La capital mexicana se ubica en el puesto 50 de 65 ciudades evaluadas en el Índice de Preparación para la Movilidad Urbana 2023, lo que evidencia los desafíos que enfrenta para mejorar su sistema de transporte y reducir su impacto ambiental.

El informe, publicado por el Foro Económico Mundial, analiza el desempeño de las ciudades en cuatro dimensiones: infraestructura, sostenibilidad, innovación y calidad de vida. El objetivo es medir la capacidad de las ciudades para adaptarse a las nuevas tendencias y demandas de movilidad, así como a los efectos del cambio climático.

Según el estudio, la Ciudad de México presenta un panorama preocupante, ya que se encuentra por debajo del promedio global en todas las dimensiones. Entre los principales problemas que afectan a la movilidad urbana se encuentran la congestión y el tráfico vehicular, que generan pérdidas de tiempo, dinero y calidad de vida para los habitantes.

Para revertir esta situación, el informe propone una serie de medidas que incluyen la implementación de carriles exclusivos para autobuses, la optimización de la velocidad y eficiencia del sistema de transporte público, la promoción de modalidades más sostenibles como la bicicleta y el vehículo eléctrico, y la instalación de estaciones de carga en toda la metrópoli.

Sin embargo, el informe también reconoce que el transporte público de la Ciudad de México tiene aspectos positivos, como su frecuencia y accesibilidad. No obstante, señala que existe un rezago en la construcción de estaciones de carga para vehículos eléctricos, lo que dificulta la transición hacia medios de transporte más limpios y tecnológicos.

En el contexto global, la Ciudad de México se sitúa en una posición inferior en comparación con otras ciudades latinoamericanas como Santiago y Buenos Aires. El liderazgo en movilidad urbana está encabezado por Helsinki, la capital de Finlandia, seguida de cerca por Ámsterdam y Estocolmo.

El estudio concluye que la movilidad urbana es un factor clave para mejorar la calidad de vida de los habitantes, así como para mitigar los riesgos climáticos y los costos de vida asociados al transporte. Por ello, insta a las ciudades a tomar acciones concretas para transformar su sistema de movilidad y avanzar hacia un futuro más sostenible.