Escenario

‘Zapatos rojos’, la empatía entre dos extraños para desahogar el dolor

COBERTURA. Luego de haber estrenado mundialmente, Carlos Eichelmann Kaiser estrena su filme en el Festival Internacional de Cine de Morelia donde compite a Mejor Largometraje Mexicano>

Natalia Solián destacó que tuvieron “la gran fortuna de contar con el acompañamiento de Daniel y la guía de Carlos” Natalia Solián destacó que tuvieron “la gran fortuna de contar con el acompañamiento de Daniel y la guía de Carlos” (Cortesía FICM/Viri Espino)

La pérdida de un ser querido siempre incluye una retrospección de las acciones se tuvieron con él, en la cinta Zapatos rojos de Carlos Eichelmann Kaiser, somos compañeros del viaje que realiza Tacho, un campesino de la tercera edad que debe dejar su pueblo para ir a la Ciudad de México para reconocer el cuerpo de su hija, enfrentándose a las hostilidades de la burocracia mientras establece una amistad con una joven prostituta.

En el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), Crónica Escenario tuvo la oportunidad de estar en la conferencia de prensa con la participación del director, los productores Gabriela Maldonado y Alejandro de Icaza, la directora de Arte Nohemí González, el guionista Paco González, el coach de actores Daniel Rivera, y los protagonistas Eustacio ‘Tacho’ Ascacio y Natalia Solián.

Sobre la presencia de un actor natural para el personaje principal, Solián destacó que tuvieron “la gran fortuna de contar con el acompañamiento de Daniel y la guía de Carlos, para el proyecto era muy importante generar una relación humana, franca, entre Tacho y yo. Pasamos tiempo juntos construyendo un camino de confianza para abordar las situaciones de los personajes. Esta película explora la paternidad, tanto de Tacho que busca a su hija, como de Damiana, que requiere encontrar esa figura (…) la gran fortuna de que se encuentren, es lo que provoca la conversación profunda entre dos desconocidos”.

Tacho, quien comparte con el personaje de la cinta la parquedad para hablar, declaró que la cinta fue “una aventura, ya que a pesar de no saber leer o escribir, actuó, miento, y me saco todo el equipo hacia adelante”.

Sobre la secuencia inicial de la cinta, donde vemos al personaje de Natalia en un viaje de carretera mientras lleva unos zapatos rojos, Carlos comentó, “¿qué me lleva a intentar una metáfora hacia ese lenguaje con esa escena inicial? la verdad es que no tengo una respuesta. Es un misterio, es más como una sensación. Lo que quería era que el espectador pusiera atención a lo que iba a suceder, una llamada de atención para la historia que estábamos a punto de contar”, comentó.

“Me gusta que la primera escena tenga el mensaje de la película, es una cinta de contrastes. En esa primera secuencia tenemos el montaje del bosque y del desierto, que son las dos energías que yo quería reflejar en la película. La del desierto tiene una energía muy masculina, es árida, tiene mucho sol, es seca, es pragmática y práctica, es como los hombres. La ciudad tiene esta energía más femenina, donde casi todo es de noche, es caótica, muy nocturna, es muy húmeda, casi siempre está lloviendo o las calles están mojadas. Entonces desde esa escena inicial yo quería reflejar este contraste”, añadió.

Ante la pregunta de por qué abordar una cinta de desapariciones desde el punto de vista masculino dijo que “además de ser hombre, soy hijo, tengo madre, tengo hermanas, tengo primas y amigas, no soy ajeno a la herida de la violencia contra la mujer. No comparto esa dialéctica polarizante donde alguien puede hablar de una cosa y no de otra, sí siento que hay sensibilidades diferentes (…) quise abordar el problema desde un lugar muy educativo, más poético, muy emocional, alejándome del panfleto. No me interesaba ni ser político ni provocador sino crear una reflexión desde lo emocional”.

Sobre el proceso de seleccionar a Tacho para la cinta, el director comentó, que al estar escribiéndola, vio un video donde aparecía él y que de ahí supo él era el personaje. “Me pareció muy violento que el personaje estaba entrevistando se pareciera tanto al personaje yo estaba escribiendo, no sólo en lo físico sino en lo emocional. Eran bastante similares”. Para ubicarlo mandaron a ese ejido en Coahuila a Daniel quien sería el coach actoral quien entabló una relación con él y su esposa Cipriana Cárdenas, quien les ayudaría a llevar a Tacho a donde ellos querían y así él pudiera reflejar lo que el personaje requería.

Cómo a Tacho le costaba trabajo leer y escribir, para llegar a él emocionalmente era a través de Cipriana. Platicábamos las escenas con ella, le decíamos lo que buscábamos, desde lo emocional hasta lo técnico, Cipriana se lo explicaba y él se iba a pastorear sus cabras y le daba vueltas a la escena. Y volvía en la tarde con muchas ideas y claridad, comprendiendo la escena y el personaje”, dijo el director.

Para Natalia está fue su primera experiencia ante las cámaras, “el lenguaje de la cámara era para mí algo distante, yo vengo del mundo del teatro. Tenía muchas ganas de hacerlo e hice un casting lo más comprometido que pude”. Sobre trabajar con Tacho dijo que “los actores estamos muy educados para articular el pensamiento de una manera artificial y con él no había manera de entrar a ese tipo de dinámica, con él, el nivel de verdad es absoluto y requiere una réplica de la misma categoría”.

Sobre el manejo de la cámara y de la fotografía se comentó que se buscó un estilo formal para que la gente mantuviera cierta distancia con la historia. Para que la reflexión se provoque desde cierta perspectiva de la distancia.

Sobre la influencia de su abuelo en el trabajo, figura que es explorada en el documental Teorema del tiempo de su hermano Andrés, dijo que sí, que de alguna forma “algo de ese linaje me había salpicado”.

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