la mano de James Wan y Leigh Whannell que mostró el inicio de un largo camino a través de sangre, sudor y muerte, legado que se extendería hacia algunos aprendices que la han hecho llegar a diez entregas y casi dos décadas en el gusto de los amantes del terror. Acompañado de su fiel títere, Billy, Kramer está de vuelta de la mano de Kevin Greuter, que se aleja de las últimas dos visiones del ‘juego del miedo’ para llevarnos al pasado, justo entre la primera y segunda entrega, trayendo a su protagonista a México.

Después de su última gran participación en la tercera parte, el octogenario Tobin Bell vuelve a la franquicia con una trama donde el muy enfermo y desesperado John Kramer encuentra esperanzas de vida gracias a un supuesto tratamiento que eliminará todo rastro de su cáncer terminal. Pero al llegar a nuestro país, lleno de buena fe hacia la Doctora Cecilia Pederson (Synnøve Macody Lund), se da cuenta de que fue estafado. Por ello, Jigsaw desata su juego macabro al tomar el asunto en sus manos y traer cierta justicia, ofreciéndole a ella y sus secuaces la decisión clave de todas sus trampas: aprender a vivir o morir, según su elección.

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Una de las novedades de esta cinta recae en traer las trampas a México, un lugar retratado en sepia (cómo no) por el cinematógrafo Nick Matthews, quien también respeta los aspectos clásicos estéticos de la saga oscilando entre los blancos, verdes y rojos que tanto aparecen normalmente en la franquicia. Asimismo, destaca la labor del talento actoral nacional alrededor de esta entrega conformado por Joshua Okamoto, Paulette Hernández, Octavio Hinojosa y Renata Vaca, fungiendo como víctimas ideales que tendrán que enfrentar las consecuencias de sus actos a través de cada uno de los juegos en los que forman parte.

Otro aspecto fuerte de esta entrega es la participación de Charlie Clouser, compositor que sigue aportando el dote tétrico a la saga a través de una música tensa que siempre suele revisitar ese tema icónico de Jigsaw, “Hello Zep”, sabiendo que cada vez que suena es porque la terrible resolución comienza a desenvolverse y nadie está a salvo de esa jugada final. Ni qué decir del diseño de las trampas, una con un toque muy mexicano y en el que Jorge Iván Sanders junto con un gran crew colaboraron para crear esas invenciones salidas de la mente de Kramer que pueden ser no tan sanguinolentas como otras pero sí intensas.

Pero es el regreso de Tobin Bell como el arquitecto de la moralidad Jigsaw quien se roba la cinta al lado de otro retorno clave para esta entrega: Shawnee Smith, que vuelve a ponerse en la piel de la primera sobreviviente a los juegos, Amanda Young. La dupla se siente con buena química, como si no hubiera pasado una década de no compartir escena. Ese punto de encuentro entre ambos le da una frescura interesante a todo el relato pues gracias al guion de Josh Stolberg y Pete Goldfinger, quienes intentaron revitalizar la saga con la ausencia de Jigsaw en las dos entregas anteriores pero fallaron en su cometido, se añade una capa de severa humanidad al popular villano, mostrándolo frágil, derrotado pero con toda la intención de completar su trabajo de vida.

Es esa humanización de Kramer, que se toma bastante tiempo al inicio del filme en un ritmo un tanto cansino, la que crea un interés por parte de la audiencia. De repente, el victimario, la mente maestra, se convierte en la víctima, sin dejar de lado su amor por la vida que se le está yendo de las manos poco a poco. Pero también muestra ese lado oscuro dentro de él, una versión de juez moral intachable que impone sus reglas ante aquellos que actúan mal, no mostrando un ápice de culpa o arrepentimiento por ellos, lanzando la cuestión al aire aún más ambigua sobre el bien y el mal, lo justo e injusto.

En contraparte, existen los ‘jugadores’, algunos de ellos cuya línea de la moral es retorcida o que han perdido el rumbo en su propósito de vida, pero no tan macabra como la de cierta antagonista que se alza como uno de los personajes más odiosos de la franquicia. Synnøve Macody Lund sorprende con un rol que, a pesar de lo predecible que resulte el relato, nos muestra a alguien que no tiene escrúpulos con un perfil psicopático nada envidiable que hace ver al loco del Detective Hoffman como una caricatura. Ver las dos perspectivas de estos personajes y cómo unos se convierten en otros le da una dimensión a este juego del miedo bastante interesante.

Es ahí donde esta décima entrega encuentra el solaz, ofreciendo un enfoque diferente del mundo de Saw que resulta una pequeña pieza de rompecabezas fundamental para lo que sucede en las siguientes dos cintas (El Juego del Miedo II y III), aderezando de buena forma el arco final de este personaje que sigue levantando un gran debate entre sus fans acerca de si es un asesino o no. Esto, aunado con un aire de suspenso y la adecuada dosis de sangre y violencia que es el sello de la casa del ‘torture porn’ al que pertenece, hacen de esta cinta un relato complementario para el universo de Kramer que, en una de esas, podría extender aún más su legado.