Escenario

Bruno Bancalari y la nostalgia de los ritmos tropicales en ‘Los hijos de la costa’

ENTREVISTA. El cineasta compitió recientemente en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara con este emotivo documental

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Fotograma de ‘Los hijos de la costa’.

Fotograma de ‘Los hijos de la costa’.

CORTESIA

De la unión entre el mar y la música nace Los hijos de la costa, documental que tendrá su estreno mundial en el marco del 39 Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) y que es el primer proyecto de larga duración del director Bruno Bancalari, ganador del Grammy y que compitió recientemente por el Premio Mezcal en este certamen.

El filme se centra en un mirada íntima al proceso creativo de los músicos Cristino “Cuiri” García, Esteban Bernal, Esteban Martínez y Pepe Ramos, integrantes de la agrupación El Internacional Mar Azul - El rey de los 7 mares; la cantante afromexicanana, Alejandra Roble “La Morena”; el armonicista, danzante y líder de Los Diablos del Cerro del Indio, Domingo Ayona; la dupla padre e hijo de Chogo Prudente y Raí Prudente, músicos y maestros comunitarios; así como la participación de la Banda Femenil KA'UX de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca.

Crónica Escenario charló con el realizador sobre cómo estos ritmos tropicales, la naturaleza y la nostalgia construyen los paisajes sonoros mostrados en su cinta.

Mi amor por la música, mi deseo de conocer más acerca de mi país, de conocer más acerca de su cultura y entender qué es la identidad mexicana que la compone fue mi principal motivación para este documental”, explicó el originario de Los Cabos. 

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Siento que hay muchísimos rostros, voces y formas dentro de México, por lo tanto hay que tomarnos el tiempo para verlos de cerca y esa fue la intención detrás del proyecto”, añadió.

Bancalari habló del giro que tomó en su investigación musical para ahondarse ahora en el mundo de Los hijos de la costa.

“Quise hacer un homenaje al músico folclórico, enaltecer su labor y su aportación a la cultura de México. Venía trabajando dentro de la industria musical con un tipo de artistas musicales como Natalia Lafourcade, pero quería ir a la esencia y entender de dónde viene la tradición musical de los pueblos. Fue cuando conocí a Ángel Céspedes, productor e investigador musical, que me compartió su gran pasión por la música de la costa chica de Guerrero y Oaxaca”, señaló Bruno.

“Él me comparte personajes, géneros musicales y me empapa de todo este mundo en el suroeste de México. Ahí decidimos hacer un viaje de investigación, conocerlos y pensar en la posibilidad de convertir eso en un documental que es mi tributo a la labor de estos músicos”, sumó.

Uno de los aspectos bellos de este proyecto es la búsqueda de las raíces de la música mexicana: “Es complejo definir exactamente qué es cuando hemos recibido tantos lenguajes, géneros e influencias, incluso para entender qué es exactamente lo afromexicano y dónde está su raíz africana exactamente, más allá de lo que se ve en la superficie”, dijo.

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“Pero lo que quería era mostrar un presente donde se integran miles de formas y herencias. Fue difícil tratar de combinar todo esto, pero eso es la costa, es un mundo rico, diverso, lleno de muchos lenguajes musicales, contextos y cosmovisiones”, continuó.

“Traté de integrar lo que pasa en el puerto, en las zonas más cercanas al mar, en el campo así como las zonas cercas de la montaña, cómo vivían estos personajes, que son pescadores, ganaderos y agricultores para hacer una interpretación de esta comunidad costeña”, manifestó el realizador, que incluso llega a usar fotogramas en el documental para capturar esa esencia.

“Quería detener el tiempo de una forma estética que pudiera apoyar el resto de la narrativa. Al final, la fotografía fija es como estas pequeñas notas mentales que hacemos cuando viajamos a lugares que nos llenan de conocimiento y saber. Quería tomarlas para no olvidar estos momentos, ni sus personajes y sus historias”, añadió.

Parte del encanto de este proyecto reside en la capacidad del director para no sólo darles vida a los protagonistas de esta música, sino a todo lo que los rodea: “Con los escenarios, quería darles el mismo peso que a los personajes. El oleaje, la laguna, el campo, el sonido de los animales, los pájaros, los árboles, todo eso termina alimentando la música e influyendo en la construcción de la identidad de la misma”, dijo.

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“Me parecía importante también retratarlo, poner un micrófono ahí en medio que capturara todo esto y que le diera el mismo valor tanto a los testimonios como a las voces y al mismo ecosistema donde está ocurriendo todo”, mencionó.

