Cultura

Narran los placeres y obsesiones Que tuvo Van Gogh en su infancia

Entrevista. Mario Iván Martínez , en su reciente libro De nidos, estrellas y girasoles. El niño Vincent van Gogh, cuenta la complicidad que tuvo con su hermano Theo en juegos y aventuras: ir al bosque a recolectar bichos porque a Vicent le fascinaban los nidos, son las primeras cosas que pintó. “Toda su vida, Vincent estuvo buscando nidos, una pareja, una familia, la identidad y un reconocimiento”

(La Crónica de Hoy)

El anhelo de pintar su casa de amarillo para que pudiera verse a la distancia, internarse en el bosque hasta perder la noción del tiempo, mirar las estrellas y jugar con su hermano, son algunas de las actividades que Vincent van Gogh (1853-1890) disfrutaba de niño y que narra el actor Mario Iván Martínez (Ciudad de México, 1962) en el libro De nidos, estrellas y girasoles. El niño Vincent van Gogh.

La obra publicada por Alfaguara e ilustrada por el artista Juan Gedovius plasma las obsesiones que nacieron durante la niñez del pintor neerlandés, las cuales lo acompañaron durante su vida adulta.

“Después de haber dado a luz a una obra teatral, una biografía documental y un proyecto escénico alrededor de la obra y vida del pintor, me solicitaron aventurarme a crear un texto para niños y opté por centrarme en la infancia de Van Gogh. De esta manera, el texto nos lleva a un viaje en el tiempo, al pequeño poblado de Zundert, Holanda, donde nació Vincent y donde cimentó su relación fraterna con su hermano Theo”, narra.

Mario Iván Martínez explica que el libro acerca a los lectores a la vida de un pequeño holandés a mediados del siglo XIX, en donde el patriarca era un pastor protestante muy estricto, y cómo Vincent estableció una intensa fraternidad con su hermano.

“A través de esa fraternidad que se da con su hermano en los juegos, aventuras, en ir al bosque a recolectar bichos porque a Vicent le fascinaban los nidos y desde chico los recolectaba y es de las primeras cosas que pintó. Toda su vida, Vincent estuvo buscando nidos: una pareja, una familia, la identidad, un reconocimiento”, señala.

Los capítulos del libro detallan cómo Vincent y Theo adoptaron a un pajarito muerto, cómo Vincent se inició en la pintura atraído por la afición que tenía su mamá con las acuarelas y cómo ella le enseñó a mezclar los colores. “También se esbozan sus travesuras, por ejemplo, cuando su papá estaba dormido se subía al techo con su hermano a ver las estrellas y soñar algún día poder pintarlas”.

Al final de algunos capítulos, Martínez incluye un breve texto de porqué ese momento será fundamental en la vida adulta del pintor. Por ejemplo, cuando Vincent reflexiona que lo único que cambiaría de su casa sería el color, ahí el autor explica que años después, Vincent se mudó a un lugar llamado Arlés, Francia, rentó una pequeña casa y lo primero que hizo fue pintarla de amarillo. Así nació su cuadro La casa amarilla.

Además, el actor coloca recuadros titulados Sabías que…, en los que ofrece un paseo por la cultura neerlandesa y por la naturaleza ya que van Gogh era un aficionado a mirar los espacios naturales.

“Leí las cartas que se escribieron Vincent y Theo a lo largo de su vida, durante 15 años de manera casi ininterrumpida, el único espacio donde no tenemos correspondencia entre ellos es 1886 y 1888 porque Vincent se fue a vivir con Theo a París, pero cuando se muda a Arlés retomaron la correspondencia, misma que Teo guardó de manera muy meticulosa”, explica el actor.

Esas misivas ofrecen una ventana rica alrededor de la relación que existía entre los hermanos, añade. “En las cartas no se escribían nada más de cuestiones familiares, también se recomendaban libros, hablaban de pintores, de artistas, de filosofía, de religión, de todos los temas”.

El diario de Johanna Bonger, fue otra documentación vital para Mario Iván Martínez.

“Era la cuñada de Vincent y fue quien heredó toda la obra pictórica de van Gogh porque hay que recordar que cuando muere Vincent, literalmente, había vendido un cuadro, sin embargo, había pintado 900 lienzos. Ella se encuentra viuda, porque Theo muere seis meses después de Vincent, en enero de 1891, entonces nadie quiere las pinturas y Johanna se da a la tarea de colocarlas en el mercado”, platica.

El capítulo más álgido De nidos, estrellas y girasoles es cuando Vincent es enviado a un internado y, por tanto, vive la separación de su hermano Theo.

“Es importante no mostrar únicamente aquellos aspectos que pudieran convertir al libro en algo empalagoso porque la vida no es así. Hay una separación y cuántos niños no la han tenido, ahora por ejemplo al separarse de sus amigos y verlos a través de un zoom, no es lo mismo jugar con ellos”, indica.

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