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UAM combate desnutrición en la Sierra de Puebla con el conocimiento científico

Universitarios realizan divulgación de la ciencia y buscan que los pobladores incluyan en su dieta la espirulina. El objetivo principal es establecer cultivos y sean una alternativa de proteína a estas localidades donde el alimento principal son tortillas y frijoles: Mónica Cristina Rodríguez

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FOTO 1: Después de ser cultivada y desecada, la espirulina puede ser combinada con frijol, o ser usada en bebidas dulces, galletas y hasta palomitas de maíz

FOTO 1: Después de ser cultivada y desecada, la espirulina puede ser combinada con frijol, o ser usada en bebidas dulces, galletas y hasta palomitas de maíz

UAM

Investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) trabajan en comunidades con alto grado de marginación, en la Sierra de Puebla, donde la desnutrición es un problema grave. Ahí, los universitarios realizan tareas de divulgación científica y trabajo social para que la población incluya en su dieta el consumo del alga de agua dulce espirulina, por su alto valor nutricional.

La espirulina (Spirulina maxima) ha sido parte de la dieta de seres humanos desde hace más de cinco siglos. En México existen referencias de que los mexicas colectaban una vegetación que se formaba en la superficie del Lago de Texcoco y que la consumían como un alimento llamado “tecuitlatl”. Este organismo tiene forma de espiral y es de color azul verdoso por la presencia de clorofila que le da el color verde y de ficocianina, pigmento que le da el color azulado. Entre sus componentes cuenta con proteínas, vitaminas, ácidos grasos, clorofila y fitoquímicos.

La doctora Mónica Cristina Rodríguez Palacio, investigadora del Departamento de Hidrobiología en la Unidad Iztapalapa, explicó que el objetivo principal es establecer cultivos y convertirlos en una alternativa de proteína a estas localidades donde el alimento principal son tortillas y frijoles.

“Deseamos establecer estos cultivos, enseñar la importancia de la espirulina y cómo beneficiaría incorporarla a su dieta y que las comunidades aprendan a cultivarla y a consumirla pensando en una mejora nutricional, además que en un futuro pueda verse también como una fuente de ingreso para formar cooperativas o equipos que puedan comercializarla”.

Cultivos Hidrobiológicos

El trabajo de la UAM para fomentar el consumo de espirulina se ha realizado durante varios años, primero con un convenio con la Universidad Iberoamericana (UIA) de Puebla a través del Proyecto Cultivos de Algas, Usos Potenciales y del Proyecto de Extensión Comunitaria (PEC), en el que también intervienen profesores de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAM, universidad conocida como la Casa abierta al tiempo.

En la planta de cultivo de algas de la UIA se decidió que, como no es posible contar con una infraestructura tan grande en las comunidades, empezar por cultivarla en el exterior para evaluar su resistencia a los cambios ambientales para llevarla a las comunidades, citó la también miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Después de algunos estudios de calidad para ver si esa alga realmente tiene los valores que marcan las normas oficiales en cuanto a proteína y fibra, entre otros, “se procedió al secado para comprobar también que no había crecimiento de bacterias u otros organismos contaminantes que generaran problemas por posibles metales pesados”.

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Rodríguez Palacios precisó que una vez listo el trabajo con la espirulina se vincularon al Proyecto de Extensión Comunitaria, mediante el cual existía el contacto previo con las poblaciones con necesidades específicas.

“Se pretende que la UAM y nosotros como investigadores tengamos que realizar labor de difusión, vinculación con la sociedad para transferir esta tecnología que se está desarrollando y no sólo quedarnos con la información dentro del aula o el laboratorio, sino transmitirla para que tenga un impacto”.

De esta manera se llevan a cabo convenios de colaboración, juntas, reuniones y asambleas en la colectividad para conocer qué es lo que la gente necesita y con base en sus requerimientos hacer una propuesta como la espirulina.

También en la Sierra de Puebla a través de la fundación La esperanza del mañana, “llega mucha gente de localidades cercanas de municipios de Tecolutla, Zochiapa, para tomar cursos de capacitación, además de que se colocó el primer módulo de cultivo de espirulina para comenzar su instalación en otros puntos”.

La profesora, quien se ocupa de la transferencia de biotecnología a lugares marginales del país, destacó el apoyo de la Rectoría General de la UAM para continuar con la indagación.

Aunque ahora la mayoría de la gente lo quiere para consumo familiar, la especialista confió que en un futuro cercano, cuando empiecen a notar las mejoras en la salud, comiencen a ver la oportunidad económica de producirla.

“Lo que queremos es un desarrollo integral que ayude no sólo en el ámbito nutricional, sino también económico y si bien el acceso a las comunidades ha sido difícil, esperamos que la labor se extienda al cien por ciento de la población que la necesita”, finalizó la especialista.

Antecedentes en Oaxaca

Desde el año 2017 profesoras y estudiantes de la UAM-Iztapalapa trabajan con madres de familia y jóvenes de la comunidad de Chiquihuitlán de Juárez, en el estado de Oaxaca, para enseñarles a cultivar y cocinar espirulina. Ése es un ejemplo de convenios de colaboración entre la UAM y gobiernos municipales.

En la actualidad, esta alga puede ser reproducida a bajos costos con tecnología que los universitarios han compartido con los habitantes de Chiquihuitlán.

Luego de ser secada al sol, la espirulina puede pulverizarse y agregarse a memelas de frijol, guacamoles, bebidas de frutas, dulces de amaranto, galletas con mermelada o incluso en palomitas de maíz, entre otros platillos preparados por las amas de casa, con lo cual se evita modificar o trasgredir los usos y costumbres de las familias.

Con este esfuerzo se benefició más de 2 mil habitantes de esa región y de las comunidades aledañas que componen dicha localidad, ya que su ejecución e instalación requiere de pocos insumos, mismos que fueron provistos por la UAM y la Universidad Iberoamericana de Puebla.

La maestra Rodríguez Palacio informó que “la espirulina es un ingrediente ideal porque contiene una gran cantidad de nutrientes, es rica en aminoácidos y proteínas, carbohidratos, ácidos grasos, omega 6, vitaminas y minerales. Su uso como suplemento alimenticio podría marcar una diferencia para combatir la desnutrición en zonas marginales del país”.

“El cultivo de microalgas y cianobacterias es llevado cabo de manera industrial en muchas naciones latinoamericanas, en Norteamérica y Europa, pero en México es un mercado aún en ciernes. El propósito de intervenir en la comunidad es establecer un cultivo para consumo personal e impulsar su venta, ya sea en polvo o adicionada en bebidas de frutas, dulces o guacamoles”.

La demanda de biomasa de algas así como de extractos ha ido creciendo y la producción forma parte de una tradición originada en la época prehispánica. “Era un ingrediente consumido por los aztecas, ya que el alga espirulina (Arthrospira platensis) crecía en el lago de Texcoco, según informa el Códice Florentino”, añadió