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'Para entender el deporte...'

​Dr. Mario Antonio Ramírez Barajas

Elige tu difícil

El laberinto de lo difícil: una invitación a elegir

La vida, en su inmensa generosidad, nos ofrece un abanico de dificultades entre las cuales debemos elegir, como si se tratara de un menú en un restaurante de existencias. "Estar obeso es difícil, estar en forma es difícil, no hacer nada es difícil, hacer ejercicio es difícil, elige tu difícil", parece decirnos el camarero invisible que nos atiende en este banquete de realidades. En este artículo, navegaremos por este laberinto de lo difícil, buscando las migajas de pan que nos lleven a elegir conscientemente la dificultad que queremos abrazar.

El peso de las dificultades

El primer paso en nuestro laberinto es reconocer el peso de las dificultades. La obesidad carga con el estigma de la visibilidad; es una dificultad que se lleva puesta, que altera la forma en que el mundo nos ve y, lo que es más importante, cómo nos vemos a nosotros mismos. Por otro lado, la dificultad de estar en forma reside en la invisibilidad de sus procesos; es una batalla interna contra la pereza, la procrastinación y el deseo inmediato. Ambas caras de la moneda comparten el peso de lo difícil, aunque se distribuya de manera diferente en nuestras almas.

Lo difícil nos lleva a la encrucijada final: seleccionar el nuestro.

Lo difícil nos lleva a la encrucijada final: seleccionar el nuestro.

Ilustración: Autor

La paradoja de la inacción

"No hacer nada es difícil", dice el susurro que escuchamos en los momentos de silencio, cuando la soledad de nuestras decisiones se hace más evidente. Aquí radica la paradoja de la inacción; parece el camino fácil, el refugio seguro contra el esfuerzo que supone cambiar. Sin embargo, este refugio se convierte rápidamente en una prisión, donde la dificultad de no hacer nada se manifiesta en la insatisfacción crónica con la vida, en el desgaste del tiempo que se filtra entre los dedos sin dejar huella.

La vitalidad del esfuerzo

En el otro extremo del laberinto, "hacer ejercicio es difícil" emerge no solo como un desafío, sino como una promesa. Esta dificultad, a diferencia de las demás, es elegida; se asume con la conciencia de que cada gota de sudor es un hechizo contra el estancamiento. Hacer ejercicio se transforma entonces en una metáfora de la acción consciente, en donde cada movimiento es un acto de afirmación de la vida, una declaración de que hemos elegido enfrentarnos a lo difícil con el corazón abierto y los puños cerrados.

Elegir nuestro difícil

Lo difícil nos lleva a la encrucijada final: seleccionar el nuestro. Esta elección no es un simple acto de voluntad, sino un compromiso profundo con nosotros mismos y con la vida que deseamos llevar. Al optar por la dificultad de estar en forma y hacer ejercicio, elegimos una vida marcada por la vitalidad, la resiliencia y el crecimiento continuo. Esta decisión no nos libra de enfrentarnos a lo difícil, pero nos asegura que el camino que recorremos está alineado con nuestros valores más profundos y con nuestra visión más noble de lo que significa estar vivos.

Una rebeldía contra la inercia

En este banquete de existencias, donde cada plato es una forma diferente de lo difícil, la decisión consciente de abrazar el esfuerzo y la transformación es, en sí misma, un acto de rebeldía. Una rebeldía contra la inercia, contra el desgaste del tiempo sin propósito, contra la versión de nosotros mismos que acepta lo fácil por temor a enfrentarse a lo difícil. "Elige tu difícil", nos dice la vida, y en esa elección, nos encontramos a nosotros mismos, dispuestos a danzar al ritmo de los desafíos, transformando cada dificultad en una oportunidad para crecer, para ser más, para estar verdaderamente vivos.