Los hijos de la costa también funciona, para Bancalari, como una manera de resaltar la riqueza cultural del país a través de la música. “Mi percepción del presente de esa comunidad es la belleza de la suma de siglos de confluencia. Mi mayor deseo es poder contribuir a la preservación de su historia para que el día de mañana podamos voltear hacia atrás y tener un registro de ello”, expresó.

“Siento que tenemos que hacerlo con la mayor cantidad de comunidades en México. Necesitamos ese archivo, tener acceso a ello para poder compartirlo al resto de la gente que difícilmente tendría la inquietud de ir a buscarlo. Hay que presentárselos y decirles que esto también es México”, aseveró.

La cinta también resalta la labor de los maestros y las generaciones de talentos que mantienen viva la esencia e identidad musical del lugar. Al respecto, Bruno señaló: “Hay un acto muy noble en enseñar. Por eso vemos a un grupo de niños tocando en una banda instrumental al inicio del documental en el muelle de Puerto Ángel, que están ahí todos los días y es algo muy bonito”, comentó.

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“Luego te vas a casa de Chogo y Rai Prudente y los ves trabajando en las tardes con esta escuelita improvisada en su casa, en la terraza. Eso es un acto, para mí, de lo más honorable que puede haber. Poder dar tu tiempo y compartir tu conocimiento con niños de forma gratuita por el simple hecho del amor que sienten por la música y por su deseo de fomentar y de preservar la tradición musical. No hay que perder de vista que tenemos una herencia que es igual de bella”, agregó.

Tristemente, en el proceso de realización, sucedió la dolorosa pérdida de Esteban Bernal, acordeonista de la agrupación Mar Azul: “Tuvimos la oportunidad de conocerlo en 2019, en la etapa de investigación. Es un personaje que desde que me lo mostró Ángel Céspedes, era tanta su alegría, su sabor y tanto color que me dije que tenía que aparecer, en el proyecto”, expresó.

“Cuando volvimos a filmar, tristemente, ya había fallecido. Pero teníamos que ver la forma de integrarlo, de que cobrara vida de nuevo de alguna forma y que ese homenaje estuviera ahí presente. Así que mezclamos material de investigación con algo del rodaje con los compañeros de su banda para que, a través de los testimonios de ellos, él pudiera de alguna forma resurgir”, expuso el cabeño.

En el documental resuena una frase: “Un pueblo que no tiene cultura no es pueblo”. Sobre este pensamiento, el realizador ganador del Grammy reflexionó: “México es la suma de formas, de cosmovisiones y la Costa Chica de Oaxaca y Guerrero son parte de ello”, dijo.

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“Creo que todos sentimos cierta incertidumbre de hacia dónde va la cultura en nuestro lugar, así como el entender hacia dónde vamos o que tanto nos vamos a transformar. Hay una especie de nostalgia con melancolía al respecto de mantener viva la cultura y tardar de mantenerla siempre adelante”, agregó.

Grabar en la costa presentó desafíos intensos pero, para el director, el mayor reto fue durante la etapa de investigación. “Era una zona que me quedaba lejos como para estar yendo y viniendo y estar recabando información”, dijo.

“Entonces, una vez que nos metimos a esa etapa junto al rodaje, fue en un periodo de tiempo muy corto, entre cinco o seis semanas. Recorrimos toda la costa y claro que hay zonas complicadas, muy abandonadas o desoladas. Algunos de estos personajes viven en condiciones muy adversas”, reveló.

“En algún momento me cuestioné si quería retratar también esa parte y mostrar esa parte pero decidí que era más importante resaltarlos a ellos en su forma más bonita e iluminada. Al final todos nos recibieron en la costa con los brazos abiertos, estaban siempre dispuestos a apoyarnos, a convivir, a participar”, comentó.

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“Lo único que recibimos fue cariño, nos llevamos recuerdos muy bonitos de todos y espero que el día de mañana el documental pueda verse y que ellos se vean retratados de forma digna para sumarlo a las voces de tantas comunidades en México que hacen un espacio también promoviendo su propia cultura”, reconoció Bancalari.

Finalmente, el director no dudó en apuntar la importancia que tiene el dar voz no sólo a Los hijos de la costa, sino a todas las voces y corrientes musicales que conforman la memoria de nuestro país y sus raíces:

Somos un país sumamente diverso y nuestro mosaico cultural es interminable. Por lo tanto, sigamos construyendo, metiéndole más color, más voces y espero que este documental sea bien recibido por todos”, cerró.