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"Escuela nueva, hasta que vengan los políticos a abrirla”…

Las luces del Progreso, clases fuera de la escuela nueva
AIFA "Las luces del Progreso"

La primaria de Xolox, aún fantasmal, es parte de los claroscuros en la reactivación del área circundante al AIFA. Sedatu presumió una inversión de 170 millones de pesos en este pueblo. Lámparas fundidas y fisuras en el piso del centro histórico son rastros de un deterioro prematuro.

La vieja escuela del pueblo, llamada “Primeras Luces del Progreso”, fue demolida y en su lugar se levantó una primaria de piedra, cuya esplendorosa cancha de futbol, visible desde las rejas, provoca el asombro entre los niños curiosos.

–Cómo me gustaría echarme una cascarita ahí–, suelta José Guillermo Villalobos, de 11 años, con la mirada fija en el césped de ensueño.

–¿Y por qué no?–, se le pregunta.

–No nos dejan entrar.

–¿Y eso?

–Dicen que hasta que vengan los políticos a abrirla…

La quietud del centro de San Lucas

La quietud del centro de San Lucas

Adrián Contreras
Esperando, esperando

Esperando, esperando

Adrián Contreras

A excepción de un área trasera, donde fue amontonado el cascajo y el carcomido mobiliario de antaño, esta primaria del poblado de San Lucas Xolox, en el municipio de Tecámac, es una de las pocas obras terminadas en derredor al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), obra icónica de la 4T, de reciente arranque.

Formó parte del Programa de Atención Integral y Mejoramiento Urbano emprendido desde 2019 por la Sedatu con la idea de impulsar el desarrollo estructural en las comunidades colindantes, y al cual se asignaron más de 2 mil 400 millones de pesos.

Desde enero estaba lista para el retorno presencial. Ansioso por compartir el espacio con los alumnos, el director abrió un día sus puertas pero, al enterarse, los operadores políticos de Mariela Gutiérrez Escalante, edil abanderada por Morena, se apresuraron a quitarle las llaves. “Hasta que no venga la presidenta”, le dijeron.

Como un aliciente para saciar su inquietud, los chiquillos y sus padres son citados de vez en vez y por grupos frente al colegio petrificado para realizar algunas actividades, revisar exámenes, entregar calificaciones y firmar boletas. Todo se reduce a verla desde fuera, desde lejos…

“Los chicos siguen en el celular, que ya es un fastidio. Según la abrirían el 28 de febrero, pero decidieron hacer alharaca política hasta inaugurar el aeropuerto”, dice Erick Villalobos, papá de José Guillermo, quien antes trabajaba en la mina cercana a la comunidad, “sacando material”. Después consiguió una plaza en la Ciudad de México y hoy se aventura todos los días al tortuoso camino hacia la capital, sorteando excavaciones, trazos, zangas y otras obras febriles para comunicar al AIFA.

–¿Por qué no buscó en la construcción del aeropuerto?

–Pagaban muy poco y sólo ofrecían trabajos del nivel más bajo. Las constructoras ya traían su gente de otros lados. Muchos desempleados sí se metieron de albañiles, herreros, electricistas, carpinteros, de cualquier cosa con tal de llevar un poco de dinero a sus casas.

–¿Qué espera tras la inauguración?

–Como todo: beneficios y perjuicios. Sobre todo, nos preocupa el agua, que sigue siendo propiedad del pueblo. Nos surtimos de un pozo, y ya hay jaloneos desde el municipio por tomar el control.

Según datos del gobierno federal, el 42 por ciento de los habitantes de la zona norte del Valle de México -en la cual se ubican los siete municipios alrededor del AIFA- vive en pobreza. Siete de cada 10 personas deben trasladarse a otro municipio para trabajar, y casi el 50 por ciento de estos empleados carecen de seguridad social. El crecimiento irregular ha provocado una mínima cobertura de transporte público y una sobreexplotación del acuífero Cuautitlán-Pachuca.

Para llegar a San Lucas Xolox, desde la autopista México-Pachuca, habrá de cruzarse un camino cacarizo, nutrido en moteles. Lo único nuevo son los letreros de proximidad al AIFA. Quedan atrás otras comunidades más pequeñas como Reyes Acozac, donde los pueblerinos se quejan por el desamparo: “Nosotros también estamos cerca del aeropuerto y ni un cacahuate nos aventaron”, dice don Raymundo García, campesino.

Además de la primaria todavía fantasmal, la Sedatu presumió una inversión de 170 millones de pesos en San Lucas Xolox, para ampliar la preparatoria 37, modificar el centro y agrandar una secundaria en la aldea vecina de San Juan Pueblo Nuevo, cuyos trabajos se mantienen rezagados.

