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El ultraderechista Milei quiere gobernar Argentina con una motosierra

El candidato de extrema derecha asegura que ganará en octubre porque convenció con su amenaza de destruir la “casta” peronista y macrista ¿Funcionará su plan brutal de recortes sociales y de impuestos en un país con 40% de pobreza, como el que a punto estuvo de hundir Gran Bretaña cuando lo intentó Liz Truss?

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Javier Milei, la noche del domingo tras conocer su victoria en las primeras presidenciales argentinas

Javier Milei, la noche del domingo tras conocer su victoria en las primeras presidenciales argentinas

EFE

Cuando nadie creía que podía llegar otro populista de extrema derecha con un peinado imposible, como los que lucían sin complejos Boris Johnson y Donald Trump, apareció Javier Milei donde menos se esperaba: en Argentina.

Contra todo pronóstico, Milei (Buenos Aires, 52 años), el candidato de extrema derecha que no habla, vocifera, ganó las primarias presidenciales del domingo y derrotó de forma humillante a la derecha macrista (el expresidente Mauricio Macri no se presentó a la reelección pero sigue siendo el líder moral conservador) y a la izquierda oficialista kirchnerista (la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner no se presentó a una segunda reelección, pero sigue siendo la líder moral del peronismo).

El economista que se autodefine libertario (la versión más extrema del liberalismo) asegura incluso que está en condiciones de ganar en primera vuelta las elecciones presidenciales del 22 de octubre, aunque su rival peronista, el también economista Sergio Massa, confía en una “remontada” en estos 60 días de campaña y colarse en la segunda vuelta el 19 de noviembre; la tercera en discordia la derecha radical, Patricia Bullrich, se debate entre plantar batalla a Milei en la campaña electoral, con un programa de gobierno igual de extremista, o buscar una posible alianza, en caso de que las encuestas anuncien que ella no tiene opciones a una segunda vuelta.

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Aunque el líder populista argentino comparte con el expremier británico y con el expresidente estadounidense una alta dosis de histrionismo y gestos payasescos, se diferencia de ellos en que no procede de un partido tradicional (Johnson en el Partido Conservador y Trump en el Partido Republicano) sino que lidera uno que él mismo fundó a su capricho y bajo sus propias leyes, todas y cada una de ellas, pensadas para hacer saltar por los aires los blandengues pilares políticos y económicos sobre los que se tambalea la democracia argentina, que precisamente cumplió estos días 40 años.

Milei tampoco tiene mucho que ver con otro expresidente ultraderechista, el brasileño Jair Bolsonaro, un fanático religioso nostálgico de la dictadura militar, con el que sí comparte su amor por las armas y su convencimiento de que la violencia se acaba simplemente entregando armas a la población para que se defiendan de los delincuentes, como defendía también Trump.

Si hay un dirigente que levanta el mismo entusiasmo que Milei, especialmente entre los jóvenes, es el presidente salvadoreño Salvador Bukele, quien tampoco tiene pelos en la lengua a la hora de criticar a políticos y gobiernos, y a quien no le tembló el pulso a la hora de cambiar de manera temeraria las reglas del juego para intimidar a la oposición, perseguir sin piedad a los criminales y lanzar arriesgas apuestas económicas, como la dolarización del país y la implantación de la criptomoneda.

“Sacarlos a patadas en el culo”

La violencia que sufrió de sus padres cuando era niño a los que repudió (“para mí están muertos”) forjó su carácter duro y pendenciero que le sirvió para abrirse paso en una carrera política que se caracteriza por sus ataques contra “casta” peronista y macrista, a la que culpa de la decadencia del país. 

“A los políticos hay que sacarlos a patadas en el culo”, le gusta repetir, incluyendo, por supuesto, a una de las vacas sagradas de la política argentina, la expresidenta y actual vicepresidenta Cristina Fernández.

Milei —quien sólo muda su rostro altanero y retador por otro enternecedor cuando está en presencia de su hermana menor, Karina, su único apoyo familiar y su setratega de campaña— dirigió su primer mensaje como ganador de las primarias a sus entusiastas seguidores, casi todos jóvenes que no tienen paciencia para aguantar otro gobierno “de los mismos que siempre roban”: “Acabaremos con el kirchnerismo y la casta política parasitaria que hunde al país”, gritó, convencido de que será el nuevo presidente de Argentina, porque, como señaló uno de los jóvenes presentes: "No tenemos paciencia para más de lo mismo otros cuatro años; ¿que lo llaman loco, que promote locuras? Mejor: más vale malo por conocer que peor conocido".

Pero, ¿qué propone Milei que asusta a los mercados financieros, pese a que su única religión es la iniciativa privada y su obsesión es la intervención pública del Estado? 

Utopia libertaria… y peligrosa

Básicamente, Milei promete una utopía libertaria, que incluya (sin explicar cómo), la sustitución del peso argentino por el dolar, "dinamitar" el Banco Central, armar a la población, y acabar con lo que no se atrevió ni la mismísima Dama de Hierro, Margaret Thatcher: las secretarías de Educación y Salud.

En definitiva, propone la casi desaparición del Estado, porque se ha convertido, según sus palabras en un "en un nido de ratas”.

Casi siete millones de argentinos, hartos de décadas de crisis económica, se mostraron dispuestos a seguirlo y correr el riesgo; pero el riesgo, advierten analistas dentro y fuera del país, es muy alto y podría acabar incendiando el país.

Su plan ultraliberal de recorte drástico del gasto social, en un país donde el 40% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, y su plan para eliminar impuestos o dejarlos al mínimo, recuerda mucho a lo que intentó hacer la primera ministra británica Liz Truss, quien acabó siendo expulsada por sus propios compañeros de partido tras desatar una crisis financiera que casi lleva al impago al Reino Unido.

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De hecho, las mismas propuestas radicales de Milei que entusiasmaron a sus votantes son las que podrías movilizar a otros tantos millones de argentinos que no acudieron a las urnas, pero que temen la llegada de un radical que ponga al país en pie de guerra.

Milei acaricia la victoria, pero, si pasa a segunda vuelta, podría ocurrirle como a la ultraderechista Marine Le Pen en Francia, que ha sido ya dos veces derrotada por el voto útil antifascista.

Pero Milei se muestra impertérrito y lo ha dejado bien claro: “Voy a ganar con mi programa y voy gobernar con una motosierra”.