Escenario

‘Sueño de fuga’: De prisiones, luz y oscuridad

TICKET AL PASADO. El filme de Frank Darabont es uno de los grandes clásicos modernos con una gran historia de amistad protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman

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Fotograma de 'Sueño de fuga'.

Fotograma de 'Sueño de fuga'.

ESPECIAL

A veces, el camino para encontrarnos con una película que nos conmueva, nos emocione y nos provoque una conexión inesperada se da de formas inesperadas. Se tiene por ahí la creencia cinéfila de que una cinta te llega en el momento perfecto donde deja algo en ti. Algo así sucedió con Sueño de fuga de Frank Darabont, adaptación de una novela corta de Stephen King, conocido por alimentar las pesadillas de generaciones con sus obras.

Era el año 1995, en plena premiación de los Oscar donde la competencia por Mejor Película era dura. La polémica y aventurada Tiempos violentos con el boom de Quentin Tarantino estaba ahí; la sorpresiva comedia británica Cuatro bodas y un funeral con Hugh Grant acompañado de un ensamble impresionante también estaba; El dilema de Robert Redford era la menos favorita y la gran ganadora de ese año, Forrest Gump con Tom Hanks daba una lección de historia estadounidense mostrando que la vida era como una caja de chocolates.

Sueño de fuga competía también por ese gran honor, pero tristemente se iba sin un solo galardón a pesar de sus varias nominaciones, siendo la gran perdedora de ese año. Debido a ello, en ese entonces me pasó de noche…hasta el año 1999, donde nuevamente Frank Darabont tomaría un texto de King para crear un drama memorable acerca de la milla verde, ese pasillo que los condenados a la silla eléctrica caminan para pagar por sus pecados en Milagros inesperados. Al ver esta cinta en cines, despertó una voz que, por obvias razones, me llevó justamente a Sueño de fuga, que para ese entonces ya era considerada una de las mejores películas de esa década injustamente infravalorada.

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Uniendo mi pasión por la lectura (y sí, también por Stephen King después de una obsesión con Edgar Allan Poe previa) con el amor por el cine, tocaba ver este relato de un contador acusado de matar a su esposa que clamaba ser inocente llamado Andy DuFresne, interpretado por Tim Robbins. Con la cadena perpetua de por medio, el joven, gracias a un póster de Rita Hayworth y mucha esperanza de por medio, buscará escapar de la infame prisión de Shawshank.

El inicio presenta una secuencia de un anciano que se suicida en pantalla mientras que una voz en off entra para contarnos justamente lo vivido por DuFresne. Con ello, descubrimos que esta historia será contada por otro importante protagonista del relato, Red, interpretado por Morgan Freeman. Es a través de su lazo con Andy y esa cuestión de absoluta desesperanza exhibida por los reos confrontada al constante optimismo del contador que todo fluye en medio de un ambiente lleno de corrupción y deshumanización.

Conocer la faceta dramática de King fue toda una revelación, sobre todo ante la visión de Darabont, que ha probado ser uno de los mejores en captar la esencia de sus textos y llevarlos al cine. Tanta es la sinergia entre ambos que, incluso, harían una tercera colaboración con La niebla, cuyo final ha sido aplaudido por el mismo autor oriundo de Maine. A pesar de ser una historia de terror, es el drama humano alrededor de esa historia el que eleva la cinta como otras pocas lo han logrado entre la vasta cantidad de adaptaciones.

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Sueño de fuga en realidad es una historia de redención necesaria para aquellos que han perdido el deseo de vivir. Andy se convierte en un ejemplo de resiliencia que, para un adolescente confundido y un tanto perdido como el que escribe en ese casi inicio de milenio, mostraba que no importaba el bullying o la oscuridad de los actos de las personas, sino que la empatía siempre es el punto con el que puedes desarmar al más desalmado guardia de seguridad o al más silencioso enemigo. Es a través de ese sentir, casi inexistente en una prisión, que el relato encuentra una gran guía.

Esa luz en plena oscuridad es algo que reafirma la esperanza de un sueño no sólo de fuga o de escape ante el cruel mundo que rodea a DuFresne, sino hacia una libertad que aquí se representa de manera literal. Pero es la lección de vivir la vida, de nunca perder esa creencia en uno mismo sin perderse en el camino la que Andy representa, mostrando que todos tenemos derecho a tener un Zihuatanejo, un solaz que nos ofrezca esa sensación de paz. Esto fue transmitido por un par de grandes actuaciones por parte de Robbins y, sobre todo, Freeman.

Y es que Red es nuestra voz, es ese testigo que, conforme el tiempo pasa y su posible libertad por buen comportamiento se acerca, tiene miedo a acabar como el anciano del comienzo. Es su actitud y su consejo, así como esa gran amistad con Andy lo que hace que su mirada, actitud y forma de ser cambien de la indiferencia habitual del reo hacia el interés por el mismo. Mientras más pasa el tiempo, más se asombra y se fortalece un rayo de luz dentro de un lugar como Shawshank que es carente de valores y, sobre todo, esperanza de vida.

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Más allá de la gran dirección y producción dentro de la cinta, es el sentimiento y la lección que la cinta de Darabont transmitió a ese joven perdido que era lo que terminó por marcarme al regalarme la sensación de ser libre, de ignorar esas voces en contra, de esa oscuridad que de repente te carcome sin saberlo. Es ahí que el Sueño de fuga se convierte en una experiencia de transformación dolorosa que nos recuerda la belleza de las cosas a pesar de la adversidad enfrentada en un relato que, ante todo, es bellamente humano.