Escenario

‘Tengo sueños eléctricos’ retrata el amor adolescente marcado por la paternidad violenta

COBERTURA. La ópera prima de la costarricense Valentina Maurel compite en la sección Horizontes Latinos del Festival Internacional de Cine de San Sebastián

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Fotograma de 'Tengo sueños eléctricos'.

Fotograma de 'Tengo sueños eléctricos'.

ESPECIAL

La película Tengo sueños eléctricos, ópera prima de la costarricense Valentina Maurel, se proyectó hoy en el Festival de San Sebastián, y en ella presenta a una adolescente que adora a su padre, imprevisible y violento, al que se siente más apegada que a una madre que trata de construir un espacio cómodo y pacífico para ella y su hermana.

“No quería hablar de violencia de forma didáctica, sino compleja”, explicó Maurel tras la proyección de la cinta en la sección Horizontes Latinos del Festival, donde compite con otros once títulos de cine latinoamericano.

Los tortuosos sentimientos de Eva, interpretada por Daniela Marín Navarro, y las variadas caras de su padre, al que da vida Reinaldo Amien Gutiérrez, y que en ocasiones llega a provocar la simpatía del espectador, consiguen que la directora haga un retrato ambiguo y con muchos matices.

En la cinta, la joven protagonista sufre también arrebatos de ira que parecen aprendidos, mientras el sufrimiento que genera el padre se manifiesta a veces de forma sutil, como en los problemas de incontinencia de su hermana pequeña o incluso de su gato.

Cuando la madre expulsa a este hombre de la casa empieza a generarse un ambiente limpio y confortable, frente al caos y al desorden en el que vivían.

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Pero su hija mayor no soporta que pretenda reformar la casa y prefiere acercarse cada vez más al padre, que está viviendo una especie de segunda juventud, en la que escribe poemas y participa en constantes fiestas alcohol y drogas mientras vive con un amigo.

Este compañero de piso, Palomo, juega también un papel importante en el proceso del aprendizaje de Eva.

EL CINE NO DEBE SER DIDÁCTICO

A juicio de la directora, “el cine no debe ser didáctico, sino generar dudas”, y por eso ha optado por hacer una película “difícil” en la que no quería dar un mensaje “evidente”.

Para Maurel “la violencia es compleja porque no hay distancia, puede haber una relación violenta, pero con amor”. “Si uno dejara de querer al personaje que le hace daño sería más fácil salir de esas situaciones”, reflexiona.

En todo caso, la costarricense quiere dejar claro que “alejarse de la violencia permite ver con más claridad cómo salir de ella” y que “no hay que conformarse con círculos interminables de trasmisión de violencia”.

‘Tengo sueños eléctricos’ retrata el amor adolescente marcado por la paternidad violenta Video

En la película se producen varias situaciones secundarias en las que se observan comportamientos violentos y de masculinidad tóxica, como las discusiones de tráfico o las peleas callejeras masivas.

Esta película la pude hacer porque están sucediendo cosas mucho más complejas y generaciones de mujeres lucharon para que yo use la ambigüedad, y pueda criticar el patriarcado y también determinadas cosas del feminismo”, remarcó Maurel.

El título de la película no tiene que ver con el libro de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, sino con un poema en el que “la violencia que irrumpe como la electricidad”, explicó además la directora y guionista.

Por su parte, la actriz Daniela Marín Navarro, que dota de gran verismo a su papel, explicó que “uno no se despega emocionalmente por completo de los personajes que interpreta” aunque esté actuando.

La directora costarricense había dirigido hasta ahora cortometrajes como Paul está aquí (Premio de la Cinéfondation en Cannes en 2017) y Lucía en el limbo (seleccionada en la Semana de la Crítica de Cannes en 2019).