Escenario

Schiaparelli y el privilegio de hacer “cosas bonitas”

En un desfile lleno de estrellas el director creativo, Daniel Roseberry, quiso ofrecer un paréntesis a los debates intelectuales que agotan a la industria

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El desfile tuvo lugar en la entrada del Museo de Artes Decorativas, en el Palacio del Louvre.

El desfile tuvo lugar en la entrada del Museo de Artes Decorativas, en el Palacio del Louvre.

ESPECIAL

Schiaparelli abrió este lunes la pasarela de Alta Costura de París con una colección bautizada Born Again (Renacida), un canto a la capacidad de la moda de ofrecer belleza en un mundo cada vez más complejo.

En un desfile lleno de estrellas, como la cantante Rita Ora, las actrices Emma Watson y Rossy de Palma, y el diseñador Olivier Rousteing, entre otros, el director creativo de Schiaparelli, Daniel Roseberry, quiso ofrecer un paréntesis a los debates intelectuales que agotan a la industria.

“En los últimos años, la moda ha intentado al máximo probar que no es estúpida. La presión que sienten los diseñadores para hacer una declaración sobre la actual política actual, el desastre climático o las desigualdades en una época de guerra ha llevado a crear obras extraordinarias”, constató Roseberry en una nota que recibieron los invitados.

Sin embargo, según Roseberry, conviene que la moda no se tome a sí misma demasiado en serio, y es importante que el diseñador permanezca comprometido con su sociedad pero sea capaz de devolver amabilidad, creatividad e inocencia al público. En resumen, que pueda dar al mundo algo bonito.

“¿Qué hay de malo en querer hacer cosas bonitas? No es lo único importante en la vida, pero es una parte de la vida. Es un privilegio del que estoy agradecido cada día”, añadió Roseberry, uno de los creativos más potentes de la Alta Costura.

En su desfile, la belleza se transformó en flores que surgían de las hombreras o de un “bustier” negro con pantalones de terciopelo.

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Para esta línea otoño-invierno 2022/2023, el terciopelo fue de hecho el tejido reinante en siluetas que marcaban la cintura y eran voluminosas en las caderas, como una falda de crepé satinado que dibujaba una flor en la parte delantera.

El diseñador fue capaz de introducir hasta la tela vaquera en esta colección, en un traje de chaqueta con falda también marcado en la cintura como un corsé.

El blanco y el negro se llevaron todo el protagonismo, con algunos toques de azul noche, púrpura y rojo sangre, pero también destacaron los accesorios, con unos sombreros tipo gondolero pero con el ala grande.

Los cortes asimétricos dejaron a la vista el pecho de las modelos (que desfilaban al ritmo de las melodías cinéfilas del compositor John Williams) aunque oculto detrás de una flor o de un parche de terciopelo.

El desfile tuvo lugar en la entrada del Museo de Artes Decorativas, en el Palacio del Louvre, que acoge a partir de este miércoles una retrospectiva dedicada a la modista italiana Elsa Schiaparelli (1890-1973), con la voluntad de recuperar la figura de una de las leyendas del siglo XX, conocida especialmente por sus creaciones surrealistas y su rosa fucsia.