“Llevan más de dos años y nomás no pueden avanzar. Por la directora nos enteramos que ya van cuatro constructoras diferentes, porque todas tiran el trabajo y se roban el dinero. No se ve para cuándo. La escuela Federico Gómez, en Santa Lucía, prestó dos aulas para regularizar a los alumnos más atrasados”, cuenta el delegado Miguel Rodríguez Trejo.

“Me he acercado a ejidatarios que vendieron terrenos al gobierno para preguntarles por qué no gestionaron más apoyos para el pueblo, y se quedan callados. Salimos perjudicados, porque nos quitaron nuestro panteón, que estaba en tierras del ejido. Ya estaba bardeado, sólo nos faltaba un permiso de Salubridad, pero la Sedena arrasó con todo y lo tiró. Anduvimos correteando a Alejandro Trejo, quien pagó los terrenos a nombre de la milicia. No resolvimos nada. Tenemos aeropuerto, pero no dónde enterrar a nuestros muertos”.

Xolox y San Juan de Dios están a espaldas del puerto aéreo, donde se vislumbra operará una aduana. A esta franja se le conoce como el “patio trasero”. Ejidatarios de ambos lugares vendieron más de 400 hectáreas a la Sedena. Por su ubicación estratégica, sus terrenos son asediados por inversionistas u oportunistas interesados en construir bodegas. Por ese atractivo, su precio ha repuntado y la comercialización continúa: antes, el metro cuadrado costaba entre 450 y 600 pesos; ahora va de 2000 a 2500.

Patio trasero

Patio trasero

Adrián Contreras

“Por la gran plusvalía en la zona, es que los políticos también están al acecho. Nunca nos pelaron y hoy la presidenta municipal (Gutiérrez Escalante) quiere manejar el pueblo y apropiarse de todas las instalaciones comunales: panteón, auditorio, sistema de aguas y oficinas”, acusa Roberto Cárdenas Vera, delegado de Xolox.

Como en otros casos, el acceso principal a este pueblo estratégico para el AIFA, es una plancha vieja e inundada, corroída por la humedad y los charcos, sin sistema de drenaje. Otra vez agobia la desigualdad: vanguardia y abandono.

“La Federación se olvidó de nuestra entrada y otras vialidades importantes que requerían pavimentación y drenaje. La presidenta se comprometió en campaña a extender las obras federales e invertir al menos el 10 por ciento de lo que inyectó Sedatu. No lo hizo. Es como la construcción de fraccionamientos: prometió no dar más permisos, y ahora el municipio está inundado de desarrollos habitacionales, que sólo encarecen los servicios. Ella sólo busca la foto, el quedar bien”, afirma Cárdenas.

–¿Por qué lo dice?

–Ha venido al pueblo a decir que las obras son suyas, que ella las gestionó, cuando son recursos de la Federación. ¿Cómo está eso de que los niños no pueden tomar clases hasta que no se organice un evento y los políticos puedan pararse el cuello?

–¿Ustedes pidieron la renovación de su centro histórico?

–No. El pueblo lo que quería era un centro de salud digno, y trabajo, porque hay mucha pobreza y desempleo. Xolox fue de los más afectados con parcelas. Por eso, le enviamos oficios al presidente Andrés Manuel López Obrador: se trastocó nuestra forma de vivir, era para que se hubieran abierto plazas en el aeropuerto, pero lo que hubo fue temporal.

¿De verdad se gastaron más de 170 millones de pesos en las obras de Xolox? Las lámparas fundidas y las fisuras en el piso son rastros ya de un deterioro inexplicable y prematuro.

–Usaron materiales de baja calidad -dice María García Domínguez, comerciante del centro-. Eso sí, los ingenieros se llenaron los bolsillos, llegaron descalzos y se fueron con botas de repuesto, hubiera visto los carros que tenían al principio y, al final, ya tenían unos carrazos. Y a cada rato pachangas. ¿Por qué, si esta región es famosa por sus albañiles, no dejaron a cargo a uno de ellos? Habría quedado mejor…

Por la fragilidad del empedrado, y con el argumento de un uso exclusivo para peatones, las autoridades municipales han prohibido ya la realización de las festividades tradicionales en la plaza pública. “Tenemos cinco fiestas al año -cuenta Filiberto Mena, quien ha sido mayordomo de Xolox-. Ya no tenemos dónde instalar nuestros juegos mecánicos y el escenario de las bandas de música. Antes el piso era rústico, pero más resistente. Ahora la consigna es: ´nada de peso´… Afectaron nuestros usos y costumbres”. 

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