Escenario

Armando Espitia: “Quiero que las películas que hago me cambien la vida”

El actor mexicano protagoniza el filme ‘Nuestras madres’, una sensible ópera prima dirigida por César Díaz en torno a las desapariciones durante la dictadura de Ríos Montt en Guatemala

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Estrenándose en salas mexicanas, Nuestras madres (2019), ópera prima de César Díaz (ganadora de la Cámara de Oro de Cannes), presenta una historia guatemalteca demoledora sobre las distintas desapariciones que suscitaron durante la dictadura de Ríos Montt, siendo el propio protagonista de la cinta, Armando Espitia, quien nos relata su experiencia durante el proceso de filmación.

Guatemala se encuentra convulsionada por una guerra civil, dejando múltiples víctimas a su paso. En medio de la crisis, Ernesto, un antropólogo forense, se encarga de identificar a personas desaparecidas por dicho conflicto. Es así como una pista sobre su padre lo llevará a enfrentarse a la realidad que lo rodea.

Ante una propuesta que posee una intensa crudeza en sus fundamentos, Armando narró sus primeros acercamientos al proyecto y el cómo se involucró con un pasado oscuro del pueblo guatemalteco:

“El casting para la película fue misterioso, y el primer acercamiento fue con el director. César quería entender a qué tipo de persona, más allá del actor, le iba a dar el papel ante una historia delicada e importante, tanto para él como para su generación dentro de Guatemala. Él quería encontrar al ser humano antes que al actor y afortunadamente me brindó el voto de confianza”, comentó el intérprete de Ernesto.

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“Fui encontrando temas en la historia como el exilio, tanto político como físico, la búsqueda del origen, la empatía y el duelo, ya que es inevitable que me interese en abordarlos por mi propia naturaleza, y que mejor si es a través de una película. Guiones tan potentes llegan muy pocas veces a la carrera de los actores y no podía dejar pasar la oportunidad bajo ninguna circunstancia”, agregó el actor.

La violencia, en sus distintas formas, se ha manifestado en el cine latinoamericano a lo largo de varios años, convirtiéndose en un claro paralelo del caótico presente que viven nuestras sociedades, algo que sin dudas se encuentra presente en la cinta de Díaz:

“Me ha tocado hablar de violencia y cosas atroces en mis últimas películas, como en Fuego adentro (2020), pero a través de la palabra, no de la imagen, y todo desde la perspectiva de las víctimas. Hacer Nuestras madres fue un proceso muy impactante y fuerte, el director quería que supiéramos que había pasado, reconocer la tragedia de nuestros hermanos guatemaltecos”, explicó Espítia sobre su experiencia con el trabajo conjunto que tuvo con César Díaz.

Cada personaje posee un ángulo personal del actor, otorgándole un sello particular que le dará mayores matices al trabajo en cuestión, y es aquí donde Armando se adentra a sus mecanismos de construcción y desarrollo de personajes:

“Me gusta pensar que Armando y el personaje conviven y se mezclan, todo el tiempo, incluso en la propia ficción, y es por eso que no puedo deshacerme de lo que soy para convertirme en alguien diferente, ya que esto puede transformarse en un juego psicológico peligroso, es decir, yo soy Armando mientras encarno a otro personaje; todo esto aceptando que puedes quedarte con muchas cosas, delimitando hasta donde te afectan”, enfatizó el protagonista de Nuestras madres.

“Antes de hacer esta película, leyendo el guion, decidí conscientemente que quiero que las películas que hago me cambien la vida; esto puede parecer muy ambicioso, pero siempre estamos propensos a recibir algo de las historias en las que participamos, y en esta cinta no es la excepción, por sus potentes estímulos e impulsos, lo que me hizo cambiar, y es algo que me gusta ya que las películas y las ficciones me han llevado a lugares, espacios y sensaciones a las que yo no iría”, complementó.

Al contar un escenario turbulento en la historia de un país, pueden originarse conflictos de intereses que limiten la forma de contar o rodar una película, lo cual aumentaba la posibilidad de que esto sucediera con la ópera prima de César Díaz:

“Fue un proceso seguro el de filmar la película, pero también por ser de corte independiente. Afortunadamente en Guatemala existe un ejercicio de consciencia un poco más importante que en etapas anteriores, al contar esta clase de historias; por supuesto no es masivo, no todas las personas están interesadas en ver estas cintas, pero la gente si necesitaba una propuesta como ésta, retratada con esa dignidad, y que tuviera la oportunidad de rebasar fronteras”, opinó quien también participó en la producción de Heli (2013), dirigida por Amat Escalante.

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Finalmente, Espítia aborda la percepción del público ante historias crudas como Nuestras madres, y la recepción que puede estar condicionada a un consumo de producciones que no generan puntos de análisis tan profundos, y que solo sirven como puro entretenimiento:

“Yo también soy público, y tenemos derecho a que nos guste o no nos guste una película; sin embargo, tenemos una responsabilidad de elegir y aventurarse, así como poner límites. Yo invitaría a la gente a dejarse sorprender, buscando lo otro, lo diferente, aquello que no está aún dicho”, finalizó.