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El fentanilo, en campaña en EU: guía para rebatir el bulo antimexicano republicano

Los responsables de que el fentanilo se haya convertido en la droga más letal en EU son dueños de farmacéuticas, que evitaron la cárcel con el dinero que le sacaron a los adictos y con el que pagan a los políticos para que culpen a México

segunda de dos partes

El senador Lindsey Graham presenta su Ley Narcos el 8 de marzo, para que el gobierno declare organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos

El senador Lindsey Graham presenta su Ley Narcos el 8 de marzo, para que el gobierno declare organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos

The Hill

¿Por qué los republicanos culpan a México de la epidemia de muertos por fentanilo en EU?

Porque Estados Unidos está en precampaña electoral, de cara a las elecciones de noviembre de 2024 y atacar a México genera votos, como bien sabe Donald Trump cuando ganó las elecciones en 2016 prometiendo un muro para impedir el paso a los "narcotraficantes mexicanos que envenenan a los jóvenes estadounidenses". El fentanilo es el nuevo “muro” con el que la derecha xenófoba estadounidense planea reconquistar la Casa Blanca en enero de 2025.

En concreto, los republicanos —congresistas, gobernadores, fiscales estatales, comentaristas en los medios conservadores y desde luego los aspirantes a la candidatura presidencial— acusan a las autoridades mexicanas de no combatir a los cárteles que han tomado el control del tráfico del fentanilo —principalmente Sonora y Jalisco Nueva Generación— y de no impedir que lleguen a sus puertos los precursores procedentes de China, necesarios para elaborar la potente droga adictiva.

Además, los republicanos están envenenando a la opinión pública con bulos como que los narcotraficantes están usando de mulas a los indocumentados. Y están teniendo éxito: según una encuesta realizada por Ipsos, el 36% de los estadounidenses piensa que los inmigrantes cruzan la frontera con esta droga letal para luego venderla, cifra que se dispara al 60% entre los votantes republicanos.

¿Es cierto que Trump y otros líderes republicanos piden bombardear o invadir México en su guerra contra el fentanilo?

Sí, y si es necesario, sin pedir permiso. El primero en sugerir un bombardeo a laboratorios de los cárteles en territorio mexicano fue, cómo no, el presidente Donald Trump, luego de declarar la emergencia nacional por la crisis de los opioides, en 2017, pero el jefe del Pentágono logró convencerle de la locura que implicaría lanzar misiles a un país socio y con 13 millones de mexicanos de origen viviendo en EU. 

Sin embargo, su deseo de vengarse en las elecciones de 2024 de la victoria que — insiste— le “robaron” en 2020 (aunque sabe que no es cierto y que Joe Biden ganó por el apoyo decisivo de los hispanos), ha hecho revivir su supremacismo antimexicano y su amenaza: “Los cárteles están librando una guerra contra EU y ahora es tiempo de que EU libre una guerra contra los cárteles; cuando sea presidente, desmantelaré los cárteles mexicanos, igual que desmantelamos al Estado Islámico", dijo en enero, en alusión a los bombardeos estadounidenses contra campamentos terroristas en Irak y Siria, al más puro estilo yanqui: sin preguntar.

Tras el asesinato en marzo de dos estadounidenses en Tamaulipas, el congresista Dan Crenshaw propuso declarar a los cárteles mexicanos grupos terroristas, precisamente para intervenir en territorio mexicano (con permiso o no) cuando consideren que hay un objetivo "legítimo". De paso, el republicano texano (reconocible por su parche pirata en un ojo) aprovechó para criticar al presidente Andrés Manuel López Obrador, al que cuestionó su fallida política de "abrazos, no balazos": “¿Con quién está, con el pueblo mexicano o con los cárteles?”.

Una vez abierta la caja de Pandora, otros republicanos con ganas de titulares en los medios abrazaron la retórica intervencionista. El representante por Florida, Mike Waltz, proclamó que “debemos dejar de ver a los cárteles como grupos mafiosos y verlos como terroristas del ISIS”; o el representante por Arkansas, Tom Cotton, quien, invocando un regreso a la doctrina Monroe, planteó el “envió de tropas a territorio mexicanos para cazar a los señores de las drogas, incluso sin el permiso del gobierno mexicano”.

El prominente senador Lindsey Graham se tomó incluso la molestia de hacer un juego de palabras, al presentar una propuesta de ley para incluir a los cárteles mexicanos (no los estadounidenses o los chinos, presentes en todas las grandes ciudades de EU) como grupos terroristas: Notorious, Aggressive, and Remorseless Criminal Organizations and Syndicates: Narcos Act (Organizaciones y sindicatos criminales notorios, agresivos y despiadados: Ley NARCOS)

¿Qué dice el gobierno de Biden?

El Congreso de EU aprueba las leyes, pero el presidente tiene la facultad de vetarlas, dejando a la Corte Suprema la última palabra.

El gobierno de Biden ya advirtió que vetaría la ofensiva republicana, ya que, además de provocar una gravísima crísis con México (y con toda América Latina y Europa), implicaría la criminalización gratuita de los inmigrantes (o de los "invasores", como escucharemos en la campaña electoral tantas veces como cárteles mexicanos), que es el fondo lo que quieren los republicanos, cada vez más entregados al supremacismo blanco de Trump o DeSantis (aunque muchos hispanos votarán republicano, sin darse cuenta de que ellos mismos pueden ser víctimas de un creciente racismo antilatino). 

