Metrópoli

Despiden a maestro por enseñarle a sus alumnos a respetar a comunidad LGBT

Lo acusan de alentar a sus alumnos a ser gays en un colegio privado ubicado en Iztapalapa

Despiden a maestro por enseñarle a sus alumnos a respetar a comunidad LGBT

Despiden a maestro por enseñarle a sus alumnos a respetar a comunidad LGBT

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Una clase acerca de la no discriminación hacia personas pertenecientes a la comunidad LGBT+ (lésbico, gay, bisexual, travesti) le valió para vivirla en carne propia.

Iván Rosas, un maestro de Cívica y Ética en un colegio privado ubicado en Iztapalapa, fue despedido el pasado primero de febrero luego de una clase en línea con sus alumnos de secundaria.

El motivo: alentar a sus alumnos “a ser gays”. Y no solo eso, también fue acusado de tener un comportamiento misógino con sus alumnas bajo, supuestamente, un discurso de odio asegurando que “ellas no sirven más que para ser mamás y estar en la casa”.

El despido fue a través de una llamada por parte de la directora de la institución. Fue directo al grano y no dio oportunidad alguna a la defensa.

“Piensa bien las cosas, creo que debes de tomar la decisión. No es que yo te despida pero creo que si es necesario prescindir de tus servicios. Hazle como quieras y como puedas”, sentenció para después colgar el teléfono.

En pandemia parece ser que un trabajo no es suficiente, tras la reducción de su sueldo en la escuela Iván, quien es psicólogo de profesión, decidió incursionar en el tema político puesto que dar clases en línea le permitía ser coordinador de brigadas para el Partido Verde Ecologista de México en Coyoacán.

Iván participó, de manera activa y constante, en eventos relacionados a la comunidad LGBT+ del instituto político para el que en ese momento colaboraba.

Su imagen fue difundida en las redes sociales del candidato que apoyaba en las pasadas contiendas electorales lo que bastó para que la dueña del colegio la utilizara en su contra.

“Ya no podemos mantenerte aquí. Es aterrador tu comportamiento, lo que le proyectas a nuestro alumnado es una aberración”, le dijo la propietaria mientras le mostró la gráfica en su celular.

No había más, ambas mujeres habían puesto las cartas sobre la mesa. El juego estaba echado y pensaban que habían ganado la partida. Sus intimidaciones no funcionaron.

Iván no firmó ningún papel, en su renuncia se establecía para beneficio del colegio, que él era acreedor a seguro social, prima vacacional, aguinaldo y prestaciones; nunca recibió nada de ello.

Además, el finiquito ofrecido por parte de la institución era mucho menor a lo que, por ley, le corresponde.

Ahí no paro el tema. El maestro no estaba dispuesto a la difamación ni mucho menos a la humillación por decir abiertamente que es homosexual.

Como pocas veces sucede se asesoró y dio inicio a una pelea legal y civil para defender lo que le corresponde, pero además se acercó al Consejo para Prevenir y Erradicar la Discriminación en la Ciudad de México, mejor conocido como el Copred.

La Covid-19 no ayuda mucho, la lánguida burocracia en la capital siempre hace que los trámites sean lentos; no obstante con la enfermad, se han vuelto prácticamente un infierno que parece “un cuento de nunca acabar”.

Sin embargo, el Copred se puso en marcha con el acompañamiento moral y psicológico además le aseguró que estarían pendientes del caso en todo momento.

“Te vamos apoyar, te daremos un acompañamiento para que, en medida de lo posible, la escuela repare los daños morales y económicos”, le dijo Marlene Rodríguez quien trabaja en el área de la coordinación de atención y educación del consejo.

El colegio ha recibido 4 notificaciones por parte de la Fiscalía de Apoyo a la Comunidad LGBT+, 3 más fueron emitidas por Copred y 1 de la Junta local de Conciliación y Arbitraje de la Ciudad de México. Ninguna ha sido contestada, parece importarles poco.

El gasto ha sido mucho. Pasajes, comidas, copias, abogados, terapias psicológicas se van sumando a una lista interminable que la escuela deberá pagar así como un finiquito de acuerdo a la ley, la reparación del daño y las semanas caídas desde la fecha del despido hasta el momento de la resolución del caso; Iván lo sabe y aguanta, “no estoy dispuesto a vender su dignidad ni a que aplasten su reputación”, dice.