Escenario

‘Bárbaro’: Un filme que demuestra que la comedia no es tan distante del terror

CORTE Y QUEDA. La película dirigida por Zach Cregger llegó a las salas de cine nacionales como una de las agradables sorpresas de la cartelera en los últimos meses

cine

Fotograma de 'Barbarian'.

Fotograma de 'Barbarian'.

CORTESÍA

El cine de terror tiene el estigma de usar siempre los mismos clichés y recursos. Desde los jump scares clásicos, las atmósferas de suspenso o los giros de tuerca predecibles y a veces funcionales, es un género que tiene bastante claras las cartas con las que suele jugar. Sin embargo, a veces llegan creadores que se atreven a jugar con ello, subvirtiendo las expectativas o los mismos estigmas que tiene para crear un proyecto por demás interesante.

Tal es el caso de Zach Cregger, cineasta salido del grupo de comediantes de la serie The whitest kids you know y que, en su haber, siempre se ha inclinado por ese género humorístico. Eso es justamente lo que le da la habilidad para jugar con las convenciones del género en Bárbaro, un relato que comienza por ser una visión acerca de la vulnerabilidad de una mujer ante ciertas situaciones que poco a poco deriva en mucho más.

La premisa comienza con Tess (Georgina Campbell), una documentalista que viaja a Detroit para formar parte de un proyecto nuevo y que renta un AirBnB en una zona bastante marginada de este estado. Al llegar, descubre que no está sola pues un tal Keith (Bill Skarsgard) ya se hospeda ahí. Inicialmente, la tensión crece al invitarla a quedarse con él ante todas las advertencias del alto riesgo que eso implica para ella pero ninguno sospechará que eso es apenas el comienzo de algo muchísimo más retorcido.

El filme debutó en EU en el segundo lugar de taquilla.

El filme debutó en EU en el segundo lugar de taquilla.

CORTESÍA 20th Century Studios

Hablar de Bárbaro es, en el mejor de los casos, ir descubriendo poco a poco sorpresa tras sorpresa que mantiene al espectador cuestionándose hacia dónde va la historia. Y es que el guion de Cregger se transforma de lo que sería una especie de clásico ‘home invasion’ por un relato que se divide en alguna especie de capítulos que van explicando y conectándose a la premisa original, explorando ideas como el Mee Too, la masculinidad tóxica, entre otros aspectos muy interesantes que, al final, dejan al público con mucho que pensar.

Además del gran papel de Georgina Campbell, otro personaje importante que aparecerá eventualmente en la trama es el de Justin Long, actor familiarizado con el género desde Jeepers Creepers (Salva, 2001) y que ha trabajado con Sam Raimi (Arrástrame al Infierno, 2009) o Kevin Smith (Tusk, 2014) y que aquí da vida a AJ, un actor que se ve envuelto en una polémica desagradable que lo llevará a un destino final inesperado, logrando un papel que va de la empatía al desagrado y muestra la complejidad de este guion.

Otro tema interesante en el filme es el tema de la gentrificación y la desigualdad social, misma que resalta gracias al diseño de producción en exteriores donde se muestra una parte olvidada de Detroit en donde ni siquiera las autoridades ponen pie. Es así que este curioso lugar de hospedaje se convierte en un lote que, sin explicación aparente, parece mantenerse intacto, como una vieja memoria del suburbio que antes era, pero con un par de secretos ocultos por los que sigue así.

El filme cuenta con la participación especial de Bill Skarsgard.

El filme cuenta con la participación especial de Bill Skarsgard.

CORTESÍA 20th Century Studios

La cámara de Cregger le da un sentido intimista a todo lo que sucede, especialmente en el espacio de la casa que comparten los protagonistas, contagiando de un sentido de amenaza latente pero desconocida que es acentuada por la musicalización de Anna Drubich y la fotografía de Zach Kuperstein, que a través de los colores en la imagen ayuda a acrecentar esa sensación de peligro, misma que pasa de solamente ser vivida por la protagonista a algo más visceral que demuestra cómo la oscuridad puede no sólo venir de ciertos lugares, sino de uno mismo.

Y es que es ahí donde radica otra parte interesante del largometraje de Cregger: el concepto del monstruo, uno que ronda alrededor de todo lo que pasa y que no necesariamente es una criatura como la conocemos en el género, creando un aura de suspenso alrededor de lo que vemos que detona de buena forma en ese último acto donde todo se va acomodando y las reflexiones van surgiendo, creando un shock en la audiencia que deja una sensación de antítesis del horror moderno, creando una curiosa incomodidad que dará mucho de qué hablar después del final.

A pesar de los cortes abruptos entre los segmentos que componen el relato, Cregger demuestra que la comedia no es tan distante del terror, logrando una grotesca historia con tintes de humor negro que rompe con las convenciones narrativas a las que estamos acostumbrados, creando una historia que se inspiró en el miedo que las mujeres enfrentan día a día para después ir mostrando sus diferentes caras, retando al espectador a ir más allá de lo que uno esperaba y jugando con las expectativas de un horror que no le interesa ser sutil sino solamente subvertir las reglas del género sin importar que caigan en el exceso. 

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