Sin embargo, la presión de los republicanos para que la Casa Blanca incluya a los cárteles mexicanos en la lista negra del terrorismo va a crecer exponencialmente a medida que se acerquen las elecciones, en las que Biden (que en noviembre cumple 81 años y han dado ya muestras de achaques y lapsus seniles) buscará la reelección.

Si la crisis del fentanilo se agrava con números récord de muertos a final de este año preelectoral (como todo hace apuntar que pasará) y si las encuestas anuncian que el presidente demócrata perdería las elecciones de noviembre de 2024, si se enfrenta a Donald Trump o a Ron DeSantis (la última, de este 10 de julio, señala que el gobernador de Florida saca 13 puntos de ventaja al demócrata entre los votantes del estado), nada garantiza que el presidente de EU se rinda finalmente de la retórica antimexicana de los republicanos.

De hecho, la Casa Blanca no es un bloque monolítico sobre el espinoso tema del narcotráfico. El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, admitió en marzo, en plena ofensiva republicana, que los cárteles controlan “partes del territorio mexicano”, y reprochó al gobierno de AMLO que “debe hacer más” para combatir al crimen organizado.

Tras el revuelo mediático armado por sus palabras, tanto en EU como en México, el jefe de la diplomacia estadounidense señaló que México ha interceptado “cantidades récord” de fentanilo y que los dos países han colaborado “muy estrechamente” en el desmantelamiento de laboratorios y en la detención de “decenas de líderes criminales”, aunque no aportó detalles sobre si dicha colaboración implicó la presencia de agentes de la DEA en suelo mexicano, o dónde estaban localizados los laboratorios.

De hecho, la Casa Blanca rechazó este martes incluir al fentanilo en la lista de armas químicas de destrucción masiva (un segundo intento republicano de justificar una posible intervención en México), alegando que la colaboración con México es plena y el gobierno morenista reforzará la fiscalización de los puertos para impedir la entrada de precursores de fentanilo procedentes de China. 

¿Qué dice el presidente mexicano?

López Obrador no se ha quedado callado en su réplica a la ofensiva republicana y llamó “mequetrefes intervencionistas y prepotentes” a los que pide una intervención militar estadounidense en México. Eso sí, nunca atacando directamente a Trump, por el que siente una debilidad incomprensible a toda lógica (algún día se estudiará este caso particular de síndrome de Estocolmo del líder mexicano por quien más ha atacado a los mexicanos en la era moderna). El blanco del desprecio de AMLO es Biden (él sabrá por qué) y el de su ira es DeSantis, a quien (en un nuevo ejecercicio injerencista de López Obrador) ha pedido que nadie lo vote (aunque en este caso tiene toda la razón). 

Fobias y filias aparte, el presidente mexicano se equivoca en parte cuando afirma que la crisis de los opioides es fruto de la “decadencia de la sociedad estadounidense” (como afirma también el gobierno chino). “Hay mucha desintegración de familias, hay mucho individualismo, hay falta de amor, de hermandad, de abrazos”, dijo durante una rueda de prensa en marzo; y mintió cuando, en esa misma mañanera, aseguró que los precursores procedentes de China para hacer fentanilo no entran por los puertos del Pacífico mexicano, dijo que no hay laboratorios de fentanilo en territorio mexicano y presumió porque en el país no hay problemas de adicción a esta nueva droga letal. “Aquí… no tenemos consumo de fentanilo”, declaró, ajeno a la realidad.

El hecho más sangrante de que cuán equivocado está el presidente mexicano sobre el control real del tráfico de fentanilo por parte de los cárteles fue el secuestro y ejecución del subdirector de la aduana de Manzanillo, Sergio Emmanuel Martínez Covarrubias, ocurrido en mayo, pocos días antes de que el presidente lo pusiera en el cargo, precisamente por su condición de funcionario incorruptible y comprometido con la guerra al narcotráfico, tras su paso por gestión de la aduana de Matamoros (Tamaulipas).

Por otro lado, las cifras de fallecidos del gobierno son irrisorias —México registró oficialmente solo 19 muertes por opioides en 2020, el año más reciente del que hay datos disponibles—, como quedó patente este miércoles, cuando los Servicios Forenses de el gobierno de Mexicali encontraron que el 23% de 1,100 cuerpos enviados a la morgue (253) durante el último año murieron dieron positivo en sobredosis de fentanilo.

En cualquier caso, López Obrador tiene razón cuando denuncia que la crisis la crearon los estadounidenses y sus responsables quedaron impunes, como los directivos de laboratorios como Johnson & Johnson o Purdue Pharma, llevados a juicio por ocultar durante décadas el enorme poder adictivo de sus medicamentos a base de opioides sintéticos, pero que jamás pisaron la cárcel gracias que con usaron parte de los miles de millones que ganaron a costas de sus clientes adictos para pagar indemnizaciones y llenar los bolsillos de los legisladores que echan la culpa de la crisis a México, y son los mismos congresistas que cobran del “lobby” de las armas para vetar que se endurezcan las leyes de control, aunque los primeros beneficiados sean los cárteles que ahora quieren considerar terroristas.