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Ni Bills al Olimpo, ni Carneros a la hoguera

Inició la temporada 2022 de la NFL y como sucede cada año las sorpresas no se hicieron esperar, los actuales campeones de cada Conferencia cayeron en sus respectivos estadios, los Carneros por paliza y muy apabullados ante los Bills; mientras que los Bengalíes apretadamente ante los Acereros.

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Pero más que dar un resumen de los acontecido y meramente resultados como suelen hacerlo muchos noticieros o espacios que cubren NFL, aquí llama la atención abordarlo desde otra perspectiva, y esa es la que muchos otros no quieren mirar o no le prestan atención.

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Y en ese sentido nos llama la atención la gran exhibición que dio el equipo de Buffalo, al grado de que ya desde la misma primera semana (aun cuando faltan 16 juegos por delante y 5 meses en el calendario) los ubican no sólo como el mejor equipo de la Conferencia Americana y favorito para llegar al Super Bowl 57, sino ya les han entregado en mano el Trofeo Vince Lombardi.

Caray, vámonos más despacio, déjenos disfrutar toda la temporada. Y es que a pesar de la enorme actuación del quarterback Josh Allen, que fue el pilar a la ofensiva de los Bills, todos hablan de sus grandes números, sus tres pases de anotación y sus escapadas que de hecho sumaron una anotación a la causa, sin embargo, llamó la atención que muchos comentaristas se jactaran que Allen es tan dominante en el sistema que incluso fue el líder corredor del equipo con 56 yardas.

Josh Allen y Sean McDermott.

Josh Allen y Sean McDermott.

Especial.

A simple vista claro que impresiona, pero si lo vemos desde otro ángulo puede ser muy preocupante que el mariscal de campo sea el jugador que más yardas consiguió por tierra, y más si se presume que se trata de un equipo bien balanceado. Y es que sin ir entrar más a detalle valga recordar que los equipos campeones son aquellos que realmente tienen un balance entre juego terrestre y aéreo, y si alguien lo duda, pues sólo recordemos aquella ofensiva de Miami comandada por Dan Marino y sus dos grandes receptores, Mark Duper y Mark Clayton, una tripleta de ataque que implantó todo tipo de marcas, no obstante esos Delfines de los 80 jamás tuvieron un juego terrestre siquiera decente. Resultado, jamás fueron campeones.

En el caso de los Bills, ¿qué podemos concluir cuando el quarterback fue el líder corredor con 56 yardas, y su mejor acarrerador, Devin Singletary, sólo llevó el balón en ocho ocasiones para 48 yardas? Sin más, tenemos a la vista una ofensiva predecible que en poco tiempo será bien estudiada y descifrada por las defensivas rivales.

Quizá lo expuesto arriba pueda parecer exagerado, y ciertamente hay que reconocer que los Bills es un equipo muy completo, motivado y bien entenado por un muy buen coach como Sean McDermott, pero de ahí a decir que ya son invencibles y que tendrán vía libre de aquí hasta el próximo Super Bowl me parece apresurado.

Por otra parte, me permito recordar las palabras de un gran comentarista mexicano como Fernando Von Rossum, quien una ocasión señaló atinadamente que es más sencillo destruir que construir. Y a qué viene eso, pues bien, a la labor de acoplamiento de ofensivas y defensivas en la NFL, y sobre todo tras el paso de una pretemporada muy diferente a años anteriores, con una semana de inactividad entre el último juego de preparación y el primero ya de temporada regular.

Como lo dijo en su momento Von Rossum, es verdad que siempre será más rápido el acoplamiento de la unidad que defiende y destruye que la de ataque que construye, y a qué vamos con esto, que sistemas ofensivos muy sofisticados, como el de los Carneros de Sean McVay, tardarán un poco más en sincronizarse, por lo que no se debe descartar que en una o dos semanas más estarán nuevamente en su punto.

Así que, ni los Bills son invencibles ni invitados desde ahora al Olimpo, ni los Carneros deben ser lanzados a la hoguera desde o han olvidado como jugar, sencillamente estamos en la semana 1 y la rueda de fortuna de la NFL aún dará varias vueltas antes de definir posiciones.