Escenario

‘Broker’: Un camino de redención para las almas perdidas

CORTE Y QUEDA. El director japonés Hirokazu Kore-eda estrenó en México uno de los filmes más destacados del año con un drama en torno al abandono 

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Fotograma del filme.

Fotograma del filme.

Cortesía

La cuestión de la familia es un tema clave para el director japonés Hirokazu Kore-eda. Ya sea para hablar del significado de ser padre (De tal padre tal hijo, 2013), de los lazos entre hermanas (Nuestra pequeña hermana, 2015) o de los núcleos sociales formados por relaciones no sanguíneas (Shoplifters, 2018) que retan la moralidad o los estándares sociales establecidos, el nipón no se tienta el corazón para deconstruir y cuestionar el principio del parentesco en todos sentidos. No en balde ha sido comparado con el maestro Yasujiru Ozu, influyente realizador cuyo foco residía en las acciones dentro de una misma parentela.

Dejando su natal Japón de lado por segunda vez, Kore-eda viaja a Corea del Sur para retomar este confín temático a través de un agridulce relato. Una noche, una joven mujer abandona a su bebé fuera de una iglesia, seguida de cerca por un par de policías. Después de que una de ellas pone al infante en el lugar adecuado para ser rescatado, un par de traficantes se llevan al pequeño pensando en venderlo en el mercado negro, dándole al niño una segunda oportunidad mientras ellos se llevan una buena tajada de dinero.

El japonés tomó esta agridulce situación del abandono para diseccionar nuevamente el lado más humano de un problema social duro. Mostrando un pequeño espectro de aquellos que usualmente son marginados por su mismo entorno, es capaz de encontrar su lado más amable con optimismo gracias no sólo a una historia que abarca varias aristas interesantes como la adopción, la maternidad y los lazos fraternos, sino a un gran cast que cuenta con Song Kang-Ho (Parásitos, Snowpiercer), Lee Ji-eun (la cantante de K-pop IU) y Kang Don Won y Doona Bae (Air Doll, Sense8).

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Ante una mirada cotidiana reflejada por sus protagonistas, Broker muestra cómo la camaradería entre un trío de personajes que podrían ser considerado muy deleznable por sus actos o procederes, son capaces de enfrentar las duras pruebas de un mundo que los ha llevado a tomar decisiones difíciles, mas no carentes un aire de esperanza, sin caer en un sentimentalismo excesivo. Kore-eda opta por narrar este encuentro mediante un road trip en el que conocemos más de Moon So-Young (IU), Ha Sang-hyeon (Kang-Ho) y Dong-soo, donde existen puntos en común que van creando una especie de familia falsa pero fuerte.

Son los dilemas éticos los que van enriqueciendo toda la historia de estos ‘brokers’, término acuñado usualmente en las actividades bursátiles para los intermediarios encargados de transacciones de compra y venta de bienes. Aquí, estos intermediarios encaran no sólo la cuestión del regreso de una madre que dejó a su bebé para unirse a la venta ilegal, sino también de sus propias motivaciones que van más allá del dinero. Mientras más tiempo pasamos con ellos, el japonés plantea reflexiones llamativas acerca del abandono y el futuro de estos bebés abandonados que, cuales huérfanos, pueden no tener el futuro deseado.

Asimismo, existen los temas acerca del aborto y las decisiones que puedan ser mejor no sólo para un niño, sino para la madre. Aquí, entramos en ese terreno que se le da tan bien a Hirokazu, las cuestiones de maternidad y paternidad salen a flote debido a la complejidad detrás de ellos. Sang-hyeon tiene problemas para hablar con su hija, Dong-soo todavía tiene marcas de su pasado que ve reflejadas en sus actos así como la imposibilidad y dudas de So-Young para ser madre que se refuerza con un secreto terrible que va cargando durante el viaje.

Aunado a ello, existe una subtrama que involucra a dos policías (Doona y Lee Joo-young, respectivamente) que están tras la pista de estos traficantes de bebés y su obsesión por atraparlos, quienes sirven también para que la trama gire y nos ofrezca una óptica contrastante entre los puntos de vista de la autoridad justamente al respecto de los temas centrales de la cinta. Todo esto es aderezado de buena forma por momentos tanto dramáticos como tiernos donde la unión entre ellos, como si fueran una verdadera familia a pesar de sus problemas para tener una en su vida cotidiana, ofrece un halo de esperanza en medio de un tema tan escabroso como la trata, creando una empatía interesante con ellos.

Socialmente hablando, Kore-eda ofrece un panorama lleno de matices grises acerca de estos dilemas cuya solución puede no ser absoluta, jugando con los mismos para cuestionar el lado humano no sólo de estos personajes, sino de nosotros mismos. En medio de un mundo donde los debates pro aborto y el correcto cuidado de los niños enfrentan ideologías de izquierda con la ultra derecha, el japonés se da el lujo de crear este relato donde nada es lo que parece en el que la bondad gana en un relato emotivo y directo con tintes neo realistas donde los personajes son representados dignamente ante sus diversos sufrimientos en medio de rifas y lágrimas.

Broker se convierte en otro gran ejercicio por parte de su director qué continúa estudiando la condición humana y social desde el mismo núcleo de la misma y cómo éste puede no ser tan tradicional como se pinta. Eludiendo con maestría los desenlaces simplones o fatalistas, Kore-eda muestra amor, compasión y búsqueda de identidad sin dejar de lado una punzante mirada que jamás busca justificar los actos criminales pero sí ofrece un camino de redención para las almas perdidas que se encuentran en medio de situaciones tan complicadas, recordando que, en la vida, jamás hay blanco y negro, sino muchos matices para la vida misma.